La Habana, 5 abr (EFE).- Roberto Peña, cubano de 50 años, y su esposa durmieron la pasada noche en el carro, en una fila de decenas de autos que parte de un servicentro (gasolinera) desabastecida desde hace días y se extiende por varias cuadras. Este miércoles a mediodía seguían exactamente en el mismo lugar.
Peña condujo a la capital cubana desde Camagüey (unos 500 kilómetros al este) porque su pareja tenía una entrevista para el visado en la embajada de EE.UU. «No encontré (combustible) en toda la autopista. Hay que esperar a que echen gasolina para poder virar (regresar)», se queja con EFE.
Su caso no es anecdótico. Son escenas que se repiten por toda La Habana y más allá de la capital de forma creciente en los últimos días: gasolineras vacías, largas colas de vehículos y gente que lo sufre con una mezcla de enojo y confusión.
«Estamos en la cola para ver si es que echan. No se sabe nada», concluye Peña. A unos metros de él, un grupo de taxistas se resguarda en una sombra del inmisericorde sol cubano en esta estación de servicio cerca de la legación diplomática de EE.UU.
«Aquí llevamos tres días. Y nadie nos dice nada. No hay información. Yo tengo dos hijos. Hay clientes que me dicen que si no los llevo no me van a llamar de nuevo. No es fácil», se queja un chofer de 33 años que pidió no hablar frente a la cámara.
Sus amigos -o, en realidad, los amigos que ha hecho esperando y durmiendo en la fila- tienen el mismo problema. Y todos lo afrontan con una solución similar.
«El cubano tiene que guardar todo. La comida la congela y si no hay trabajo, tienes dinero guardado. Así resolvemos (ante la imposibilidad de poner en marcha su taxi)», explica otro.
No todos sufren de la falta de combustible. En un servicentro de la céntrica zona del Vedado un hombre baja de un coche clásico azul y echa de la manguera.
«Llevamos así unos tres o cuatro días», señala un despachador. Cuando se le pregunta por el hombre que sí pudo poner combustible a su auto sin hacer la fila, contesta: «Si tienes una carta del Gobierno, sí puedes».
El trabajador se refiere a personas que son consideradas esenciales y cuentan con un permiso especial para repostar del combustible que aún queda disponible.
LAS CAUSAS
El periódico oficial Granma -y que ya no puede encontrarse en su página web- explicaba este domingo que el Gobierno provincial de La Habana había implementado medidas para enfrentar «la situación creada por la falta de abastecimiento de diésel a los transportistas privados o poseedores de medios de este sector».
El diario -órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC, único legal)- agregó que se reajustarían las cifras asignadas para actividades vitales en cuatro servicentros de la capital, sin especificar cuáles.
Cuba no es un país productor de petróleo, depende de las importaciones de carburantes y sus principales socios atraviesan dificultades: Venezuela, que no pasa por su mejor momento, y Rusia, enfrascada en la guerra con Ucrania.
A esto se suman otros problemas de orden interno. Cubra sufre una grave crisis -por la conjunción de la pandemia, las sanciones de EE.UU. y los errores en la política económica- y, según indicó recientemente su presidente, Miguel Díaz-Canel, el país destina anualmente más de 2.000 millones de dólares a este rubro.
El embargo (bloqueo) estadounidense y la inclusión de Cuba en la lista de Washington de países que patrocinan el terrorismo dificulta y encarece las opciones de La Habana de abastecerse de combustible.
Las causas del desabastecimiento están en boca de muchos. Otro grupo de taxistas -todos ellos también han tenido que dormir en sus coches desde hace tres días- le da vueltas al asunto, aunque todos están acostumbrados a que algo así ocurra al menos una vez al año.
«A mí lo que me enoja más que no nos expliquen lo que pasa», se queja uno.
Mientras el intercambio continúa, pasa un descapotable antiguo con una pareja de turistas rubios y con sombreros de palma.
«¡Asere (palabra coloquial para ‘amigo’), dile a los yumas (estadounidenses) que a la próxima que vengan nos traigan un poco de gasolina, compadre!», exclama el mayor del grupo.
Juan Carlos Espinosa