Río de Janeiro, 17 jul (EFE).- El sector hotelero de Río de Janeiro, uno de los más afectados por la pandemia y que ya perdió quince unidades por la fuga de turistas, entró en estado de alerta ante el posible aplazamiento del Carnaval de 2021 en Brasil y su condicionamiento a la existencia de una vacuna contra la COVID-19.
«Es lógico que el impacto será enorme para un sector que ya sufre con una crisis devastadora y que esperaba recuperar parte de las pérdidas con el Carnaval, pero es mejor aplazarlo que cancelarlo», dijo a Efe el presidente del Sindicato de Medios de Hospedaje de Río de Janeiro (Hoteis Rio), Alfredo Lopes.
El posible aplazamiento de la máxima fiesta de los brasileños y de la temporada más importante para el sector turístico de Río de Janeiro, inicialmente prevista para la segunda semana de febrero próximo, fue abordado en una reunión que tuvieron el martes los dirigentes de las famosas escuelas de samba, principales protagonistas del Carnaval por sus majestuosos desfiles.
Los presidentes de las doce escuelas de samba del Grupo Especial (máxima categoría entre estos gremios artísticos) advirtieron que no desfilarán mientras no exista una vacuna contra la COVID-19.
«En las condiciones de hoy es éticamente improbable hacer los desfiles. Solo imaginamos los desfiles con vacuna», afirmó al término de la reunión el presidente de la Liga Independiente de las Escuelas de Samba, Jorge Castanheira.
Los dirigentes, sin embargo, optaron por volver a reunirse en septiembre próximo para evaluar de nuevo la situación y, en caso de que el Carnaval no sea viable por la pandemia, decidir para cuándo aplazan la fiesta o si la cancelan.
La noticia cayó como un balde de agua fría para los hoteleros de la principal puerta turística de Brasil, afectados no solo por las medidas de distanciamiento social adoptadas en todo el mundo para frenar el coronavirus sino también por la imagen negativa de un país que se convirtió en el segundo más afectado por la pandemia en el mundo, con más de 76.000 muertes y de dos millones de contagiados.
PÉRDIDAS MILLONARIAS
El impacto económico de la suspensión de la fiesta lo sufrirá no solo el sector hotelero sino también el turístico, el de restaurantes y la municipalidad en general si se tiene en cuenta que en el Carnaval de febrero de este año Río atrajo a 2,1 millones de turistas que dejaron ingresos por 4.000 millones de reales (unos 754,7 millones de dólares).
«También consideramos que el Carnaval tiene que ser aplazado porque en las actuales condiciones sería muy arriesgado organizar la fiesta sin que exista una vacuna. El Carnaval es un evento de masas y de aglomeración, todo lo contrario a lo recomendado para combatir la pandemia», dijo Lopes.
«Pero es lógico que el impacto sería enorme para el sector porque se trata del mayor evento no solo de Río de Janeiro sino también de Brasil y uno de los mayores del mundo. Tendrá un gran impacto en la caja de los hoteles, que esperaban recuperarse y ahora tendrán que aplazar la entrada de ingresos que tanto necesitan», agregó.
Lopes admitió que, incluso aunque una vacuna sea aprobada y pueda ser comercializada en el primer trimestre del próximo año, difícilmente las escuelas de samba tendrán tiempo para montar sus desfiles debido a que sus talleres están cerrados en un momento en que tendrían que estar escogiendo sus sambas y confeccionando los disfraces y las carrozas alegóricas.
«Nuestra expectativa es que sea aplazado. Consideramos que puede ser en Semana Santa o en junio (en la temporada de vacaciones de mitad de año), cuando ya exista una vacuna», afirmó.
«El Carnaval tiene una cadena productiva enorme en torno a sí mismo y un aplazamiento perjudicará varios sectores. El tamaño del impacto no será como el provocado por el coronavirus pero sí ocurrirá en un momento en que necesitábamos de ingresos para recuperarnos», dijo.
El dirigente de la patronal aseguró que, pese a que la actividad nunca fue prohibida, el 70 % de los hoteles de Río cerraron sus puertas por falta de huéspedes y 15 de ellos ya avisaron que lo hicieron de forma definitiva, entre los cuales algunos tradicionales como el Everest de Ipanema y el Grand Mercure de Riocentro, un cinco estrellas inaugurado para los Juegos Olímpicos Río 2016.
«El efecto fue devastador. En la primera semana de marzo estábamos con un 70 % de nuestra capacidad ocupada y en la última semana de mayo ese porcentaje ya había caído al 5 %. Calculamos las pérdidas en 800 millones de reales (unos 150,9 millones de dólares)», afirmó.
El dirigente agregó que unos 20.000 empleados perdieron temporalmente sus puestos y 1.500 fueron despedidos, «pero serán muchos más debido a que los hoteles no saben cuando podrán volver a abrir».
Dijo igualmente que el sector tampoco espera mucho del Reveillon, la tradicional fiesta de fin de año y que reúne a dos millones de turistas en la playa de Copacabana.
«Es nuestra segundo mayor evento y no se puede aplazar. La alcaldía dijo que tendrá que buscar un nuevo formato para la fiesta debido a que no podrá aglomerar tantas personas sin que exista una vacuna», relató.
Tanto en Carnaval como en el Reveillon la tasa de ocupación de los hoteles de Río de Janeiro se acerca al 100 %.