Tegucigalpa, 23 feb (EFE).- Honduras debe buscar alianzas con otros países para solicitar a organismos multilaterales una renegociación del servicio de la deuda externa, ajustar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y revisar incentivos para hacer frente a los efectos del coronavirus y las tormentas Eta e Iota.
Así lo dijo este martes a Efe en Tegucigalpa, vía Zoom, el economista hondureño Alejandro Kaffati, quien subrayó que si Honduras logra renegociar el servicio de la deuda «se ahorraría de 25.000 millones a 30.000 millones de lempiras» (de 1.030 a 1.236 millones de dólares), en concepto de pago de capital e intereses.
«Si Honduras emprende de manera solitaria e independiente un proceso de estos, muy difícilmente tendrá la fuerza necesaria para poder negociar con organismos internacionales, por lo que es necesario hacer alianzas estratégicas con países con las mismas condiciones económicas y sociales, como Guatemala y El Salvador», explicó.
Kaffati, investigador del Foro Social de Deuda Externa de Honduras (Fosdeh, privado), señaló que los recursos que el país ahorraría podrían invertirse en la infraestructura dañada por las tormentas Eta e Iota, en noviembre pasado.
Una gran parte del presupuesto de Honduras se destina al pago del servicio de su deuda externa, que en 2020 cerró en 10.849,8 millones de dólares, un 13,9 % más que los 9.517,6 millones de dólares de 2019, enfatizó.
En el contexto de las emergencias por la pandemia y los fenómenos naturales, renegociar el servicio de la deuda permitiría a Honduras contar con recursos para comenzar su campaña de vacunación contra la covid-19, aseguró el economista.
«El plan de vacunación es tan necesario ya no solo para la salud de los médicos y los hondureños, sino también para emprender un proceso de reactivación y reconstrucción de manera efectiva», añadió.
La llegada de las vacunas contra la covid-19 en Honduras, que acumula 4.024 muertos y 165.737 contagios desde marzo de 2020, es incierta, aunque según las Organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud (OMS/OPS), sería en marzo.
AJUSTAR ACUERDO CON FMI
Otra de las medidas planteadas por el Fosdeh, es la de «reajustar» el acuerdo «stand-bay» con el FMI, firmado en 2019 por dos años, que le ha permitido a Honduras tener acceso a más de 500 millones de dólares, a cambio de que el país haga ajustes fiscales y fortalezca técnica y financieramente la estatal Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE).
Sin embargo, agregó, Honduras «no tiene las condiciones para cumplir los requisitos económicos y fiscales de liberación del tipo de cambio, lo cual repercutiría en una mayor devaluación» del lempira, la moneda del país.
Kaffati destacó la necesidad de «renegociar los términos» del acuerdo con el FMI, para que Honduras pueda tener «un margen de maniobras para implementar políticas públicas y utilizar las reservas netas, no como préstamo para el Gobierno, sino como un instrumento para fijar el tipo de cambio e incentivar el consumo de bienes».
El Fosdeh plantea, además, revisar la eficacia de los incentivos fiscales, que al año suman alrededor de 1.500 millones de dólares, ya que en muchos casos no generan beneficios ni ayudan a reducir la pobreza.
AUMENTO SIGNIFICATIVO DE LA POBREZA
La política de incentivos fiscales para atraer inversión extranjera «no ha resultado», porque los inversionistas no solo buscan países que ofrecen exoneraciones, sino también seguridad jurídica y el Estado de derecho, señaló el economista hondureño.
Desde 2012, Honduras pierde 80 millones de dólares en inversión extranjera directa al año, lo que ha causado un «incremento significativo» de la pobreza en el país centroamericano, añadió.
Siete de cada diez hondureños trabajan de manera informal o están subempleados, es decir, laboran más horas de las que desearían y ganan menos de lo que establece la ley, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), citadas por Kafatti.
De ahí la importancia de impulsar políticas públicas para combatir los problemas sociales que afectan a Honduras, país con 9,5 millones de habitantes, la mayoría pobres, acotó el economista.