Sao Paulo, 1 sep (EFE).- La economía brasileña se mantuvo estable en el segundo trimestre, con una caída del 0,1 % frente a los tres primeros meses del año, cuando el PIB avanzó un 1,2 %, y permaneció en el nivel que tenía a finales de 2019, antes de la llegada de la pandemia del coronavirus al país.
La ligera bajada del producto interior bruto (PIB), divulgado este miércoles por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), vino en línea con los cálculos de los expertos, que ya preveían estabilidad para el periodo y cuyas proyecciones oscilaban desde una caída del 0,3 % hasta un crecimiento del 0,1 %.
El resultado indica una desaceleración en la recuperación de la mayor economía de Suramérica, aunque los economistas mantienen las proyecciones de que Brasil podrá crecer hasta un 5,2 % en 2021 y superar la profunda recesión provocada por la covid en 2020, cuando el PIB se desplomó un 4,1 %, el peor resultado en 25 años.
El desempeño de la economía entre abril y junio fue influido por la industria, que retrocedió un 0,2 %, y la agropecuaria, cuya producción cayó un 2,8 % con respecto al primer trimestre, lastrada principalmente por los malos resultados de la cosecha de café debido al ciclo del grano y las recientes heladas en el país, uno de los mayores productores y exportadores de alimentos del mundo.
«La agropecuaria quedó negativa porque la cosecha de café entró en el cálculo. Eso tuvo un peso importante en el segundo trimestre. La cosecha del café está en la bienalidad negativa, que resulta en una retracción expresiva de la producción», explicó en el informe la coordinadora de Cuentas Nacionales del IBGE, Rebeca Palis.
Ya el retroceso en la actividad industrial fue pujado por las caídas en la industria de transformación (-2,2 %) y las actividades de electricidad, gas, agua y alcantarillado (-0,9 %) ante la escasez de materias primas en las cadenas de producción.
«La industria de transformación fue influida por los efectos de la falta de insumos en las cadenas productivas, como es el caso de la industria automotriz, que lidia con la falta de componentes electrónicos», subrayó Palis.
Otro factor de preocupación, según la coordinadora, para el desempeño económico de Brasil en lo que resta del año es la crisis hídrica y energética que azota el país, que podría ser la más grave en casi un siglo.
«En la actividad de energía eléctrica, hubo aumento en los gastos de producción debido a la crisis hídrica que hizo aumentar el uso de las termoeléctricas», agregó.
Por otro lado, en el terreno positivo para el resultado del segundo trimestre destacó el sector de servicios, que avanzó un 0,7 % frente a los tres meses anteriores, impulsado sobre todo por el comercio y el transporte, que fueron las actividades «más afectadas por la pandemia y que empiezan a recuperarse ahora».
Pese al resultado trimestral, el PIB brasileño avanzó un 12,4 % entre abril y junio en la comparación con el mismo periodo de 2020 y acumula una subida de un 6,4 % en el primer semestre del año.
Por ello, los especialistas mantienen sus estimativas de que el país deberá crecer cerca del 5 % este año, aunque redujeron las proyecciones para 2022, que se ubican ahora entre un 1,5 % y 2 %.
Entre los principales desafíos para el crecimiento de la economía de Brasil en lo que resta del año, los economistas apuntan la tensión política entre el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro y los demás poderes, la desigual recuperación de los diferentes sectores económicos, la elevada tasa de desempleo (14,1 %) y una inflación fuera de control.
En ese sentido, coincidieron en que la recuperación brasileña es aún «modesta» y que el país afronta «dificultades para un crecimiento más robusto».
El pasado julio, la inflación alcanzó el mayor resultado interanual (8,99 %) del año y se sitúa cada vez más lejos de la meta fijada por el Gobierno para este 2021, que es de 3,75 % con un margen de tolerancia de 1,5 puntos porcentuales para arriba o para abajo, por lo que el techo máximo establecido sería del 5,25 %.
De continuar esa tendencia alcista, que empezó a mediados del año pasado pero viene acelerándose desde marzo, la inflación en Brasil cerrará 2021 por encima del 4,52 % de 2020, que entonces sería la más elevada desde 2016.
Asimismo, el alza de inflación podría suponer mayores elevaciones en la tasa básica de interés por parte del Banco Central, lo que igualmente afectaría el ritmo de producción, consumo y crecimiento del gigante latinoamericano.