Buenos Aires, 13 may (EFE).- La inflación en Argentina persiste por encima del 4 % mensual pese a que el Gobierno lleva una política de atrasar la depreciación del tipo de cambio, demorar el aumento de tarifas de servicios públicos y armar varios programas de controles de precios con los empresarios.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos informó este jueves que los precios al consumidor en Argentina subieron 4,1 % en abril y registraron una variación interanual del 46,3 %.
Por tanto, la inflación acumulada en el primer cuatrimestre del año es del 17,6 %, lo que implica más de la mitad de la meta de inflación del 29 % que fijó el Gobierno en su presupuesto para todo 2021.
Es por ello que los expertos dan por hecho que no se cumplirá este objetivo.
Aunque la inflación mensual es levemente menor a la registrada en marzo pasado (4,8 %), el índice ha quedado sobre el escalón del 4 % que comenzó en diciembre pasado, salvo en febrero (3,6 %), e incluso ha superado las previsiones de los analistas, del 3,8 %.
La inflación también sigue alta a pesar de que la actualización de los salarios, uno de los principales costos de la economía, se está pactando en línea con la previsión oficial de inflación.
Refleja que la inercia inflacionaria es difícil de desarmar: el propio Ministerio de Economía difundió un comunicado señalando que, por categoría, «el mayor aumento del mes se dio en el componente núcleo», que no depende de cuestiones estacionales ni regulaciones, con el 4,6 % mensual y 49,8 % anual.
Por detrás, estuvieron los precios de los productos regulados, que desaceleraron al 3,5 % mensual «con aumento en combustibles, electricidad, prepagas (mutuas médicas), subte (metro) y taxis», y los precios de los productos estacionales, que desaceleraron hasta 2,2 % mensual «por bajas en frutas y verduras y menor incremento de indumentaria».
En tanto, el mayor aporte a la inflación del mes se dio en alimentos y bebidas, que creció 4,3 % mensual y 46,4 % anual, un rubro que incide en los niveles de pobreza.
El Gobierno busca evitar la inflación importada generada por el aumento de los precios internacionales de las materias primas, al tratar de desacoplarlos de los precios internos, lo que genera tensión con los productores de alimentos.
Pero los analistas advierten además sobre la emisión monetaria que realiza el Banco Central para financiar el déficit fiscal, en un contexto de caída de la demanda de la moneda doméstica debido a las expectativas de inflación -47,3 % según el relevamiento de la entidad monetaria- y la falta de confianza de los argentinos en su propia moneda.
«Podría pensarse que, con todas las anclas echadas, la inflación podría empezar a ceder, pero en todo caso, las sumas de nuevos atrasos representarán inflación futura», indica un informe de la consultora LCG.
En abril, además llamó la atención el alza de precios en el rubro prendas de vestir y calzado (6 % mensual y 79,1 % anual) y en el rubro transporte (5,7 % mensual y 52,6 % anual).
La alta inflación que registra Argentina se da en un contexto de recesión económica que lleva ya tres años y que se ha profundizado en 2020 por la pandemia de la covid-19.
Los precios al consumidor habían acumulado el año pasado una subida del 36,1 %, logrando una desaceleración respecto al 53,8 % verificado en 2019.
Las últimas proyecciones privadas que recaba mensualmente el Banco Central calculan que la inflación será este año del 47,3 % y en 2022, del 39,6 %.
De acuerdo a estas previsiones, la inflación sería del 3,2 % en mayo y del 3 % en junio.