Medellín (Colombia), 8 nov (EFE).- Con el fortalecimiento de 1.292 empresarios, que han sido transformados en «agentes de cambio», una alianza público-privada ha impulsado el desarrollo económico del Bajo Cauca, en el departamento de Antioquia, una región colombiana golpeada por la violencia y la ilegalidad.
Esta iniciativa denominada Avancemos Bajo Cauca, que suma las capacidades de cinco entidades, se ha enfocado en sus primeros dos años en capacitar a empresarios y en fomentar el emprendimiento y el empleo, además de acercar servicios financieros y de reactivar al sector de la confección con la fabricación de tapabocas durante la pandemia de la covid-19, con el impulso de la Agencia para el Desarrollo Internacional de EE.UU. (Usaid).
«En estos dos años pudimos confirmar que hay una gran cantidad de personas trabajando por su territorio, personas muy resilientes que les ha tocado vivir muchos procesos de violencia, y sin embargo siguen muy aferrados a sus causas y a su región», declaró a Efe la gerente de la alianza, Diana Arismendy.
Esta alianza, integrada por Usaid, Mineros S.A., Fundación Mineros, Comfama e Interactuar, cuenta con una inversión de más de 7 millones de dólares y tiene como objetivo apalancar durante cuatro años y medio el desarrollo rural y económico de Caucasia, Tarazá, Cáceres, El Bagre, Nechí y Zaragoza, municipios del departamento de Antioquia ubicados en esta región.
UNA REGIÓN CON POTENCIAL
A través de un rastreo identificaron el potencial productivo de la región. En zonas rurales han estimulado el progreso de la producción apícola y piscícola, y en las urbanas vienen apoyando distintos tipos de emprendimientos.
«Queremos con nuestra intervención en este territorio que la región tenga las herramientas y capacidades para liderar su propio desarrollo sostenible e inclusivo», expresó el director de Usaid para Colombia, Lawrence Sacks.
Aseguró que la agencia reconoce al Bajo Cauca como «un territorio en potencia que cuenta con todos los recursos humanos, naturales y empresariales para ser una ciudad capital».
En esa misma línea está Arismendy, quien destacó que esta alianza llegó a esta zona con una propuesta distinta, con emprendedores oficiando como «agentes de cambio» al modificar su percepción sobre ellos mismo y decir no al asistencialismo.
«Es empoderarnos capacidades para que vean que cuando trabajan juntos, se asocian y se vuelven líderes pueden crear transformación», apostilló.
Durante los primeros dos años, además de entregar créditos por más 1.300 millones de pesos (unos 349.200 dólares), acompañaron y capacitaron en habilidades empresariales y en conexiones comerciales a 340 agroempresarios apícolas y piscícolas de la zona y a 95 empresas urbanas de la región.
La apicultura fue la agroindustria donde más empresarios se beneficiaron con la vinculación de 246 apicultores, mientras 89 piscicultores tuvieron un «cambio representativo».
CONFECCIÓN DE MASCARILLAS, UNA OPORTUNIDAD
La gerente de Avancemos Bajo Cauca calificó como «satisfactorio» este primer periodo, pese a «todas las dificultades que nos trajo el covid-19», entre ellas el cierre de operaciones de varias empresas, entre ellas talleres de confección, lo que produjo una caída en ventas, producción y empleo.
Frente a ese panorama, la alianza se vinculó a la estrategia de la Gobernación de Antioquia ‘Tapabocas por la Vida’, creada para salvaguardar la salud de la población y reactivar económicamente al sector de las confecciones.
Con la fabricación de 46.350 mascarillas, empresas de confección de seis municipios de esta región reanudaron labores para superar la crisis económica, salvar empleos y aportar en la lucha contra la covid-19 con la donación de estos elementos de protección.
«Fue una oportunidad que vimos en medio de la situación de pandemia. Es un ejemplo de toda una estrategia de reactivación económica», comentó a Efe Arismendy.
Agregó que participar en este proyecto, con empresarios que estaban asesorando, representó un reto y necesitó de una inversión en formación para que cumplieran con todos los requisitos ante el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) y recibirán capacitaciones para la mejorara la producción y la confección.
Por su parte, Usaid calificó como «muy exitosa» esta estrategia por lo que significó para la economía esas poblaciones, así como destacó que esta alianza ayudara a identificar a las empresas, las acompañara y fortaleciera sus procesos de la mano de expertos.
«Los empresarios del Bajo Cauca encontraron en este momento de dificultad una oportunidad de transformarse; llegaron los tapabocas en el momento que más lo necesitaban», afirmó Sacks.
UNIÓN Y OTRAS APUESTAS
La buena experiencia con ‘Tapabocas por la vida’ abrió la puerta a otra iniciativa para aprovechar el conocimiento y la experticia adquirida por las empresas de la región, que ahora apuestan a convertirse en proveedores permanente de material de protección.
A través del programa ‘Colombia Transforma’ de Usaid –enfocado en apoyar la implementación de la paz– y con una inversión de 220 millones de pesos (un poco más de 53.700 de dólares), confeccionistas del Bajo Cauca fabricaron 80.000 mascarillas para ser distribuidas en todo el país.
La confección de 126.350 tapabocas, entre las dos estrategias a las que se vinculó la alianza, permitió reactivar 110 empleos, de los cuales el 60 % correspondió a mujeres cabezas de familia que al inicio del confinamiento por el coronavirus tuvieron que regresar a sus casas y afectaron sus ingresos por la parálisis.
«La articulación entre el sector público, la cooperación internacional y el liderazgo del sector privado fue un punto fundamental para lograr el éxito de esta estrategia, que buscamos replicar en otros departamentos del país», sostuvo Sacks.
Jeimmy Paola Sierra