La Casa Blanca recibe hoy al presidente número 46 de los Estados Unidos de Norteamérica, el demócrata Joseph Robinette Biden Jr. – más conocido como Joe Biden –, de 78 años de edad, en sucesión del polémico Donald Trump.
La asunción al mando tendrá la particularidad de desarrollarse en una Washington D.C. aislada por la Guardia Nacional, cuyo despliegue de soldados se prevé que duplique al número que habitualmente se destina a estas ceremonias y llegue a unos 25.000 efectivos. Esto, como medida de seguridad tras la insurrección que protagonizaron los seguidores de Trump al Capitolio el 6 de enero pasado y el temor a posibles disturbios.
La investidura de Biden tampoco contará con desfiles ni la multitudinaria convocatoria en el National Mall, y se permitirá una reducida cantidad de invitados, en parte también como forma de precaución ante la incesante propagación del coronavirus en este país.
Por primera vez en 152 años, el presidente saliente no estará presente para atestiguar la asunción de su sucesor, ya que se prevé que Donald Trump abandone Washington en la mañana del miércoles rumbo al Estado de Florida, mientras que el evento central de Biden está programado para el mediodía.
Este desencuentro marca el desenlace del sufrido proceso electoral que arrancó el 3 de noviembre pasado y pasó por episodios como las numerosas e infundadas denuncias de fraude que pronunció Trump, hasta la proclamación de Biden en una sesión que el Congreso debió reconvocar tras los violentos disturbios de los partidarios del Presidente.
Además de los miembros de la Cámara de Representantes, el Senado y el Gabinete, la lista de invitados incluye a los ex presidentes Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton, en compañía de Michelle Obama, Laura Bush y Hillary Clinton.
La ceremonia será televisada por las grandes cadenas y plataformas de redes sociales, incluido el especial musical, como ya es costumbre en los actuales tiempos de pandemia.
Complicado escenario
Joe Biden inicia su administración presidencial en medio de una pandemia que no da marcha atrás y se aproxima ya a las 400.000 víctimas fatales en el país que desde hoy dirige. Estados Unidos se mantiene como el más afectado también por el número de casos, con un total de 24,1 millones de infectados, y un proceso de vacunación que avanza lentamente.
La emergencia sanitaria deja a la economía norteamericana en una situación de incremento del desempleo y la necesidad de “actuar a lo grande” desde los estímulos del Gobierno para lograr una recuperación post-pandemia, según el discurso que preparó la secretaria del Tesoro designada, Janet Yellen, a fin de convencer al Senado de aprobar el “paquete de alivio” por USD 1,9 billones que propone Biden.
Yellen, de 74 años, se embarca en un nuevo rol tras haber servido por más de un cuarto de siglo a defender las posturas de la Reserva Federal (Fed). En esta ocasión, la economista impulsará la implementación medidas como el incremento del salario mínimo, del gasto social y de las redes de seguridad social.
Estos programas ya han desatado la oposición de los republicanos, pero los demócratas pronto tendrán una mayoría en la Cámara y se espera que presionen por sus propias prioridades, según anotaciones de Bloomberg.
“Humildad y confianza”
El secretario de Estado designado, Antony Blinken, se pronuncia por su parte a favor de la “humildad y la confianza” para dar un giro a la política exterior que llevó adelante su antecesor, Michael Pompeo.
El diplomático escogido por Biden para dirigir el relacionamiento internacional de la primera potencia mundial promete revitalizar las alianzas y destaca también el “enorme trabajo” interno que deberán realizar para mejorar el posicionamiento externo.
Blinken plantea así acabar con los cuatro años “America First” o “América Primero” que portó Trump como estandarte para una soberbia postura tanto al interior como al exterior del país.
El magnate republicano se retira con un índice de aprobación de apenas 34% a su administración presidencial, según la encuesta de Gallup. Se trata del punto más bajo de un mandato que ya tenía el promedio más débil desde que comenzó la encuesta en la década de 1940, recuerda Bloomberg.
La toma de la sede del Congreso por parte de simpatizantes ultra conservadores le costó a Trump 4 puntos porcentuales menos en el índice de aprobación a su gestión, ya que el promedio de encuestas de RealClearPolitics revela ahora un respaldo de 39,8%.
