Por Francisco Ruiz Díaz – Secretario ejecutivo del Consejo Nacional de las Industrias Maquiladoras de Exportación (CNIME)
Renato Cañete es paraguayo. Nació en el año 1988, hijo de madre brasileña y padre paraguayo, y como él mismo se autodefine: nacido, malcriado y residente en Pedro Juan Caballero (Amambay).
Logró estudiar hasta el noveno grado. A los 25 años se involucró en la venta de drogas, y en el año 2013 fue capturado por la Policía y condenado por la justicia con siete años de pena privativa de libertad, debiendo cumplirlos en la cárcel de Pedro Juan Caballero.
No obstante, Renato no se rindió. A través de la fe y con la ayuda de familiares y amigos, logró dejar atrás su pasado y ahora es un exitoso exportador que comenzará a operar a través del régimen industrial de la maquila.
– ¿Cuándo comenzaste el negocio de producción de artesanías?
Cuando estaba preso en la cárcel de Pedro Juan Caballero.
Yo me había metido en la venta de drogas, y me tocó pagar por ese error. Me capturaron y condenaron a siete años de cárcel.
Ya en la cárcel, conocí a un preso que vino trasladado de Tacumbú y fue él quien me convenció para ingresar al oficio del forrado de termos. Y me fue muy bien. Luego decidí producir por mi cuenta, pero no tenía dinero. Entonces, mí hermano me dijo: yo te presto la plata que necesitas. Me prestó 1.900.000 guaraníes y con eso pude arrancar.
– ¿Y cómo hacías para vender la producción?
Con la ayuda de mí mamá, mis hermanos y de mis amigos.
Ellos ofrecían fuera de la cárcel todo lo que yo producía. Pero los primeros termos eran rústicos, sin bordado, así, liso nomás. Pero un día mis familiares me dijeron que tenían pedidos de termos con insignia de Cerro, Olimpia y otros logos. Yo no podía fabricarlos, porque necesitaba dinero. Tenía que comprar una máquina bordeadora y lo que entonces vendía no me ayudaba para hacer esa inversión.
– ¿Y qué hiciste?
Nuevamente recurrí a mí hermano y le dije que me preste el dinero y que se lo iba a devolver en cuotas. Tenía mucha fe (en) que me iba (a) ir bien, por eso me arriesgué. Mí hermano me prestó el dinero, se fue a la tienda y me compró la máquina, una chica nomás, de mesa. Le costó 10.000.000 de guaraníes. Me llevó la máquina a la cárcel, y entonces contraté a más compañeros y comenzamos a trabajar a full. En dos meses yo ya logré vender por valor de 10.000.000 de guaraníes.
– ¿En dos meses?
Si, en dos meses.
– ¿Y qué hiciste?
Le llamé a mí hermano y le dije: Ya tengo para devolverte tu plata. Mi hermano me dijo: ¡Noooo! deja nomas. Te regalo ese dinero. Y con eso pude comprar mi segunda máquina.
– Tú negocio se agrandó, pero ¿cómo pudiste vender tantos termos afuera?
Yo tenía buen comportamiento en la cárcel y muy buena consideración de las autoridades. Eso sirvió para que, a los tres años y un mes de mi condena, me beneficié con el Programa “Semi abierto”, el cual me permitía salir de la cárcel, ir a trabajar, y volver a la cárcel al final del día.
– ¿Cuántos años de condena te dieron?
Siete años.
– ¿Y estuviste preso esos siete años?
No. Gracias a mi buen comportamiento y a que había ayudado creando trabajo para mis compañeros de la cárcel, a los tres años y siete meses me dieron mi libertad.
– Y una vez que estuviste en libertad, ¿qué hiciste?
Ya cuando estaba en el Programa “Semi abierto” mi hermano me había alentado a vender mis termos en su negocio, en la zona comercial de Pedro Juan Caballero (en la Calle Dr. Rodríguez de Francia). Así inicié, poniendo mis termos en un estantecito que él me dio dentro de su local. Entonces empecé a vender y a vender.
Con la plata que junté estando en “Semi abierto”, pude comprar más máquinas (seis), contratar más compañeros y al salir de la cárcel ya tenía un vehículo propio (un golcito). Entonces, un día mí hermano llegó y me dijo: dentro de unos meses va a ser el Black Friday y tenés que aprovechar para vender mucho. Mí hermano fue el que siempre me alentó y me ayudó.
– ¿Y te preparaste para el Black Friday?
No tenía dinero, y tenía que producir mucho y disponer de un local propio para exponer mis productos. Necesitaba espacio. Entonces, me arriesgué y decidí entregar mí auto y poner 20.000.000 de guaraníes más para comprar mí propia casilla de cuatro por tres. Eso fue en agosto y el Black Friday era en setiembre, tuve que producir mucho para poder llenar mí casilla.
– ¿Y cómo te fue con el Black Friday?
¡Vacía se quedó mí casilla! Ni un termo quedó. Vendí todo. Pea ya igustoma, ha’ema che (Eso ya da gusto, me dije). Cuatro meses después, en enero del año siguiente, ya estaba comprando otra casilla más al lado del que ya tenía. Ahora tengo cinco casillas en la zona comercial de Pedro Juan Caballero, uno cerca del Palacio de Justicia y también estoy exportando al Brasil.
Ahora estoy contratando gente de Horqueta, Itagua, Carapeguá, 25 de diciembre, Acahay, Atyrá y Caacupé. Esto permite que mucha gente lleve el pan de cada día a su mesa y poder así asegurar el mantenimiento para sus familias. También contraté más vendedores. Antes era yo quien se encargaba de todo, entonces de a poco fui organizando, delegando. Y ahora ya estoy cien por ciento formalizado.
Yo no entendía muchas cosas porque hice hasta el noveno grado nomás, pero ahora ya tengo asesores que me ayudan a tener todo formalizado y en regla.
– Normalmente, la sociedad cree que la gente que estuvo presa nunca se recupera ¿Tuviste algún evento donde te sentiste rechazado por tu pasado?
Sí. En una oportunidad me sentí muy mal. Me sentí rechazado, a pesar de que yo ya había cumplido mí condena y estaba procurando salir adelante para ser una buena persona.
– ¿Cuándo fue?
Cuando tuve dificultad para abrir una cuenta bancaria. El banco me rechazó por mis antecedentes de preso. Como no me abrieron la cuenta, me tocó trabajar a palabra. Todas las empresas me daban las cosas a palabra. Pero no podía formalizarme en un cien por ciento porque me habían rechazado en el banco. Eso me dolió mucho. Me dio rabia, pero gracias a Dios, ya pasó todo.
– ¿Y qué hiciste?
Mí señora abrió una cuenta.
– Tengo entendido que los ministerios de Hacienda y de Industria y Comercio en 2021 te habilitaron para operar como industria maquiladora de exportación ¿Que te motivó para ingresar como empresa exportadora bajo el régimen de maquila?
Así es. Ahora soy empresa autorizada a operar bajo el régimen de Maquila mediante Resolución Bi-ministerial N° 19 de fecha 10 de noviembre de 2021.
Sucede que el 95% de mis termos los vendo al Brasil. Al principio vendía en la zona de la frontera, pero con el tiempo comenzaron a pedirme desde zonas del Brasil cada vez más lejanas y durante la pandemia me enteré que podía operar con beneficios si lograba ingresar al régimen de maquila.
Recurrí al señor Ernesto Paredes, en ese entonces Secretario Ejecutivo de la Maquila, y con la ayuda de los funcionarios pude ir completando toda la documentación para actualmente ser un exportador industrial bajo el régimen de la maquila.
– ¿Te costó mucho que te aprueben el programa?
No. No tardó mucho, en todo momento conté con el apoyo de los funcionarios de la Secretaría Ejecutiva de Maquila.
– Felicitaciones Renato, sos un ejemplo para muchos ¿Algo en especial que quieras señalar?
Sí. Quiero agradecer a Dios en primer lugar, no hubiese podido salir adelante sin la fe que hoy profeso hacia el Señor. También a mi familia, quienes me ayudaron siempre. Y, finalmente, quiero dar las gracias a todos los que confiaron en mí y estuvieron ahí para apoyarme y ayudarme.