La Paz, 5 feb (EFE).- Un tramo de una centenaria línea férrea ha quedado como testigo del paso del tiempo en la emblemática terminal de autobuses de La Paz, un edificio patrimonial diseñado por la empresa del francés Gustave Eiffel a principios del siglo XX que primero fue una estación de trenes y también un espacio de la Aduana Nacional.
Se trata de un tramo de unos tres metros que perteneció a la línea férrea que conectaba a La Paz con la localidad de Guaqui, situada en el Altiplano paceño a orillas del lago Titicaca, que comparten Bolivia y Perú, y que fue vital para el comercio entre ambos países a principios del siglo pasado.
Este par de rieles fue hallado durante los trabajos que hizo el municipio paceño en el último año para mejorar los servicios que se ofrecen a los viajeros en la terminal con la construcción de un segundo nivel sin alterar la tradicional estructura metálica del edificio, explicó a Efe el director de la Escuela Taller La Paz, Rolando Saravia.
De inmediato fueron convocados al lugar un arqueólogo y un ingeniero de la Dirección de Patrimonio Cultural dependiente de la Secretaría Municipal de Culturas para hacer una evaluación.
«Luego de mostrarnos fotografías de los hallazgos, como dirección y Secretaría de Culturas se decide que sería importante mostrar estos rieles como parte de la historia del edificio y también para dar un mejor valor a la terminal», sostuvo Saravia.
Ocho estudiantes de forja y construcción de la Escuela Taller La Paz, que funciona con apoyo de la cooperación española, fueron los encargados del trabajo de recuperación y conservación de las piezas, además del acondicionamiento del espacio para que los rieles puedan ser vistos por los visitantes.
El espacio se encuentra a un metro de profundidad, protegido por un vidrio acrílico de dos centímetros de grosor y fue presentado esta semana por el alcalde de La Paz, Luis Revilla, como símbolo histórico del municipio.
UN GIGANTE DE ACERO
La Terminal de Buses de La Paz se caracteriza por el imponente armazón de acero que sostiene su techo y que puede apreciarse en detalle desde adentro, además del bullicio que emana constantemente del lugar.
Mucho antes de ingresar se puede escuchar a los lejos las potentes voces de hombres y mujeres que anuncian a los gritos la salida de autobuses con distintos destinos.
«Oruro, Oruro», «sale a Potosí», corean estos voceadores cuya presencia es imprescindible y característica de la terminal paceña.
Las casetas de las empresas de transporte están dispuestas a ambos costados en la planta baja y en el centro hay bancas para los pasajeros, además de algunos pequeños quioscos de golosinas, refrigerios y refrescos, entre otros.
La estructura metálica fue construida entre 1913 y 1917 con financiación de la empresa «Bolivia Railway Company», para que allí funcione la Estación del Ferrocarril Guaqui-La Paz, según información de la Alcaldía paceña.
El diseño y envío de las piezas estuvo a cargo de la empresa del ingeniero francés Gustave Eiffel, proyectista de la emblemática torre parisina, mientras que el montaje lo hizo el constructor catalán Miguel Nogué, según la misma fuente.
En aquella época se empleaban fierros «bastante gruesos y unidos con remaches» que se colocaban «con calor» y se contraían al enfriarse, logrando una unión solida y difícil de sacar, «salvo que se utilicen elementos agresivos que vayan rompiendo las uniones», explicó Saravia.
«Toda esta estructura ya tiene cien años y el estado de conservación es excelente», destacó el arquitecto, quien también indicó que el municipio realiza trabajos de protección en los fierros y otras estructuras para que el edificio «siga teniendo más vida».
En 1925, el inmueble dejó de ser una estación férrea y pasó a manos de la Aduana Nacional, para convertirse en terminal de autobuses en 1980.
VESTIGIO HISTÓRICO
Los rieles hallados por el municipio son un vestigio de esa historia, pues a la par de la estructura ferroviaria se encontraron los pisos que tuvo el lugar, desde el andén del tren de 1917 y el suelo de cemento de la Aduana de 1925, hasta las losetas que lució la terminal hasta 2010, antes de cambiar a su actual planta de cerámica.
Precisamente en el espacio de los rieles, en el centro mismo de la terminal, se pueden apreciar también pequeñas porciones de estos suelos.
Las maderas estaban deterioradas por la humedad y los mismos rieles se habían oxidado, por lo que se hizo un trabajo de «conservación curativa» y se aplicó cera de abeja con aceite de linaza en el primer caso, y aceites y un conservante especial en el segundo, detalló Saravia.
El arquitecto destacó la labor de la escuela taller porque se trata de «mostrar parte de la historia del edificio, ponerlo en valor y que la gente pueda apreciar cómo era», sobre todo los niños y jóvenes.
La Escuela Taller La Paz es una de las tres que impulsa la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo Internacional (AECID) en Bolivia con el lema de «aprender haciendo» y el objetivo de formar en restauración y conservación a jóvenes de escasos recursos o en situación de vulnerabilidad.
Los estudiantes también aprenden a tener «cariño por su ciudad» porque aprenden que es «como un ser viviente que va cambiando», pero a la vez «tiene sus recuerdos» y un pasado que se debe valorar y conservar, concluyó Saravia.
Gina Baldivieso