Mahates (Colombia), 29 sep (EFE).- En las estribaciones de los Montes de María, una región del norte de Colombia muy golpeada por el conflicto armado, un agricultor decidió complementar su cultivo de palma de aceite con el cuidado del medioambiente mediante el ecoturismo.
En la propiedad, a hora y media por carretera de Cartagena de Indias, es posible avistar unas 190 especies de aves endémicas, observar 22 especies de animales terrestres como caimanes, chigüiros, micos tití o ardillas; preparar un «patacón pisao» con los plátanos cosechados, bañarse en el arroyo que cruza la finca o aprender todo lo relacionado con el cultivo de la palma de aceite.
Además, los visitantes pueden hacer recorridos a pie o en «buggies» a través de los cultivos de la palma, de humedales y lagos cercanos y de bosques de teca y de robles, actividades con las que la finca Rionilo busca cambiar la imagen de la industria de la palma.
ECOTURISMO Y CULTURA
Las actividades físicas se pueden combinar con experiencias culturales como conocer San Basilio de Palenque, reconocido por ser el primer pueblo de afrodescendientes que logró liberarse de la esclavitud colonial y por conservar intacta su herencia africana.
También se puede conocer la música de los gaiteros de San Jacinto, ganadores de un Grammy Latino; las hamacas multicolores que tejen las mujeres sanjacinteras o degustar un típico mote de queso en el pueblo de San Cayetano, rico por su producción de ñame, un tubérculo tropical muy popular en la zona.
«Estamos tratando de crear un ecosistema hacia el ecoturismo uniendo a la región y a las diferentes culturas para que haya más oportunidades», explica a Efe el gerente y propietario de la finca Rionilo, Alejandro Espitia.
Según Espitia, lo que buscan es «traer a los turistas que llegan a Cartagena para que conozcan la región de los Montes de María que es muy rica en biodiversidad, en cultura y en costumbres en general».
La idea de este empresario del campo es ofrecer alternativas a los extranjeros que visitan Cartagena y que normalmente cuando buscan experiencias relacionadas con la biodiversidad van a la Sierra Nevada de Santa Marta o al Eje Cafetero, en el centro del país, «porque no conocen los Montes de María».
EDUCAR SOBRE PALMICULTURA
Espitia explica que quieren que el turista conozca todo lo relacionado con el cultivo de la palma y compruebe de primera mano que con buenas prácticas se puede hacer una palmicultura sostenible y respetuosa de los derechos humanos y así contribuir a la desestigmatización del cultivo, asociado a la violencia del conflicto armado.
El director de Planeación Sectorial y Desarrollo Sostenible de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), Andrés Felipe García, dice a Efe que esperan que Rionilo «sea un ejemplo maravilloso para muchos otros».
«Que nos ayuden a dar a conocer nuestra palmicultura a nacionales y a extraños» dice.
García destaca que esta clase de proyectos «permite integrarnos de una forma distinta y darle alternativas complementarias al entorno».
El director de Planeación de Fedepalma espera que muchos otros palmicultores sigan esta iniciativa ya que los cultivos de palma de aceite están distribuidos en varias regiones de la geografía colombiana, todas con «enormes riquezas naturales».
«Somos el primer país en biodiversidad de aves», agrega.
BUENAS PRÁCTICAS
García ve también en esta clase de proyectos una oportunidad de negocio para los palmicultores pero sobre todo para las comunidades alrededor del cultivo, y enfatiza en la necesidad y la importancia de las buenas prácticas que permitan la sostenibilidad.
Pone como ejemplo a Rionilo, que «no tiene el suelo desnudo, no tiene la cobertura ralita, tiene coberturas vegetales, tiene hojas alrededor de las palmas, tiene biodiversidad», explica.
El experto añade que están «promoviendo que la palma sea un cultivo más rico y mejor integrado al entorno para hacerlo más funcional en términos ecosistémicos».
Ricardo Maldonado Rozo