San Juan del Río (México), 10 may (EFE).- Los productores de «El Organal», una pequeña comunidad en el municipio de San Juan del Río, Querétaro, centro de México, venden más de 70 millones de rosas al año, la mayoría de ellas en torno al 10 de mayo, Día de las Madres en este país.
La vocación de «El Organal» es la producción de rosas, una labor que realizan durante todo el año y los festejos alrededor del 10 de mayo son las más importantes para estos productores.
Los cultivadores reconocen que la celebración del Día de las Madres representa el 45 % del total de ventas anuales, por lo que es la principal fuente de ingresos de los cientos de familias que se dedican a producir rosas.
Pedro Martínez, delegado de esta comunidad dedicada a la floricultura, contó a EFE que los productores se preparan con anterioridad para asegurar que su mayor producción en el año ocurra durante esta temporada.
Y estimó que, tan solo en esta semana, se cosechan alrededor de 200.000 gruesas de rosas, cada gruesa representa 12 docenas de flores, en total 144.
Es decir, que para la semana del Día de las Madres, son más de 36 millones de flores las que se comercializan.
«En esta fecha, el 10 de mayo, todos se preparan, es la fecha más grande para todos, empiezan a programar su planta para que una semana antes del 10 de mayo saquen toda su producción, de hecho, en estos días, ya se está repartiendo en casi todo el Bajío», explica.
En México, el Bajío es una región que comprende parte de los estados de Aguascalientes, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí, Michoacán y Zacatecas.
Pero el funcionario municipal precisó que las flores también viajan a las norteñas ciudades de Monterrey, Chihuahua y Tijuana.
EL PUEBLO TRABAJA PARA LAS MADRES
Regalar flores y en especial rosas es una tradición en el Día de las Madres en México y, para cumplir con ella, la labor de esta pequeña comunidad se dedica a ello.
En estas fechas, el municipio se convierte prácticamente en «un pueblo fantasma», pues al ser en su mayoría negocios familiares, prácticamente todos los integrantes de las familias se dedican a la cosecha de la flor.
«Si preguntamos en las escuelas, con los maestros, yo creo esta semana se suspenden las clases porque todos (incluidos los menores de edad) se van a trabajar. En los invernaderos trabaja casi toda la familia y ahora ya hay chamacos (niños) de 10, 11 y 12 años, quienes comienzan acarreando la flor porque sí es grande la producción», expuso Martínez.
Elizalde Bermúdez es uno de vendedores que arriba a «El Organal» año con año, proveniente del Estado de México, vecino a la capital mexicana, para comprar la flor que posteriormente revenderá a quienes buscan el regalo ideal para sus madres.
«Nosotros seguimos la tradición (de regalar flores) para que no se pierda, no todos los días es 10 de mayo», dice.
LA AMENAZA DE LA INSEGURIDAD
Por su parte, Dolores Jaimes, productora del invernadero Montes, donde ella ha continuado con el legado de su padre, quien inició plantando la flor hace ya más de seis décadas, reconoce que la venta de rosas ha incrementado en los últimos años, pero también denunció que la inseguridad ha impactado su patrimonio.
«En cuestión de seguridad estamos muy mal, el municipio no nos apoya con nada, nos ha prometido cosas y nunca nos ha apoyado, ni siquiera para mandar una patrulla, pides ayuda y no llega, actualmente en la comunidad hay muchos robos», señaló.
Recordó que de esta pequeña productora dependen al menos 15 familias y, más allá de la pandemia de la covid-19, en los últimos años la inseguridad ha sido el factor que ha puesto en peligro el trabajo y los ingresos de todos los integrantes.