Quito, 22 nov (EFE).- El presidente de New Stratus Energy (NSE), José Francisco Arata, confía en entablar aún una negociación con el Gobierno de Ecuador y no llegar a un arbitraje para que se atienda su petición de seguir en los bloques petroleros 16 y 67, cuyos contratos expiran a final de año.
En una entrevista con EFE, Arata consideró que «sería un suicidio» para el país que no se haga la multimillonaria inversión que tienen prevista para elevar su producción.
Arata indicó que la empresa, listada en la Bolsa de Valores de Canadá y a cargo de los bloques 16 y 67 a través de su filial Petrolia Ecuador, tiene derecho a solicitar la extensión de los contratos y a que se forme una comisión negociadora, pero de momento el Gobierno mantiene un proceso de reversión de los yacimientos para que regresen al Estado y queden eventualmente en manos de la estatal Petroecuador.
«Hay mucha gente pescando en río revuelto. Hay muchos intereses de terceros para que esto revierta a Petroecuador. El propio ministro (de Energía y Minas, Fernando Santos Alvite) dijo que Petroecuador era un antro de corrupción», manifestó el ejecutivo, que ve «incompatible» el proceso de reversión con la negociación.
Su propuesta es un nuevo contrato de 15 años bajo la modalidad de participación y ya no de servicios, lo que facilita el acceso al financiamiento, y donde el Estado sería el socio mayoritario, mientras que el privado asumiría las inversiones, algo que, de acuerdo a Arata, generará un mejor reparto de beneficios para ambos.
EL ARBITRAJE, SU ÚLTIMO RECURSO
En caso de que no se forme la comisión negociadora, «tenemos una responsabilidad con todos nuestros accionistas y tendríamos que recurrir a todos los instrumentos legales y jurídicos, de arbitraje nacional e internacional, para que se nos respete ese derecho», indicó Arata.
«Al final del día, lo que pedimos es que nos dejen invertir, y eso es exactamente lo que lo que ha promovido el Gobierno con el evento hace un año de ‘Ecuador Open for Business'», dijo en referencia a la política de promoción y atracción de inversiones extranjeras que maneja el Ejecutivo del presidente Guillermo Lasso.
«Lo que nos interesa es perforar pozos, aumentar producción, generar empleo y generar beneficios tanto para la nación como para las comunidades (indígenas) que están trabajando de la mano con nosotros. Nosotros no queremos entrar en litigios legales porque ese no es nuestro primer objetivo», continuó.
200 MILLONES DE DÓLARES EN DOS AÑOS
El empresario y geólogo venezolano recordó que, cuando a finales de 2021 adquirieron las acciones que la española Repsol tenía en ambos yacimientos, su idea siempre ha sido extender los contratos y estar en Ecuador a largo plazo, también con otras inversiones en el sector energético.
La inversión contemplada por la compañía para los dos próximos años es de 200 millones de dólares, con el fin de elevar su producción de los 15.000 a unos 25.000 barriles diarios, y así lograr entre 70 y 90 millones de barriles adicionales en los próximos 15 años, con un valor aproximado de 715 millones de dólares.
Arata señaló que, con ese dinero, «el Gobierno puede hacer muchas obras de infraestructura, obras sociales, hospitales, escuelas, carreteras…», sumado a los 600 barriles de diésel al día (unos 200.000 al año) que se producen al día en esos bloques y que suponen un ahorro en importaciones para el Estado.
«No debemos perder este tren. Estamos en un ciclo de precios altos del petróleo y hay que aprovecharlo. Retardar estas inversiones, sería un suicidio», advirtió Arata.
RESPALDO FINANCIERO INTERNACIONAL
El empresario enfatizó que los bloques 16 y 67 son campos maduros cuyos gastos son de al menos 100 millones de dólares al año, y para eso NSE mantiene una alianza con Baker-Hugues, que le da respaldo «técnico y financiero». Desde que asumieron los yacimientos, la producción ha subido un 15 % sobre lo proyectado.
Para Arata también es una ventaja que las nuevas inversiones no necesitarán licencia ambiental porque valdría con los permisos ya existentes, y destacó el alto manejo ambiental de la operación, donde las instalaciones ocupan el 0,27 % de las 139.000 hectáreas de los bloques y no quema el gas procedente de los pozos.
En ese sentido, apuntó a reducir al máximo la huella de carbono con la generación de electricidad a partir del agua a altas temperaturas que sale de los pozos, dada la importancia del entorno, pues los campos se ubican en el Parque Nacional Yasuní, la joya de la biodiversidad de Ecuador, y en la Reserva Étnica Waorani.
Asimismo, se mostró orgulloso de las relaciones con los waorani, con quienes han firmado un innovador e inédito convenio para que sean socios de la empresa y reciban dividendos por la operación, recursos para mejorar su medios y calidad de vida, como ya viene haciendo la empresa en aspectos como salud y educación.