En Paraguay, las personas que trabajan bajo la modalidad de cuentapropismo o emprendedurismo – es decir, sin una relación laboral con un empleador sino con un proyecto propio – lo hacen en su mayoría por necesidad antes que para aprovechar una oportunidad de mercado.
Esta fue una de las apreciaciones expuestas en el informe “Emprendedurismo y Cuentapropismo en Paraguay”, elaborado por el Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Este análisis detectó que el 63,7% de los emprendimientos de la zona urbana y el 71,3 de la zona rural se encuentran en la categoría de “subsistencia”. Esta actividad se caracteriza por desenvolverse en la informalidad y generalmente obtiene ingresos por debajo del salario mínimo legal.
Al observar las zonas de residencia, se destaca que entre los cuentapropistas rurales se da una mayor incidencia de los emprendimientos calificados como “fallidos”. Son los que se encuentran en la pobreza extrema y sin capacidad de satisfacer necesidades alimenticias, con una presencia de 21,9%. En la zona urbana, esta proporción es de 11,4%.
El siguiente tipo de emprendimientos, los débiles, son aquellos que se desenvuelven en la pobreza y sin capacidad de satisfacer necesidades básicas. Están presentes en el 17,9% del cuentapropismo urbano y el 16,9% del rural.
Finalmente, los emprendimientos de subsistencia sustentables son la mayoría, pues representan el 34,4% del cuentapropismo urbano y el 32,5% del rural. Se caracterizan por encontrarse por encima de los niveles de pobreza pero todavía con una limitada capacidad de satisfacer necesidades básicas.
“Aun cuando los cuentapropistas sostenibles (aquellos que obtienen los mayores ingresos dentro de los cuatro tipos definidos de microempresas de sobrevivencia), incluyen mayormente microempresarios que se constituyen por necesidad, las conversaciones sostenidas con grupos focales de microempresarios y entrevistas individuales, indican que algunos de ellos son microempresarios que se orientan hacia las oportunidades en el mercado”, relata el informe.
Característica del emprendedurismo de subsistencia
El grupo de cuentapropistas de subsistencia, en comparación con los otros grupos microempresariales, está conformado mayoritariamente por mujeres, con una educación escolar de 3 a 6 años, predominantemente Guaraní parlantes, en hogares que cuentan con un número alto de miembros familiares.
Son generalmente beneficiarios de remesas de dinero del exterior y con residencia rural. Se dedican a la pequeña agricultura y el micro comercio, de una manera tradicional y sin el uso de internet en sus operaciones.
“De acuerdo a las entrevistas y reuniones con grupos focales de este tipo de cuentapropistas, los mismos inician generalmente sus actividades sin un plan escrito de negocios, aunque con alguna noción y conciencia de cómo operan los mercados locales. Para iniciar sus negocios, este grupo de cuentapropistas consigue fondos de familiares y amigos o fondos propios, siendo el pago de la deuda el principal objetivo de los emprendimientos”, relata el estudio.
Microempresarios mejor parados
El análisis de Cadep y BID clasifica también al cuentapropismo en la categoría saludable, para referirse a los emprendimientos que no están en el estadio de pobreza y satisfacen las necesidades en forma completa. Son las denominadas “gacelas potenciales” y están presentes en el 30,8% de los proyectos urbanos, así como en el 23,6% de los rurales.
A diferencia de las microempresas de subsistencia, las saludables están más orientadas a las oportunidades que pueden brindar los nichos de mercado. La actividad económica se concentra en el comercio y el trabajo profesional, aunque el 75% de cuentapropistas de este grupo tampoco se encuentra formalizado.
En cuanto a las características sociales, surge el bilingüismo (castellano y guaraní) como predominante en este grupo, mientras que son 9 los años de educación de los miembros de este grupo, que además lo integran mayormente hombres.
Finalmente, las microempresas fuertes o de alto rendimiento representan apenas el 5,5% del emprendedurismo urbano y el 5,1% del rural.
Este grupo se caracteriza por estar compuesto de un número muy alto de cuentapropistas masculinos, con un predominio del lenguaje castellano y con los más altos niveles de educación (11 años en promedio). La pobreza no es parte de los hogares de este grupo de cuentapropistas, y la mayor parte de ellos realiza actividades comerciales, inmobiliarias y de la agricultura farmer (o de granja).
El 60% de las micro o pequeñas empresas de este grupo se encuentra formalizada, y por lo tanto bajo el control regulatorio del Estado. Estos cuentapropistas sí cuentan con suficiente acceso al capital a través de forma de financiamiento formales (bancos), aunque sin dejar de lado los canales informales (familiares y amigos). Al mismo tiempo, cuentan con planes de negocios escritos y realizan estudios de mercado.
Sector poco atendido
El estudio recuerda que los cuentapropistas representan un tercio de todas las unidades económicas en el Paraguay.
“A nuestro entender, los autoempleados son la base del sector empresarial en el Paraguay, pero a menudo son soslayados y subestimados en los estudios empresariales porque simplemente son parte de la actividad informal y como tal se considera, erróneamente, que no deberían, por ello, ser objeto de ningún tipo de promoción y ayuda”, advierte el reporte.