Lima, 14 dic (EFE).- La ciudadela inca de Machu Picchu volvió a estar clausurada temporalmente desde este lunes, apenas mes y medio después de su reapertura al turismo, cuya actividad quedó paralizada desde mediados de marzo, cuando comenzó el confinamiento nacional en Perú contra la covid-19.
Pese a que la principal atracción turística de Perú continuaba su desconfinamiento en diciembre al pasar de un aforo reducido del 30 % al 50 %, las visitas volvieron a quedar suspendidas tras agudizarse una protesta de las poblaciones de las zonas aledañas a Machu Picchu, que han bloqueado los accesos al parque arqueológico.
La protesta se centra contra el tren que toman la mayoría de los turistas para visitar la ciudadela inca, operada por dos empresas privadas a las que los habitantes de la región demandan pasajes más baratos y mayores frecuencias para facilitar la llegada de visitantes a Machu Picchu.
Aunque inicialmente la protesta estaba concentrada en el municipio de Machu Picchu, también conocido como Aguas Calientes, que se encuentra en la parte baja de las montañas donde está la ciudadela inca, desde este domingo se ha ampliado a otras poblaciones por las que también pasa el tren, como Ollantaytambo.
El conflicto se agudizó el viernes con la toma de la estación de trenes y el bloqueo de la vía férrea en el pueblo de Machu Picchu, después de que las empresas operadoras PeruRail e IncaRail no aceptaran la demanda de habilitar tres y dos frecuencias exclusivas, respectivamente, para turistas nacionales.
CIERRE INDEFINIDO
Ante esta tesitura, la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) anunció el domingo por la noche el cierre indefinido de Machu Picchu hasta que se restablezca la normalidad, «con la finalidad de salvaguardar la integridad de sus visitantes».
Desde el pasado jueves la empresa PeruRail suspendió las operaciones de sus trenes en la ruta hacia Machu Picchu y no contempla restablecerlas hasta que lo indique la empresa Ferrocarril Transandino, concesionaria de la vía férrea, la misma medida que tomó el sábado IncaRail.
PeruRail aseguró en un comunicado que la suspensión del servicio a causa de los bloqueos ha afectado a más de 1.400 pasajeros que viajaban a diario en el servicio para la población local y a 1.000 turistas nacionales que tenían planificado su viaje a Machu Picchu en los trenes para turistas, más cómodos que el servicio local.
La compañía afirmó que no es posible acatar el pedido de fijar tarifas de 20 soles (unos 5,5 dólares), con el objetivo de incentivar así la llegada de turistas a la zona y, por lo tanto, la recuperación económica tras el confinamiento de la covid-19.
«Dicho pedido no solo desconoce los servicios sociales que ya venimos brindando por debajo del costo real que representan, sino también los gastos operativos que demanda el funcionamiento de los trenes y que, dada la coyuntura económica que ha ocasionado la pandemia, no estamos en condiciones de afrontar», dijo la empresa.
Actualmente las tarifas de esta empresa oscilan entre los 50 y 400 dólares por trayecto, pero para este mes hay ofertas de hasta el 80 %, según PeruRail.
LENTA REACTIVACIÓN
Desde que se reanudaron en noviembre las visitas a Machu Picchu, la gran mayoría de los turistas que han llegado a la ciudadela inca son peruanos, en parte incentivados por el acceso gratuito al parque arqueológico durante las primeras semanas de reanudar su actividad.
Debido a las restricciones y reducción de frecuencias de vuelos internacionales, Machu Picchu está todavía lejos de recuperar el volumen de turistas extranjeros previo a la pandemia, que suponía el principal motor económico para buena parte de la población de las localidades cercanas a la joya arquitectónica de los incas.
Desde que el estadounidense Hiram Bingham difundiese su existencia a todo el mundo en 1911, Machu Picchu se ha vuelto el icono más universal de Perú, reconocido desde 1983 como patrimonio de la humanidad y desde 2007 como una de las siete maravillas del mundo moderno.