Machu Picchu (Perú), 1 nov (EFE).- El silencio reinante en Machu Picchu durante su larga clausura por la pandemia del covid-19 se rompió finalmente este domingo con un espectáculo nocturno donde anunció al mundo su reapertura al turismo de manera segura, bajo la nueva normalidad de llevar mascarilla y mantener distancia social.
Tras siete meses y medio solitario y sin visitantes, el monumento más emblemático del Antiguo Perú hizo una llamada global para que los turistas vuelvan a maravillarse de la joya arquitectónica de los incas enclavada en las montañas de Cusco, sin temor a aglomeraciones ni a caer contagiados por el coronavirus.
Su reapertura fue a lo grande, con una inédita iluminación de sus estructuras que exaltaban la majestuosidad de la ciudadela en mitad de la oscuridad y de la lluvia, y con sus muros como un lienzo sobre el que se proyectaron distintos efectos, como cataratas de agua que caían por sus diferentes niveles.
La personificación de uno de los incas que habitó este lujoso recinto escenificó la reapertura con una ofrenda a la pachamama, la madre naturaleza, a la que después se le celebró con distintos bailes folclóricos.
CERTIFICADO INTERNACIONALMENTE CONTRA COVID-19
Con la presencia en la ceremonia de los ministros de Comercio Exterior y Turismo, Rocío Barrios; de Cultura, Alejandro Neyra; y de Ambiente, Kirla Echegaray, el icono más famoso de Perú recibió el sello ‘Safe Travels’ que otorga el Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC, por su sigla en inglés).
«Para nosotros es un día sumamente especial. Luego de ocho meses muy duros por la pandemia, le decimos al mundo que vamos a volver, y se lo decimos desde nuestro icono más importante», aseveró Barrios durante el acto.
«Machu Picchu se reabre para decir que lo estamos reactivando con responsabilidad y suma prudencia, para que cuando el mundo piense en volver, nos tenga en la menta y sepa que Machu Picchu es un destino seguro», añadió la ministra.
Durante las últimas semanas se ha trabajado en un protocolo para reactivar de manera segura Machu Picchu, la joya del sector turístico de Perú, por cuyo recinto, de plazas grandes y pasillos angostos, pasaban hasta 5.000 personas en años anteriores.
Esos atascos de turistas en hora punta tardarán en volverse a ver en Machu Picchu, cuya nueva normalidad hará todavía más exclusiva la visita a la ciudad más universal de los incas.
AL 30 % DE SU CAPACIDAD
Ahora solo habrá lugar de momento para, como máximo, el 30 % de los turistas que entraban antes de la pandemia, lo que significa 675 visitantes por día, con un límite por hora de 75 turistas.
La mascarilla será de uso obligatorio durante toda la visita y los grupos están limitados a un máximo de siete personas, quienes deberán mantener durante toda la visita una distancia de dos metros entre miembros del mismo grupo y de mínimo 20 metros con otros grupos.
Son decenas de miles los turistas de múltiples países que, por culpa de la pandemia, se quedaron en este 2020 sin conocer Machu Picchu, declarada patrimonio cultural de la humanidad en 1981 y nombrada una de las siete maravillas del mundo moderno en 2007.
Desde que el estadounidense Hiram Bingham diese a conocer en 1911 al resto del mundo la existencia de Machu Picchu, la ciudadela inca difícilmente había estado tan vacía durante tanto tiempo como durante la pandemia, solo transitada por los operarios encargados de hacer el mantenimiento dentro del recinto.
UN SECTOR DURAMENTE GOLPEADO
La reactivación de Machu Picchu era ansiada como un maná por los operadores turísticos, cuyo sector fue duramente golpeado por el draconiano confinamiento en el que se sumergió el país desde mediados de marzo y que llevó a su economía sufra una recesión que se prevé que alcance el 12 % de su producto interior bruto (PIB)
Con el emblema turístico de Perú de nuevo en marcha, este sector que generaba a nivel nacional unos 5.500 millones de dólares espera el impulso definitivo para volver a echar a andar. «Es el primer paso», dijo la ministra Barrios a pregunta de Efe.
El pueblo de Machu Picchu, también conocido como Aguas Calientes, que está a orillas del río Vilcanota y donde casi el 90 % de sus vecinos vivía del turismo, se volvió una localidad fantasma, sin la vorágine de los miles de visitantes que traía el tren que llega a su estación.
Ahora sus calles vuelven a tener algo de movimiento, con familias enteras como Candy Obando, que llegó junto a otros diez parientes procedentes de la vecina región de Arequipa para tratar de ser los primeros en entrar al parque arqueológico tras su reapertura oficial.
«Ahora más que nunca Perú y el Cusco son un lugar ideal de visitar. Desde que salí de casa están cumpliéndose todas las medidas en los lugares por los que he pasado, con mascarillas, alcohol en gel e invito a todos con toda confianza que vengan también a visitar el país», señaló en declaraciones a Efe.
Como Obando y su familia, los primeros visitantes tras su reapertura oficial serán eminentemente peruanos que en apenas cinco días agotaron los más de 8.000 cupos para acceder gratis a Machu Picchu habilitados para los primeros quince días de noviembre.
PRIMEROS PASOS PARA REGRESO DE EXTRANJEROS
Los turistas extranjeros tardarán un poco más en llegar, pues recién en octubre Perú reabrió sus fronteras aéreas y, tras estar suspendidas durante seis meses, reanudó rutas regulares con siete países de Latinoamérica (Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Panamá, Paraguay y Uruguay).
A partir de noviembre hará lo propio con otros países como Argentina, Brasil, Estados Unidos, México y Canadá.
Todos los turistas que lleguen procedentes de esos destinos deberán presentar a su llegada una prueba molecular (PCR) con resultado negativo realizada menos de 72 horas antes de tomar el vuelo, así como una declaración jurada de salud con su itinerario y el compromiso de advertir si tienen algún síntoma.
Perú está flexibilizando restricciones y reactivando el turismo mientras deja atrás la primera ola, que le posicionó como uno de los epicentros de la pandemia, al acumular más de 900.000 contagios y más de 34.000 muertos, lo que le hace tener la tasa de mortalidad más alta del mundo, con 105 decesos por cada 100.000 habitantes.
Fernando Gimeno