París, 24 sep (EFE).- La digitalización, si se lleva a cabo de forma incluyente, ofrece una oportunidad para que Latinoamérica salga del agujero en que le está sumiendo la crisis del coronavirus y resuelva algunos de sus problemas estructurales.
Este es el principal mensaje de los cuatro organismos internacionales que este jueves publican sus Perspectivas Económicas de Latinoamérica de 2020, en las que advierten del histórico impacto negativo que está provocando esa crisis en la región y de las consecuencias sociales.
En su informe, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) y la Comisión Europea (CE) recuerdan que este año se espera que el producto interior bruto (PIB) caiga en la región más del 9 %.
No solo será la mayor contracción en una región de los mercados emergentes y de las economías en desarrollo de todo el mundo, sino que la pobreza podría incrementarse en 6,9 puntos porcentuales respecto al año pasado hasta el 37,3 % de la población, con un total de 230,9 millones de personas.
Además, uno de los principales desafíos que hay para una digitalización con éxito es que, pese a las «considerables mejoras en los últimos años», menos de la mitad de los latinoamericanos pueden usar ordenadores y otras herramientas digitales para realizar tareas profesionales básicas.
Los autores del informe igualmente avisan de que aunque las nuevas tecnologías generan oportunidades de empleo plantean un reto, ya que un 20 % de los empleos en la región están en riesgo por los procesos de automatización y un 40 % suplementario pueden sufrir cambios sustanciales en sus trabajos.
La economía digital -recuerdan- entraña riesgos significativos que son más importantes en los países en desarrollo, pues si no se gestiona adecuadamente puede acarrear una mayor concentración en el mercado, más desigualdades, pérdidas de empleo o amenazas para la seguridad.
Y es que Latinoamérica arrastra lastres de partida particularmente penalizadores, como un elevado porcentaje de trabajo informal, una baja productividad y una importante vulnerabilidad social que acentúan la necesidad de acciones fuertes y efectivas.
Las cuatro organizaciones se muestran convencidas de que las herramientas digitales pueden ayudar a elevar la productividad y la competitividad de un ecosistema corporativo, en el que predominan las microempresas y las pequeñas compañías.
Eso requiere políticas de apoyo para la asimilación de las herramientas digitales con un enfoque global, infraestructuras adecuadas y competencias apropiadas por parte de la población.
Eso pasa no solo por dotar a las escuelas y a los estudiantes más desfavorecidos de acceso a las tecnologías de la información y de la comunicación, sino también por programas para la capacitación adecuada de alumnos y profesores.
La OCDE, el CAF, la CELAC y la CE afirman que las tecnologías digitales también pueden transformar las Administraciones públicas y hacerlas más eficientes y creíbles, así como ayudar a ofrecer en línea servicios públicos -como sanidad o educación- a los grupos de población más desfavorecidos.