Dajabón (R.Dominicana), 10 may (EFE).- En los apretujados pasillos del mercado dominicano de Dajabón, de vital importancia para el suministro de víveres hacia el norte de Haití, se ve con recelo los planes del Gobierno dominicano de levantar una verja en la línea divisoria entre ambos países.
Estos planes, anunciados por el presidente Luis Abinader, chocan con la visión de apertura comercial que se pretende impulsar desde las comunidades que viven a uno y otro lado del principal paso la frontera, donde se pide más planes de desarrollo y menos verjas.
La construcción de la valla comenzará en el segundo semestre de este año y de momento las autoridades solo han aclarado que la verja no cubrirá por entero los 380 kilómetros de la línea divisoria, sino apenas las zonas donde hoy es más difícil controlar la inmigración irregular.
El presidente de la Federación de Comerciantes de Dajabón, Freddy Morillo, atiende a Efe en el puente que une su ciudad con la haitiana de Ouanaminthe, también conocida como Juana Méndez, y valora que «el comercio es lo que mantiene tranquila y en paz la frontera».
«Lo que se requiere en la frontera es un muro, pero es un muro de fábricas, es un muro de zonas francas, es un muro de generar empleo, un muro que tenga en cuenta la sobrevivencia de ambos pueblos», asevera Morillo.
El alcalde de Dajabón, Santiago Riverón, se expresa en los mismos términos. «Siempre he abogado por un muro, pero un muro de empresas en los pueblos fronterizos», resume el regidor, sentado en su despacho, vestido con chacabana, la guayabera dominicana, y con un sombrero de ala ancha.
Pone como ejemplo el Codevi, un parque industrial construido por empresarios dominicanos en Haití, que ha contribuido de forma decisiva al desarrollo de Ouanaminthe, ciudad que ahora tiene 170.000 habitantes, cinco veces la población de Dajabón.
UN CASO DE ÉXITO
En las 28 naves industriales del Codevi la actividad no cesa. Más de 14.000 haitianos uniformados cosen ropa sin parar, en un ambiente de trabajo organizado que contrasta con el alboroto y el caos que reina en las calles de Ouanaminthe.
En las doce fábricas del parque industrial principalmente se ensamblan textiles, pero hay espacio para la implantación de empresas de equipos médicos, paneles solares o electrodomésticos, sectores que pueden exportar sin aranceles a Estados Unidos gracias al acuerdo comercial Hope and Help.
El gerente comercial de Codevi, Aníbal Capellán, explicó que Haití ofrece una «oportunidad tremenda» para las empresas que quieran beneficiarse del «nearshoring», la práctica comercial impulsada por Estados Unidos con el objetivo de buscar a proveedores en países próximos a sus costas.
El parque industrial prepara una expansión de sus instalaciones y vislumbra que podrá duplicar el número de trabajadores en pocos años, lo que también tendrá repercusión en República Dominicana, por la generación de empleos indirectos y el aumento del comercio.
PLANES DE DESARROLLO
De forma paralela al proyecto de la verja, el Gobierno dominicano ha puesto en marcha varios planes de desarrollo para la frontera, el principal, la renovación por 30 años de la ley de incentivos fiscales concedidos a las empresas que se instalen en la región.
Esa ley ya ha cumplido 20 años de vigencia y, aunque ha contribuido a la implantación de cerca de 80 empresas en la zona, no ha colmado las expectativas de generación de empleos y prácticamente no ha conseguido atraer inversiones a la zona suroeste, la más pobre del país.
En esa región se está comenzando a desarrollar uno de los proyectos estrella del presidente Abinader, la construcción de un complejo hotelero cerca de Pedernales, que generará 14.000 empleos directos en una zona hasta ahora virgen para el turismo.
UN NUEVO MERCADO
En el norte, los comerciantes esperan con ansia la apertura de un nuevo mercado que se inaugurará en Ouanaminthe en un plazo de uno o dos meses y funcionará de forma complementaria al de Dajabón, lo que puede aumentar aún más el comercio entre ambos países.
Un reciente estudio del Banco Central dominicano apunta que el flujo comercial de estos mercados informales es mayor de lo que se pensaba y mueven más de 330 millones de dólares al año, lo que equivale al 7,5 % del total de las exportaciones dominicanas.
Manuel Pérez Bella