Girardota (Colombia), 19 dic (EFE).- Tener un cultivo y vivir de su producción no convierte a labriegos en empresarios del agro. Hay un camino por recorrer para hacer empresa en el campo colombiano que incluye aprender de gestión y aprovechar mejor el suelo para convertir a sus fincas en verdaderas unidades productivas.
Así lo considera Liliana Tabares, líder de desarrollo agroempresarial de Interactuar, una corporación que acompaña en el país a cerca de 49.000 empresarios y emprendedores urbanos y rurales con crédito y formación empresarial, quien destaca una serie de pasos a seguir al momento de emprender en el campo.
«El sector agro es el que mueve los principales ejes del país en tema económico», recordó a EFE la experta, y citó un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que ubica a Colombia entre los siete países en Latinoamérica con mayor potencial para el desarrollo de áreas cultivables.
«De las 22 millones de hectáreas cultivables del país, solo están sembradas 4,8. Hay disponibilidad de tierras para sembrar cultivos de diferentes índole, eso hace que nosotros sigamos fomentando el desarrollo de una agricultura sostenible y duradera», remarcó Tabares.
IDENTIFICAR MERCADOS Y CONOCER EL SUELO
La experta fija dentro de una fórmula para emprender con éxito en el campo tener presente que, si bien es necesario tener un buen producto y un mercado, «también es necesario tener una habilidad gerencial y de cierta manera poder controlar su comercialización», ya sea de forma directa o por intermediación.
Al campesino que se planea dar el salto a agroempresario le recomienda seguir pasos como empezar a planear, llevar registros e identificar la rentabilidad de un cultivo versus otro, además de encontrar el punto de equilibrio.
Otro aspecto fundamental para hacer empresa en el campo, según Tabares, es identificar qué tipo de suelo tiene: «Para saber si es idóneo, tiene que hacer un análisis de suelo, así conoce sus bondades y puede cuidarlo para sacar productos de buena calidad».
Otra clave para la experta está en «diversificar», seguir la premisa de los abuelos de no poner todos los huevos en la misma canasta, de tal manera que «si hoy el precio del café está bajo, mañana el del aguacate está alto y eso me va a compensar».
Entre los pasos para hacer sólido un agronegocio también subraya «revisar las oportunidades del mercado» y tomar decisiones como apostar por una producción más limpia o cultivar un producto 100 % ecológico para dar «un valor agregado».
Por último, en esa dinámica de identificar otros mercados, recomendó a los agroempresarios no pensar únicamente en el mercado local, sino trabajar en todas las certificaciones y formalización para que su producto agrícola llegue a nuevos canales y consumidores, incluso internacionales.
EMPRENDER ENTRE TOMATES
En ese tránsito de campesino a agroempresario está Valentín Hurtado López, de 22 años, con su emprendimiento El Llanito, ubicado en la zona rural del municipio de Girardota, en el departamento de Antioquia, donde tiene un cultivo de tomate bajo invernadero y está por iniciar con la innovación en procesos para producir lechuga.
«Trato de hacerlo lo más sano posible», contó a EFE el joven labriego, quien se está capacitando con Interactuar con el programa Método Base de Aceleración (MBA) agroempresarial.
En la vereda (aldea) El Cano inició con un pequeño invernadero. Hoy tiene cuatro, que abarcan unos 2.000 metros cuadrados en total y que producen en promedio unos 500 kilogramos de tomate semanal, que comercializa en mercados de Girardota y en la Central Mayorista de Medellín.
«Todavía estoy aprendiendo. Ha sido algo de ensayar y error. Básicamente ha sido hacer mi experiencia. Cada tomatera tiene una historia distinta. Al principio no estaba preparado y perdí una cosecha, pero me asesoré y he mejorado», sostuvo.
Los planes de Hurtado con su agroempresa, que está rodeada por reservas de bosques y otras unidades productivas de su familia como cultivos de café y un trapiche de panela, son lograr mayor estabilidad y dar empleo, pero va con calma tras entender que «no solo es sembrar y esperar a que crezca. Hay que ser organizados y cuidar los cultivos como a una niña».