Tegucigalpa, 15 ago (EFE).- La «fase uno» de la reactivación económica de Honduras retomada hace dos semanas, ha marchado con un mayor movimiento del sector informal, mientras que otros, como el transporte aéreo y terrestre, ha ido más lento, al parecer por el temor de la gente a contagiarse con la COVID-19.
Entre los empresarios, como dueños de hoteles, por ejemplo, el temor que tienen es que, después de cinco meses de confinamiento, abran sus negocios y que pronto tengan que cerrar de nuevo por falta de clientes, perdiendo lo que han invertido en protocolos de seguridad y otras cosas, con la esperanza de una recuperación, aunque al inicio sea lenta.
EL TURISMO CLAMA POR APERTURA
Por lo percibido en algunos comercios visitados por Efe en Tegucigalpa en las últimas dos semanas, mucha gente prefiere seguir confinada en casa, por su seguridad y la de su familia, acatando, aunque con desagrado, el toque de queda decretado por el Gobierno desde el 12 de marzo, que ha venido prolongándose.
«Mis hijos y mi esposa queremos salir, esperamos que esta pandemia se acabe pronto. Deseo ir a abrazar a mis padres y hermanos, pero no podemos arriesgarnos», dijo a Efe el economista Martín Soriano, al salir de un supermercado de comprar alimentos.
Añadió que en su casa solamente está saliendo él, cada quince días, «bien protegido» para evitar contraer la COVID-19, que en Honduras ha dejado más de 1.500 muertos y casi 50.000 contagios.
Una treintena de municipios, de los 298 que tiene el país, se mantienen en la «fase cero», sin poder reactivar su economía, por la alta de incidencia de contagios que tienen, lo que ha agravado la situación de sus habitantes.
Ese es el caso de la turística ciudad puerto de Trujillo, en el Caribe, sitio que para muchos tiene las mejores playas del país.
Sus autoridades y empresarios claman por asistencia sanitaria y que se les autorice pronto pasar a la «fase uno», porque la situación que atraviesan cada vez es más grave, con el riesgo de que algunos negocios cierren definitivamente.
Situación similar atraviesa el sector hotelero de La Ceiba, otra ciudad puerto, la tercera del país, en el caribeño departamento de Atlántida, donde aseguran que el turismo agoniza.
«Esperamos abrir luego, pero con cautela porque estamos viendo poca gente movilizándose y tememos que ante la poca clientela, tengamos que volver a cerrar», indicó a periodistas un ejecutivo de un reconocido hotel situado frente a la playa.
Añadió que la población debe «tener confianza y salir sin miedo» a infectarse, de un virus que «difícilmente será controlado a corto plazo y habrá mucha gente encerrada por más tiempo».
En el país son varios hoteles, entre ellos de los mejores de ciudades como Tegucigalpa, San Pedro Sula y Tela, los que han cerrado operaciones a causa de la COVID, que globalmente ha dejado a unas 500.000 personas sin empleo, según empresarios locales.
MOVIMIENTO EN CENTROS COMERCIALES Y MERCADOS
En Tegucigalpa, Efe ha visto, en diferentes días, muy pocos clientes en los centros comerciales conocidos como «Mall», con tiendas de ropa, joyería, electrodomésticos, cafés, restaurantes de comidas rápidas, dulcerías, agencias bancarias y supermercados, entre otros.
En algunos, varios negocios cerraron y los más concurridos son los supermercados y agencias bancarias.
En cada «Mall» se aplican protocolos sanitarios y se exige a los clientes llevar mascarilla puesta, lo que contrasta en algunos mercados populares, donde Efe constató que algunos vendedores, fijos y ambulantes, van sin tapabocas, lo mismo que compradores, aunque la mayoría sí lo usa y el movimiento es más ordenado que antes.
En otros casos, hay personas que llevan mascarilla, pero con la boca y nariz descubiertas, y algunos sucia, aduciendo que solo tienen una, pero que «los pobres la lavamos para seguir usándola».
ARTESANOS PIDEN AYUDA
En Valle de Ángeles, un pequeño pueblo turístico y de artesanos, esperan «una ayuda que prometió el Gobierno, que no ha llegado», dijo a Efe Rubén González, quien desde marzo cerró su reconocido Taller Arte Piel, de confección de piezas de cuero.
«Hacemos piezas para damas y caballeros como carteras, bolsos, cinturones, maletines ejecutivos y billeteras entre otras cosas, pero los 37 empleados se tuvieron que ir a su casa desde que comenzó el toque de queda. Estamos atravesando una situación muy difícil», subrayó González.
El artesano, que esta semana reabrió su taller, pero solamente con los ocho miembros de su familia, señaló que, aunque en el pueblo se han «cuidado para no contagiarse con la COVID-19, no se les ha permitido trabajar, y que la crisis los está «terminando».
Pero la pequeña empresa de González, quien habló también a nombre de los demás artesanos del pueblo, no abrió con la producción de sus tradicionales piezas, sino con novedosas mascarillas de cuero, con variados modelos, en colores negro, café o natural. También las hay decoradas con motivos en vivos colores, pintados a mano, sobre lo que quiera el cliente.
El coste de las mascarillas oscila entre 200 y 400 lempiras (de 8 a 16 dólares), dijo González, cuyo taller había elaborado hasta el vienes «cuatro docenas».
Todas las tapabocas se pueden reutilizar, la más barata solamente lleva un filtro, mientras que por las más caras el cliente recibe dos filtros adicionales para que los cambie cuando quiera.
González dijo que los artesanos de Valle de Ángeles, ante la falta de la ayuda prometida por el Gobierno, están buscando una financiación con la idea de reabrir sus talleres, para lo que están en pláticas con la alcaldía, que podría servirles de aval.
TRANSPORTE TERRESTRE Y AÉREO TAMBIÉN VA LENTO
Esta semana se sumaron a la reactivación económica, también de manera gradual, el transporte terrestre urbano, interurbano y aéreo, pero los pasajeros no han sido muchos, lo que los empresarios lo atribuyen a que la gente todavía siente miedo de contagiarse si viaja.
El transporte interurbano inició con algunas de las rutas entre ciudades importantes, mientras que el servicio interdepartamental tendrá que esperar más tiempo, según las autoridades del sector.
En los primeros días, algunos autobuses salieron solamente con cuatro o cinco pasajeros, en un inicio con pérdidas, las que han aumentado porque las empresas han invertido en protocolos de bioseguridad para su personal, clientes y unidades.
Los vuelos nacionales, entre Tegucigalpa, San Pedro Sula y la isla de Roatán, en el centro, norte y Caribe de Honduras, iniciaron el martes, y aunque estaba previsto que los internacionales lo hicieran a partir de la próxima semana, United, de EE.UU., se adelantó.
La reactivación económica, en cuya «fase uno» las empresas autorizadas están trabajando con un máximo del 60 % de su personal, pasará a la «fase dos», dependiendo de la expansión de la pandemia, cuyo pico, sigue en alza.
Germán Reyes