Recife (Brasil), 18 dic (EFE).- La preservación de los caballitos de mar, una especie amenazada de extinción en todo el mundo, pasó a convivir con la expansión del puerto marítimo de Suape, uno de los más importantes de Brasil y que tiene el 60 % de su área como reserva natural, albergado un rico ecosistema de biodiversidad.
El Complejo Industrial Portuario de Suape, una zona marítima compartida por los municipios de Ipojuca y Cabo de Santo Agostinho en la región metropolitana de Recife, capital del estado de Pernambuco (noreste), se ha convertido en la esperanza de supervivencia para los llamativos peces asemejados a un caballo.
Con silueta y cabeza de equino, ojos de camaleón, bolsa de marsupial en la que los machos alimentan a las crías y con rabo de mono, los caballitos de mar son raros peces óseos que muchos los asocian a los mamíferos marinos como el delfín o hasta creen que se trata de una especie de camarón gigante.
«La presencia de los caballitos de mar es un importante y positivo indicativo ambiental para la región», afirmó a Efe la bióloga Rosana Silveira, coordinadora del Projeto Hippocampus, que actúa en todo el país y pasó a operar desde 2020 desde dentro del propio puerto de Suape, el principal de Pernambuco.
Cuando Silveira llegó en el año 2000 a Pernambuco, 5 años después de iniciar el proyecto en Porto Alegre, capital del estado de Río Grande do Sul y distante casi 4.000 kilómetros en el litoral sur del país, notó que en la región Noreste había una disminución del 80 % de los caballitos de mar, que eran un atractivo turístico.
«Era una especie que estaba críticamente amenazada», relató Silveira, quien en sus 21 años de trabajo científico en Pernambuco, con bases en Pontal de Maracaípe, en el turístico distrito de Porto de Galinhas y ahora en el puerto de Suape, ha conseguido reproducir en estanques y entregar a las aguas 863.948 caballitos de mar.
Después de su instalación en Suape, a finales de 2020, fueron liberados en el mar, en los manglares y zonas costeras del ecosistema, 34.400 caballitos de mar hippocamus, que poseen la peculiar característica de cambiar de color según su hábitat y comparten el espacio con tiburones, rayas y otras especies.
La labor del Projeto Hippocamus no se limita a los caballitos de mar en Suape y vela también por iniciativas similares con la especie en otros estados como Río Grande do Sul (sur), Río de Janeiro (sureste) y Ceará y Piauí (noreste), estos últimos junto a Pernambuco con actividades relacionadas al ecoturismo.
PRESERVACIÓN AMBIENTAL Y DESARROLLO PORTUARIO DE LA MANO
La iniciativa de aumentar el número de ejemplares de caballitos de mar en Brasil se dio paralelamente al desarrollo alcanzado por el puerto, un complejo de 13.500 hectáreas que completa 43 años y que pasa por un acelerado proceso de modernización y revitalización en los últimos años.
«Las inversiones han permitido consolidarnos como polo farmacéutico, con posibilidad de producción de materia prima para vacunas anticovid; terminal petrolera marítima, líderes del mercado de contenedores y ‘hub’ (intercambiador) de gas e hidrógeno verde», destacó a Efe Roberto Gusmao, presidente del puerto.
«Todo eso tratando los asuntos del medio ambiente con mucho respeto y mucho cuidado. Somos, con toda seguridad, los líderes nacionales -entre los puertos- de preservación ambiental con 8.000 hectáreas de bosques conservadas y proyectos sumamente importantes como la preservación del caballito de mar», resaltó.
Suape, vencedor del Lighthouse Awards otorgado por la asociación de autoridades portuarias de Estados Unidos en la categoría Mejora Ambiental, «es una referencia nacional de esta especie marina, no solo para que no fuese extinta sino para que también habitase en las diversas cadenas productivas», subrayó Gusmao.
El complejo cuenta con un vivero forestal que ya plató 2 millones de árboles en más de 1.000 hectáreas de la reserva, otorga el Sello Amigo del Océano a las empresas del puerto que certifiquen sus buenas prácticas ambientales y apoya proyectos de apicultura y agricultura familiar en las comunidades carentes vecinas.
Waldheim García Montoya