La Paz, 21 jul (EFE).- Los avances de Argentina hacia su soberanía energética con el desarrollo de la formación Vaca Muerta y la entrega del primer tramo de un importante gasoducto causaron un remezón en Bolivia ante la eventual pérdida de uno de sus principales compradores de gas natural, un producto que, no obstante, hoy está en declive.
Al menos en las dos últimas décadas, el gas fue el producto estrella de exportación de Bolivia y el sustento de su crecimiento económico, con Brasil y Argentina como principales mercados, pero en los últimos años se ha advertido una disminución en la producción y los ingresos.
Entre enero y mayo de este año, las exportaciones de hidrocarburos llegaron a 910,4 millones de dólares, un 22,6 % menos que los 1.175 millones registrados en similar periodo de 2022, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Las ventas de gas en concreto alcanzaron un valor de 899,4 millones de dólares, con una caída de 23,5 % frente a los 1.175,2 millones reportados entre enero y mayo de 2022.
Por destino, las exportaciones bolivianas a Brasil cayeron en 16,9 %, de 842,2 millones de dólares en los cinco primeros meses de 2022 a 698,4 millones este año.
En el caso de Argentina, el descenso fue de 35,1 %, de 645,5 millones de dólares a 419,1 millones.
Además, según datos del privado Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Bolivia pasó de ser el octavo mayor exportador de gas natural del mundo en 2013, un año «récord» para las exportaciones bolivianas, a ocupar el sitial 15 en 2022.
Al declive del sector hidrocarburífero boliviano se sumó la reciente inauguración del primer tramo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK), que abastecerá el gas de Vaca Muerta al mercado argentino con miras a dejar de importar el energético, según las autoridades de ese país.
Se anunció la negociación de una adenda al contrato de venta de gas a Argentina, con la perspectiva de disminuir los volúmenes de compra a partir de 2024.
El presidente de la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Armin Dorgathen, dijo hace unos días que esto no debe asumirse como una pérdida para el país, ya que el gas que se deje de vender a Argentina se comercializará en Brasil.
Dorgathen se reunió la semana pasada en Buenos Aires con la secretaria de Energía de Argentina, Flavia Royon, quien reveló en Twitter que dialogaron «sobre el abastecimiento de gas» boliviano y la «posibilidad de exportar gas a Brasil utilizando la infraestructura de transporte existente en Bolivia».
DECLINACIÓN BOLIVIANA
En declaraciones a EFE, el exministro boliviano de Hidrocarburos Álvaro Ríos consideró que «no es que Argentina está con ese objetivo de quitarle el mercado a Bolivia, o de ser autosuficiente».
«Es una respuesta a la declinación de la producción en Bolivia y a la falta de cumplimiento del contrato que teníamos con Argentina, donde incluso ha habido periodos muy críticos en ese país por la falta de gas boliviano y se ha tenido que recurrir a comprar otros combustibles para no tener que racionar o desabastecer al país», señaló.
Ríos recordó que en 2014 la producción boliviana de gas bordeaba los 62 millones de metros cúbicos diarios (MMmcd) «y hoy está alrededor de 36 MMmcd», con una demanda interna de 14 MMmcd.
Para el experto, se fue «abandonando» el mercado argentino ante la «declinación muy acelerada» de la producción y el compromiso de venta a Brasil, y «en este contexto es que Argentina acelera sus gasoductos para llegar al norte y autoabastecerse».
El exministro indicó que ese mercado se iba a perder «de todas formas» en dos a cuatro años, pero el declive boliviano hizo que el proceso se adelante.
Ríos coincidió en que ese gas se podrá vender en Brasil, pero insistió en que «no es un problema de mercado», sino de «capacidad de producción en Bolivia».
A su juicio, hubo un «descuido» en la política exploratoria para reponer las reservas de gas, sumado a un sistema impositivo «perverso» con las inversiones extranjeras.
Consideró importante que en el corto plazo se facilite a Argentina el uso de los gasoductos bolivianos en los próximos 5 a 6 años y hacer una «rápida reactivación de los campos maduros» con ajustes al marco tributario para tratar de producir petróleo «más rápidamente» y bajar la importación de combustibles.
Además de permitir al sector privado producir biocombustibles para «alivianar un poco la importación de diésel».
Por su parte, YPFB defiende su plan de reactivación del Upstream (exploración y producción) con el que busca desarrollar 36 proyectos en seis regiones bolivianas hasta 2024.
Gina Baldivieso