Buenos Aires, 20 jul (EFE).- El apetito por dólares estadounidenses en Argentina aumenta entre los inversores locales, grandes y pequeños, que buscan refugio en esa moneda ante la creciente incertidumbre que suscitan los desequilibrios macroeconómicos y el nuevo escenario político que se abrirá con las elecciones legislativas de este año en el país suramericano.
Tras un primer semestre de relativa «paz cambiaria», los múltiples canales que coexisten en Argentina para hacerse con dólares han comenzado a mostrar una mayor demanda en las últimas semanas y han presionado las cotizaciones al alza.
A diferencia de los violentos saltos en los precios del dólar que se vieron en la segunda mitad de 2019 y en octubre de 2020, esta vez los deslizamientos son más moderados pero constantes, y han obligado a las autoridades argentinas a tomar medidas para prevenir nuevas tensiones.
De hecho, hace unos díez días la Comisión Nacional de Valores (regulador de los mercados en Argentina) y el Banco Central sumaron más restricciones para acceder a dólares a través de los mecanismos financieros más sofisticados, logrando contener las cotizaciones en estos canales hasta este lunes, cuando volvieron a registrar leves subidas.
El denominado dólar «contado con liquidación» (que consiste en comprar localmente con pesos argentinos acciones o bonos y venderlos en dólares en Wall Street) cerró el lunes en 166,16 pesos por unidad.
COTIZACIONES EN ALZA
Este tipo de «dólar financiero» es cada vez más demandado en Argentina debido a las restricciones vigentes para comprar dólares en bancos y casas de cambio, operaciones sujetas a un cupo mensual y además gravadas por un impuesto del 35 %.
También en esta última plaza, muy regulada, la cotización está al alza: este lunes la divisa norteamericana avanzó 25 centavos, a 101,50 pesos por unidad para la venta al público en el estatal Banco Nación.
Pero la mayor escalada se ha dado en el mercado minorista informal, donde el denominado «dólar blue» tocó este lunes los 180 pesos por unidad, su mayor valor desde octubre de 2020, cuando la cotización alcanzó un récord de 195 pesos por dólar.
«Hay una tendencia en todas las cotizaciones de moverse un poco hacia arriba, más allá de las brechas que se van abriendo entre los distintos valores. Pero la referencia son los dólares financieros libres porque esos son los que realmente marcan el apetito de dolarización por parte de los que tienen el poder de fuego, que son las empresas y los fondos», dijo a Efe el economista Gustavo Ber.
TEMOR AL «DÍA DESPUÉS»
Para los analistas, en esta nueva curva alcista se combinan varios factores: aversión al riesgo ante un contexto internacional que no termina de vislumbrar la salida a la pandemia, desequilibrios fiscales y monetarios que persisten en Argentina e incertidumbre sobre el resultado de las elecciones primarias de septiembre y las legislativas de noviembre, verdadero desafío político para el Gobierno del peronista Alberto Fernández.
Más allá de que la «dolarización preelectoral» es un fenómeno habitual en Argentina, los inversores dan por descontado que en los próximos meses habrá un menor ingreso de divisas por la vía de las exportaciones agropecuarias y una mayor emisión de pesos argentinos por necesidades de financiación del Tesoro, factores que, en un escenario de inflación prevista para este año en torno al 48 %, no hacen más que abonar las expectativas de una devaluación del peso a futuro.
«Se van acumulando distorsiones de precios relativos y un atraso cambiario que un día habrá que corregir. Mientras tanto, probablemente no haya definiciones de corto plazo y habrá que esperar al ‘día después’ electoral toda vez que se entiende que esta situación no es sostenible», observó Ber.
Según el experto, el Gobierno está postergando muchas definiciones de política económica, incluyendo un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar deudas por unos 45.000 millones de dólares.
«Todo queda para después, un después que un día va a llegar y el temor de los inversores es que se está acumulando una lista de deberes cada vez mayor, con una clara intención de atraso cambiario y de represión en términos de tarifas y todo tipo de precios regulados para tratar de bajar artificialmente la inflación», advirtió Ber.
Argentina arrastra tres años de severa recesión agravada por la pandemia, déficit fiscal, elevados niveles de inflación, problemas de endeudamiento y altas tasas de pobreza.
Natalia Kidd