Buenos Aires, 28 jul (EFE).- Hace justo un año, el 28 de julio de 2022, la entonces ministra de Economía, Silvina Batakis, llegaba a Buenos Aires procedente de Washington, donde se había reunido con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y se encontraba con rumores que situaban a Sergio Massa en su puesto. Después de eso, renunció.
En solo 365 días, el entonces presidente de la Cámara de Diputados pasó de asumir la ‘supercartera’ de Economía -que englobó desde ese momento tres Ministerios: Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca- a estar en la rampa de lanzamiento hacia el milagro de retener en manos del oficialismo el Gobierno argentino.
Sergio Tomás Massa, nacido en San Martín (provincia de Buenos Aires) el 28 de abril de 1951, que ya en 2015 fue aspirante a la Presidencia de Argentina -quedando tercero en las elecciones que llevaron al centroderechista Mauricio Macri a la Casa Rosada-, se convirtió el pasado 23 de junio en la gran esperanza del peronismo gobernante para no ceder el poder a la oposición.
En unas elecciones marcadas por la grave situación macroeconómica del país, con altos niveles de inflación, problemas en la producción debido a la peor sequía de los últimos 100 años y escasez de divisas, la coalición Juntos por el Cambio (a la que pertenece también Macri, quien renunció a postularse) arrancó como favorita para hacerse con el triunfo.
No obstante, las luchas intestinas entre sus precandidatos y el nombramiento por el oficialismo de un candidato ‘de consenso’ -si bien deberá competir con el dirigente social Juan Grabois en el espacio de Unión por la Patria (nueva denominación para la coalición gobernante Frente de Todos), parece seguro su paso a octubre- elevaron una expectativa ínfima hasta ese momento.
EL ‘SUPERMINISTRO’ Y SU RELACIÓN CON EL FMI
Uno de los mayores caballos de batalla de Massa durante este año de nombramiento como ‘superministro’ -asumió el 4 de agosto- ha sido la permanente negociación con el FMI por la financiación de la deuda contraída en 2018, en el marco del acuerdo del Servicio Ampliado del Fondo (EFF, por sus siglas en inglés) de 30 meses de Argentina, alcanzado en 2022.
Abogado de formación, es alguien bien considerado tanto por el ‘establishment’ empresarial argentino como por las instituciones con las que debe lidiar en Estados Unidos -el FMI y el Tesoro- y, precisamente, la primera de ellas, le dio una gran alegría en esta jornada de celebración.
Al tiempo que desarrollaba su otra faceta, la de precandidato a las primarias, este viernes llegaba desde Washington la noticia del acuerdo técnico sobre la revisión de objetivos y metas del convenio, lo que no dudó en calificar de dotar de «tranquilidad» al país en el contexto «de incertidumbre» que puede generar la campaña electoral.
La salida del FMI de Argentina es uno de los reclamos más duros del kirchnerismo (ala del peronismo liderado por el expresidente ya fallecido Néstor Kirchner y la actual vicepresidenta, Cristina Fernández), el mismo movimiento que ahora respalda a Massa como candidato casi único en otro de los duelos directos de la también exmandataria con el presidente, Alberto Fernández, que prefería unas primarias.
Cristina Fernández, quien, como el mandatario, también renunció a postularse para los comicios, ya se ha mostrado en varios eventos públicos junto a Massa en una especie de bendición más que necesaria para convencer a la numerosísima masa electoral que ella mueve.
Esas escenas fueron muy significativas, considerando que, después de que Massa fuese jefe de Gabinete en el primer mandato de Cristina Fernández (2008-2009), se enemistaron hasta el punto de que él fundó Frente Renovador, formación peronista por la que compareció a las elecciones de 2015.
En ellas quedó tercero, tras Macri y Daniel Scioli, actual embajador en Brasil, ministro de Desarrollo cuando Massa asumió el ‘superministerio’ que eliminó su cartera y aspirante presidencial que, el pasado 23 de junio, dio un paso al costado cuando el oficialismo postuló a este.
RÉMORAS
Este exdiputado, exintendente de Tigre (localidad bonaerense) y exadministrador nacional de la Seguridad Social asumió su actual cargo de ministro el pasado 4 de agosto, cuando la inflación interanual en Argentina estaba en un 64 %.
Actualmente los bolsillos argentinos se han acostumbrado a precios que superan los tres dígitos (115,6 % interanual en junio).
Junto a esto, la inestabilidad cambiaria, con 16 tipos de dólar y una enorme brecha entre el oficial -271 pesos- y el paralelo (o ‘blue’) -cerca de 550 pesos-; las restricciones a la compra oficial de divisas y paquetes de medidas que, por ejemplo, sectores como el agropecuario, de gran calado en la economía argentina, denuncian por «falta de previsibilidad» generan un poco halagüeño panorama para su traje de presidenciable.
Concepción M. Moreno