Zamora Chinchipe (Ecuador), 29 sep (EFE).- Ecuador tiene un «océano de conocimiento» en la Amazonía, donde los biólogos escudriñan la selva en busca de plantas y semillas para reproducirlas en viveros, restaurar diversas zonas y beneficiar a toda la cadena de vida de uno de los mayores pulmones del planeta.
En la sureña provincia amazónica de Zamora Chinchipe, por ejemplo, biólogos, mastozoólogos, ornitólogos, herpetólogos, ictiólogos, entomólogos y botánicos, entre otros, trabajan contratados por la empresa canadiense Lundin Gold para asegurar la conservación en torno a Fruta del Norte (FDN), la mina de oro subterránea más grande del país.
«Aquí tenemos un océano de conocimiento, y es tan complejo que falta vida a los expertos para conocer todo», comentó el biólogo Juan Carlos Fonseca, en medio de la exuberante vegetación de una parte de la Cordillera del Cóndor, un gran macizo montañoso de más de 160 kilómetros de longitud fronterizo con Perú.
En una de las áreas de la concesión minera, cerca del bosque protector «El Cóndor», con el refugio de vida silvestre «El Zarza» como vecino, y a 1.400 metros de altitud, los expertos crearon un vivero con un invernadero, una casa sombra y un área de aclimatación, donde cultivan plantas para la restauración ecológica de zonas afectadas por la explotación aurífera.
La concesión de Fruta del Norte abarca 5.566 hectáreas, pero la operación en su conjunto alcanza unas «400 hectáreas», similar a unas seis fincas de unas 60 hectáreas, dijo a EFE Fonseca.
«Cerca de las operaciones tenemos abundante presencia de animales, indicadores que nos sugieren que el ecosistema está sano, no ha sido muy afectado», aseveró al enumerar que hay osos de anteojos, tapires y felinos, entre otros. Especies únicas
En 2008 iniciaron los estudios ambientales de Fruta del Norte, y botánico Frank Arroyo identificó una nueva especie vegetal que denominó Magnolia yantzazana, debido al lugar donde fue encontrada. Hasta la fecha, esta especie se ha registrado únicamente en la zona donde opera FDN y en el bosque circundante.
«Es una planta que está en categoría de peligro de extinción y está considerada un fósil viviente, con posibles orígenes hace 70 millones de años», remarcó Fonseca.
Hasta el momento han recopilado unas 3.000 semillas de ese árbol de tronco recto, corteza lisa, hojas grandes y resistentes, de color verde brillante, con flores de pétalos alargados y carnosos de color blanco amarillento y olor intenso.
Tras años de investigación y diversos ensayos en el lugar, el equipo de biodiversidad de Lundin Gold logró a inicios de 2022 la germinación de semillas de esta especie, y actualmente tienen en el vivero unas 400 plantas, que se cultivan en un intercambio de conocimientos con nativos del sector. Más de 50.000 plantas sembradas
Galo Wajai, indígena de la nacionalidad shuar, que trabaja hace seis años en el lugar, explicó a EFE que recolectan semillas de todo tipo de plantas del bosque, con «especies que demoran más de un año en germinar».
«Tenemos -dijo- sembradas más de 50.000 plantas maderables: seike, uvas, palmas», entre otras, de las cuales han desarrollado el 70 %, en un proceso de regeneración con miras a dejar la zona como estaba antes de la explotación minera.
Debido a la «prohibición absoluta» de uso de semillas ajenas al lugar, «tenemos que competir con los monos, las ardillas, las zarigüellas» para la recolección, pues los frutos son su fuente alimenticia, anotó Fonseca en una zona rodeado del constante canto de grillos y de diferentes aves.
«Es un reto enorme para la operación hacer este equilibrio entre producción aurífera y conservación», expuso en medio de una zona de alta biodiversidad, y en cuyo subsuelo hay reservas aproximadas de 5.02 millones de onzas de oro.
Susana Madera