Transparencia Internacional publicó en la fecha su informe de Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) del 2021, en donde enfatiza que los países de las Américas están paralizados en la lucha contra la corrupción.
El IPC clasifica 180 países y territorios de todo el mundo según sus niveles percibidos de corrupción en el sector público. Los resultados se dan en una escala de 0 (muy corrupto) a 100 (muy limpio).
En su reciente informe publicado, Paraguay es el único país de América del Sur que mejoró su puntuación: de 100 puntos posibles, nuestro país obtuvo 30 puntos, lo que en comparación con el informe anterior significa una mejora de 2 puntos.
No obstante, nuestro país continúa entre los más corruptos del mundo y sigue siendo el segundo país con peor puntaje de la región, sólo por encima de Venezuela, que tiene 14 puntos.
Además, en el ranking general, Paraguay se encuentra en el puesto 128 de un total de 180 naciones analizadas. Así también, obtuvo una nota inferior a la puntuación media global, que es de 43/100.
En lo que respecta a los demás países de la región, Argentina y Brasil obtienen una puntuación de 38, Bolivia 30, Perú y Ecuador 36, Colombia 39, Chile 67 y Uruguay 73, estos dos últimos países son los “más limpios” de la región.
“Con una puntuación media de 43 por tercer año consecutivo, los países de las Américas están paralizados en la lucha contra la corrupción. A pesar de tener un amplio desarrollo legislativo y un compromiso regional para luchar contra este mal, la corrupción en las Américas continúa debilitando la democracia y el respeto, la garantía y realización de los derechos humanos”, señala el informe.
Así también, menciona que en el 2021 la región presenció fuertes golpes a la libertad de expresión, prensa y de asociación, derechos civiles y políticos fundamentales para construir democracias saludables y libres de corrupción.
Cita que en países como Brasil, Venezuela, El Salvador y Guatemala, los gobiernos usaron la intimidación, la difamación, las noticias falsas (fake-news) y los ataques directos contra organizaciones de la sociedad civil, periodistas y activistas, incluyendo a quienes luchan contra la corrupción, como mecanismos para desprestigiar y silenciar las voces críticas.
Agrega que en Colombia, se evidenciaron graves excesos en el uso de la fuerza policial durante las manifestaciones masivas contra la reforma fiscal que paralizaron al país, así como ataques a los derechos de movilización, participación y la protesta ciudadana.
La corrupción, la falta de seguridad jurídica y los déficits en institucionalidad se encuentran entre los principales flagelos que impiden a Paraguay avanzar en su imagen internacional, según advierten con frecuencia las calificadoras de riesgo.
Esta pobre reputación genera que, por ejemplo, no se alcance aún el grado de inversión y, por ende, no se puedan obtener condiciones más favorables de financiamiento externo.