La Habana, 20 jul (EFE).- Algunos supermercados en Cuba amanecieron este lunes, por primera vez en meses, con las estanterías repletas. Los clientes ya pueden acceder a una abundante y variada oferta de alimentos y artículos de higiene que llevaban meses desaparecidos. Con una condición: se pagan en divisas.
La medida, que llega con polémica dado que excluye a parte de la población sin acceso a «moneda dura», busca recaudar principalmente dólares para paliar el crónico déficit de balanza de pagos, agravado en los últimos meses.
Después de tres horas de cola Maylín, ama de casa de 45 años, hizo la compra en el supermercado de 3ra y 70, la mayor superficie comercial del barrio habanero de Miramar reabierta desde hoy como establecimiento en MLC (moneda libremente convertible).
«Queso, aseo, cosas que no he logrado comprar en todo este tiempo que hemos estado de pandemia», explica a Efe, preguntada por el contenido de su carrito de la compra.
Como ella, los cubanos que disponen de una cuenta en dólares, euros o pesos mexicanos han comenzado a llenar los 72 comercios de pago con tarjeta exclusivamente en divisas dispuestos en todo el país.
Detergentes, lavavajillas, jabones, aceite, leche, salmón, atún, pastas y cereales de diversas marcas rebosaban hoy en los estantes de 3ra y 70, para asombro y regocijo de unos clientes acostumbrados hasta ahora a encontrar poco o nada tras interminables colas en los supermercados de la ciudad.
LOS QUE RECIBEN REMESAS
Maylín no trabaja, pero sí lo hacen sus hermanos en España y Estados Unidos, que le envían dinero con frecuencia a su cuenta en divisas. Por eso hoy se siente pletórica: comprar en dólares «es otra oportunidad. Aquí vemos productos que no se logran en las otras tiendas», explica.
Yordanka, de 46 años, Odalis de 50 y Roberto de 60 esperan en la misma cola. No se conocen pero sus vidas son paralelas: subsisten con las remesas que les envían sus familiares desde el exterior y ahora aprovechan la oportunidad que les brindan los nuevos comercios en MLC, surgidos como oasis en el desabastecido mercado de la isla.
«Eso fue un familiar que tengo ahí afuera. Ya sabe cómo es esto, con la jubilación no me alcanza. Gracias a él que me envía el dinerito desde allá y uno puede hacer algo», comenta a Efe Roberto, que espera su turno a las puertas del supermercado desde primera hora de la mañana. «Dicen que hay pasta de dientes, puré de tomate y cerveza», asegura ilusionado.
LOS QUE SE QUEDAN FUERA
Sin embargo, no todos tienen la misma suerte. Juan, que espera el autobús a unos 500 metros del lugar, nunca entrará en 3ra y 70. «Eso es para el que tenga la posibilidad de la divisa. Yo soy un trabajador normal que cobro en moneda nacional y a mí no me pagan en divisas», lamenta.
Silvio, jubilado de 82 años, se lo toma con más filosofía: «me he desinteresado por eso porque no está a mi alcance. Para que lo entiendas: yo no sé manejar, y no me ha interesado nunca porque no tengo carro. Si tuviera un carro aprendería. Pues con esto igual», explica a Efe.
Para Juan, Silvio y la gran mayoría de cubanos que carecen de cuenta bancaria en moneda extranjera siguen abiertos los supermercados y tiendas que aceptan las dos denominaciones que circulan oficialmente en Cuba: el peso cubano o CUP y el peso convertible o CUC, este último paritario con el dólar estadounidense.
Estos locales, sin embargo, han ofrecido en los últimos meses penosas imágenes de estanterías vacías. El habitual desabastecimiento de productos en Cuba se ha agravado por el endurecimiento del embargo y las nuevas sanciones económicas de EE.UU., sumados al parón del turismo y el recorte de las remesas por la pandemia del coronavirus.
En este complicado contexto hoy sigue avanzando en Cuba la dolarización de la economía, iniciada en octubre del año pasado con la apertura de tiendas de electrodomésticos y piezas de automóviles también vendidas en divisas.
La apertura de estas tiendas se produce en la misma jornada en que el cambio del dólar deja de estar gravado con un 10 %, una medida vigente desde 2004, cuando el dólar dejó de circular oficialmente en Cuba.
UNA MEDIDA POLÉMICA
El Gobierno asegura que beneficia a todos: las divisas recaudadas en los nuevos establecimientos permitirán importar los productos necesarios para abastecer los mercados que venden en CUP y CUC, monedas que carecen de respaldo internacional. Cuba produce solo el 20 % de los alimentos que demanda su población y el resto lo compra a otros países.
Los detractores del Gobierno en general y de esta medida en particular denuncian, por su parte, que se ha impuesto de forma efectiva una segregación comercial, con cubanos de primera y segunda clase en función de su acceso a moneda extranjera.
«Todo lo malo que critican del capitalismo lo acaban de hacer con las tiendas MLC. Lo peor es que lo bueno, no lo vamos a ver», opina irónicamente un usuario de Twitter.
En todo caso, el ambiente en la calle es de expectación y solo el tiempo dirá hasta qué punto la nueva medida logra aliviar el problema del desabastecimiento o incluso, como anuncian los medios estatales, avanzar hacia la ansiada y lejana «soberanía alimentaria» del país.
Atahualpa Amerise