Ciudad de México, 20 ago (EFE).- Como si fuera actor de teatro, el novelista mexicano Julio Godínez sólo puede escribir si vive las obsesiones de los personajes de sus libros, lo cual acaba de experimentar en su nueva novela: «En el corazón de las trincheras».
«Tengo que sentir para escribir; esta vez traté de recordar lo que sentí al caminar por el bosque de Saint-Mihiel, en Francia, y en los otros escenarios importantes de la obra», reveló el autor este domingo en una entrevista con EFE.
Editada por Planeta, la novela le sigue el rastro al soldado mexicano Marcelino Serna, héroe de la Primera Guerra Mundial con el Ejército de los Estados Unidos.
«Encontré tres fechas de nacimiento, cuatro lugares donde había nacido y los nombres de sus padres confundidos con el de sus abuelos. Primero pensé en una crónica, pero terminé escribiendo una novela», cuenta.
UN CAFÉ CON EL JOVEN SOLDADO
Por su condición de periodista, Godínez es un apegado a los datos duros y si bien su obra es ficticia, está basada en una meticulosa investigación, que incluyó un periplo por el norte de México, Estados Unidos y Francia.
Siguió las huellas de Serna obsesionado con la verdad, sin embargo, en algún momento del viaje, decidió asumir al personaje de su novela como un ser vivo, presente como si se tomara un café con él, o al menos con su espíritu.
«En Ciudad Juárez en el 2014 traté de hablarle; de decirle, señor Serna, muéstreme lo que usted vio, lo que sintió. Sí tuve respuesta, pero lo complicado fue revivir los sentimientos tantos años después», confiesa.
La obra de 283 páginas relata la vida en un regimiento de mexicanos. La guerra tiene momentos en los cuales no pasa nada y el novelista aprovechó para llenar con historias.
«Traté de poner situaciones de humor, sobre todo cuando no sucedía nada. Camino del frente los hombres juegan rayuela, apuestan; son momentos de humor en los que sale la parte mexicana».
Godínez desvela del horror de una guerra cuerpo a cuerpo, retrata la saña con que son tratados los prisioneros de uno y otro lado y cuenta el racismo dentro del ejército estadounidense con los mexicanos dispuestos a dar la vida por el país.
«Era necesario escribir esto para hacer justicia sobre lo que hicieron ellos; hablo en plural porque Serna es el héroe de ese grupo de mexicanos de los que se ha contado poco», explica.
UN SOPLO DE ESPERANZA
Como contrapeso de la barbarie, «En el corazón de las trincheras» presenta a un soldado, Manuel Chávez, obligado a entrar al ejército, quien se pregunta por qué matar.
«Es un pacifista. Sus preguntas me interesaban para que el lector también se las hiciera; hoy en Jalisco hay muchachos que no querían ser sicarios y lo son porque alguien los secuestró», reflexiona.
Entre tanta muerte, el amor aparece como un soplo de esperanza en la novela. Serna se enamora de Élise, una enfermera canadiense, quien saca el lado humano de un ser capaz de matar.
«Esa relación es una válvula de escape. La Primera Guerra Mundial fue de una crueldad nunca antes vista, por la tecnología utilizada. Élise humaniza al soldado», acepta Godínez.
En su investigación, el autor encontró la prueba de que Serna cruzó legal a Estados Unidos por El Paso, Texas, el 25 de mayo de 1916, un dato que desmiente la versión de congresistas de Estados Unidos, que en más de un siglo le han negado la medalla del honor al mexicano con el pretexto de que entró ilegal al país.
«Ese documento prueba lo contrario», celebra el novelista.
En estos días en los que la tecnología amenaza con cambiar a la humanidad, Julio Godínez es un romántico. Confía en que ningún programa podrá jamás leer a Milán Kundera y Manuel Vicent, dos de sus autores de cabecera, y mucho menos podrá sentir para escribir».
«No creo que con la Inteligencia artificial haya peligro para la literatura», asegura.