Buenos Aires, 7 jul (EFE).- Evitar una espiral inflacionaria en Argentina es una de las tareas más urgentes para la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, cuyas primeras definiciones acerca de cómo abordar la aceleración de precios no son muy distintas a la de su antecesor, quien no logró domar uno de los principales problemas del país suramericano.
Los precios se han recalentado en todo el mundo desde la invasión rusa a Ucrania y Argentina no es la excepción. Lo excepcional es, sí, que los niveles de inflación de Argentina -60,7 % interanual en mayo- superan ampliamente el promedio global y que la segunda mayor economía suramericana tiene una inflación anual de dos dígitos desde 2002.
«La inflación es algo que va carcomiendo la vida de los argentinos y es el gran problema que no nos permite planificar ni a las empresas ni al Estado», dijo Batakis el lunes último, tras prestar juramento en reemplazo de Martín Guzmán, quien dimitió el sábado, en medio de crecientes divisiones en la coalición gobernante.
Los mercados reaccionaron muy negativamente al cambio ministerial, incluyendo el lunes un salto del 10 % en las cotizaciones del dólar estadounidense en el mercado informal y en la plaza financiera, escalado a máximos que prácticamente duplican el valor de la divisa en la plaza formal -minorista y mayorista-, donde las operaciones están restringidas.
Rápidamente, el salto cambiario impactó en la economía real: fuertes remarcaciones en comercios y proveedores sin listas de precios disponibles. «No hay precio». «No estamos vendiendo por el momento».
«Muchos comercios no pueden abrir dado que desconocen el coste de la reposición de lo que venden. Faltan referencias de precios porque es muy latente la posibilidad de una devaluación fuerte en el tipo de cambio oficial», dijo a Efe el economista Mariano De Rosa, director ejecutivo del portal Más Inversiones.
URGENCIA
En sus primeras definiciones como ministra, Batakis dijo que dará «batalla» a la inflación con múltiples herramientas, incluyendo instrumentos de manejo fiscal, financieros y monetarios y también pactos de precios con empresarios, algo no muy diferente a lo que venía aplicando Guzmán.
«En términos inflacionarios, Guzmán no cumplió», sostuvo De Rosa.
Según Batakis, la inflación sólo se reducirá a niveles por debajo de un dígito anual «en el mediano plazo» cuando crezca la estructura productiva de Argentina.
«El problema es que, en términos inflacionarios, Argentina no tiene tiempo. El país necesita en el corto plazo, más que un acuerdo económico, un acuerdo político amplio para resolver sus graves problemas económicos», advirtió De Rosa.
Para Jorge Vasconcelos, economista jefe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana, de la Fundación Mediterránea, se necesitan «urgentes medidas», básicamente, por el lado del gasto público, que permitan «frenar» el deterioro de las expectativas de devaluación y su «efecto sobre la tasa de inflación, la brecha cambiaria, las reservas y las variables reales».
«La experiencia de tantas crisis atravesadas por nuestro país enseña que, para revertir una situación dominada por la incertidumbre, lo que se necesita es frenar la huida del dinero, forjar un piso firme para las expectativas, de modo de evitar que la inflación se espiralice», dijo Vasconcelos.
La urgencia, por lo demás, la imponen los indicadores sociales. Ya sobre finales de 2021, la tasa de pobreza, un indicador atado a la evolución del coste de bienes y servicios básicos, era del 37 % y, con la aceleración de la inflación, se presume que actualmente es mayor.
RIESGO LATENTE
Las expectativas van en aumento. El mes pasado, Argentina y el Fondo Monetario Internacional corrigieron al alza la proyección de inflación para 2022, hasta un rango de 52-62 %, desde el 50,9 % registrado en 2021.
Pero consultores privados ya pronostican una inflación del 70-80 %. Hay incluso proyecciones desde el ámbito académico que ya vaticinan un alza del 100 % para 2022, números que despiertan en los argentinos el peor recuerdo: la «hiperinflación» de 1989-1990.
¿Está Argentina otra vez cerca de ese escenario? No. Pero, según De Rosa, «el riesgo de tener una hiperinflación es muy fuerte si seguimos así».
Natalia Kidd