Rivera (Uruguay), 7 abr (EFE).- Una puerta en Francia y una ventana en Alemania o en cualquier otro país de la Unión Europea pueden compartir procedencia: no solo el mismo país, Uruguay, sino quizá el mismo árbol cuya semilla fue sembrada décadas atrás en la ciudad fronteriza de Rivera.
Así comienza un viaje que inició hace más de 25 años con una minuciosa tarea a lo largo del tiempo que ha permitido al Grupo Económico Urufor-Cofusa ser pionero y referente en la industria maderera del país suramericano en cuanto al tratamiento y procesado de este recurso natural.
Desde la selección de la genética mediante un programa de mejoramiento -que data de más de 20 años- hasta la cosecha de la madera que se extrae de cada árbol de Eucalyptus grandis, este grupo exporta aproximadamente el 30 % de su producción al conglomerado de países europeos y un 9 % al Reino Unido, en donde esta materia prima es utilizada para la construcción.
UNA CASA MADE IN URUGUAY
Si bien para el propietario de una vivienda puede ser desconocido el origen de gran parte de los materiales usados para su construcción, hay una alta probabilidad de que la madera utilizada en ese edificio provenga del pequeño país de 3,5 millones de habitantes.
Recientemente, y aprovechando que los embajadores de países de la Unión Europea en Uruguay hicieron una visita a los viveros, uno de los primeros eslabones de la cadena de producción, el gerente general de la compañía, Andrés Gómez, explicó a Efe que, en las dos décadas que llevan de tratamiento genético de los árboles, se identifica a los «mejores individuos» para su reproducción y plantación.
«Probablemente nosotros no estamos produciendo la mayor cantidad de metros cúbicos o toneladas por hectárea, pero si son metros cúbicos de más valor y también es importante», afirma.
Además, Gómez valora el trabajo de sostenibilidad y calidad en el que se producen las maderas con la «captura» de dióxido de carbono por medio de la «foresta saludable» y que, además, cuenta con «pocos competidores» en la región.
«Son pocos los proyectos que hay de este tipo en el mundo, en gran parte, porque implican una gran paciencia, ya que tuvieron que empezar hace más de 25 años para quizás ver los resultados», asegura.
DEL BOSQUE A LAS SIERRAS
Una vez cosechados, cada árbol es trasladado al aserradero para su procesado final en el que, gracias a sistemas de detección infrarrojos, se logra identificar el uso que tendrá cada uno de los troncos que ingresan a la cadena de producción.
Largas correas que transportan cada tronco y el ruido imparable de las sierras que cortan a medida cada una de las tablas junto al olor del serrín que impregna el lugar recorren cientos de metros en los que cada producto final es seleccionado, clasificado, embalado y almacenado para su exportación.
Así, tablas de diversos grosores y tamaños adornan el lugar en el que aguardan durante los siguientes días su destino: el continente europeo, donde formarán parte de la vida de sus ciudadanos.
LA EXPORTACIÓN Y UNA LEY FORESTAL VETADA
La exportación de madera en Uruguay representa una de las principales fuente de ingreso de ese país y también fue un sector que no escapó al golpe económico que supuso la llegada de la pandemia de la covid-19 en 2020.
Sin embargo, según la agencia de promoción de inversiones, exportaciones e imagen país Uruguay XXI, las cifras de 2021 y 2022 son alentadoras, ya que de 347 millones de dólares que se exportaron en 2020 la cifra aumentó a 569 en 2021, mientras que en marzo de 2022 el monto exportado fue de 52 millones de dólares, 10 millones menos que el mismo mes en 2021.
En diciembre pasado, el presidente del país, el centroderechista Luis Lacalle Pou, vetó un proyecto de Ley Forestal, presentado por Cabildo Abierto (CA), uno de sus socios de gobierno, que buscaba establecer normas relacionadas con suelos de prioridad forestal, que, entre otras medidas, impedía plantar especies arbóreas «en los mejores campos del país», según el texto.
En cualquier caso, la producción de madera en Uruguay, que en 2021 fue el séptimo producto de exportación, por detrás de carne, celulosa, soja, lácteos, concentrados de bebidas y energía eléctrica, continúa así su rumbo fijo y permite que, del otro lado del Atlántico, europeos puedan mirar la vida a través de sus puertas y ventanas ‘nacidas’ en el país suramericano.
Raúl Martínez