Brasilia, 8 sep (EFE).- El general Eduardo Pazuello, ministro interino de Salud de Brasil, manifestó este martes su confianza en que se podrá comenzar a vacunar a la población contra el coronavirus el próximo enero.
«Estamos haciendo los contactos con quien fabrica la vacuna y la previsión es que nos llegue a partir de enero», para «comenzar a vacunar a todo el mundo», dijo Pazuello en una reunión ministerial encabezada por el presidente, Jair Bolsonaro, quien invitó para la ocasión a una niña de 10 años conocida en las redes sociales.
En respuesta a la pequeña Esther Castilho, que tiene canales en internet en que los trata de asuntos diversos y es seguida por miles de niños y personas mayores, el general aseguró que la intención de su despacho es «vacunar a todo el mundo», aunque el Gobierno aclaró días atrás que, en Brasil, nadie será obligado a tomar el antídoto.
Brasil acumula hasta ahora unos 127.000 muertos y 4,1 millones de casos de COVID-19 y esa fuerte circulación del virus, junto con su capacidad científica, le ha convertido en uno de los principales centros para la experimentación de posibles vacunas.
Actualmente, en el país se hacen pruebas con las vacunas que han desarrollado la multinacional Johnson & Johnson, el Reino Unido (AstraZeneca y Universidad de Oxford), China (Sinovac Biotech) y el consorcio BioNTech (Alemania) y Wyeth/Pfizer (Estados Unidos).
El gobierno regional del estado de Paraná aguarda autorización de las autoridades sanitarias para comenzar a experimentar en humanos la Sputnik V, desarrollada por Rusia.
El Gobierno federal ha firmado un contrato con la Universidad de Oxford, según el cual le serán reservadas 100 millones de dosis de la vacuna, que según algunas previsiones pudieran comenzar a ser recibidas en enero, siempre y cuando concluyan con éxito las pruebas de la última fase de experimentación, que aún está en desarrollo.
Esas 100 millones de dosis, sin embargo, serían insuficientes para vacunar a toda la población en Brasil, país que tiene unos 210 millones de habitantes y es, junto con Estados Unidos y la India, uno de los tres más afectados por la pandemia en el mundo.