Redacción Medioambiente, 25 ago (EFE).- El plebiscito que ordena parar la explotación del petróleo en la Amazonia ecuatoriana es «un ejemplo» que deberían seguir todos los gobiernos al ser «un logro» de la ciudadanía que, por medio de una «democracia participativa», decidió optar por la naturaleza y la biodiversidad, han coincidido expertos consultados por EFE.
Ecuador votó a favor de dejar de explotar petróleo en el Bloque 43-ITT, uno de los cuatro yacimientos abiertos en el Parque Nacional Yasuní, ubicado en la Amazonía ecuatoriana, uno de los bosques tropicales más biodiversos del planeta, donde, según la ong estadounidense Wildlife Conservation Society, existen 1.300 especies de árboles, 610 de aves, 268 de peces o 200 de mamíferos.
El plebiscito sobre el Bloque 43-ITT (Ishpingo, Tiputini y Tambococha) se llevó a cabo después de diez años de la propuesta lanzada en su día por el Gobierno de turno para dejar de explotar petróleo en el Yasuní a cambio de una petición a la comunidad internacional de una compensación de 3.600 millones de dólares, iniciativa que no logró el apoyo necesario por lo que se inició la extracción.
El director de WWF Ecuador, Tarsicio Granizo, sostiene que en una «importante consulta popular», la ciudadanía ecuatoriana «se ha dado cuenta» de que es prioritario mantener los derechos de la naturaleza y los de los pueblos indígenas -especialmente de los pueblos en aislamiento voluntario que habitan en esa zona-, ubicados en el Parque Nacional Yasuní.
Granizo subraya que el plebiscito se realizó coincidiendo con la convocatoria a elecciones generales en Ecuador, cita en la que la ciudadanía votó además en contra de las explotaciones mineras en el Chocó Andino, declarada en 2018 Reserva de la Biosfera por la Unesco.
En opinión del director de WWF Ecuador, es un «mensaje de los ciudadanos ecuatorianos al mundo», porque incluso afrontando la «actual y más dura crisis económica» se ha preferido dejar el petróleo bajo tierra que explotarlo, y niega que esto vaya a «derrumbar la economía», porque el ingreso del ITT es «menos del 10 % de la actividad petrolera», contrariamente a la «gran mentira que las petroleras intentaron incorporar en el discurso, sin tener éxito».
No obstante, advierte, «no es el final del camino», porque existen otras explotaciones petroleras mucho más antiguas en el Yasuní; pero «lo importante», asegura, es que «el mundo va hacia la descarbonización».
Sin embargo, remarca que el «verdadero valor de esta consulta popular es forzar al Estado ecuatoriano a cambiar el modelo de desarrollo», dejando atrás el petróleo y la minería para optar por las renovables, porque «ahora el petróleo tiene un menor aporte a la economía nacional y cada vez menos».
En opinión de Granizo, el Estado debe garantizar la seguridad de la zona, así como la capacitación y apoyo a las actividades de turismo ecológico que ya existen, pero también a los «pequeños emprendimientos de comunidades locales e indígenas y no indígenas que tienen que ver con un uso sostenible de los recursos del bosque».
Es necesario, según el experto y ex ministro de Ambiente en Ecuador, «encontrar mercados, que lo que busquen no es cantidad, sino calidad, un producto que tiene una historia detrás, que ha sido cultivado y producido sin deforestación, de manera justa, ese es el tipo de modelos que se necesita implementar en la Amazonia».
El portavoz de Greenpeace España, Pedro Zorrilla, señala que el plebiscito de Ecuador supone un «claro ejemplo de una buena práctica que tendrían que seguir todos los Gobiernos, que es realizar una política climática más participativa, más democrática, con una democracia participativa, dando un mayor peso a la voz de la ciudadanía».
Zorrilla recuerda como «otro ejemplo positivo a las asambleas ciudadanas», una de las cuales se realizó en España, que tuvo una «primera parte positiva», con la participación de 100 personas y expertos ambientales que realizaron una serie de reflexiones, pero que en una segunda parte, tras presentarse al Gobierno «apenas han tenido consecuencias, y no se han puesto metas para el seguimiento de las políticas para conseguir esas conlusiones».
En el caso de Ecuador, señala que «la ciudadanía ya sabe que el petróleo, el gas y el carbón son la principal causa de gases de efecto invernadero y del cambio climático», una certeza que ha llevado «a mucha gente a reclamar que las empresas energéticas y petroleras dejen de mentir sobre su actividad».
Recuerda que desde Greenpeace reclaman que «se reduzca su uso», porque además de causar el cambio climático, tienen otras muchas consecuencias en todo el mundo, como derrames por la extracción de petróleo, violación de derechos humanos, ocupación de territorios, destrucción de medio ambiente, de ecosistemas naturales».
En Ecuador se ha demostrado que «se está de acuerdo» en dejar de utilizar los combustibles fósiles y cambiar a las energías renovables y sostenibles.
Ambos expertos coinciden en la obligación de acelerar la financiación climática para la adaptación y mitigación de los impactos del cambio climático por parte de los países desarrollados a las naciones en vías e desarrollo, encaminada sobre todo a las energías renovables que requieren una inversión importante inicial, así como de tecnología para desarrollarlas.