Cancún (México), 25 ago (EFE).- Un ganadero del Caribe mexicano, Fernando Chico, ha descubierto un método para aprovechar el sargazo, un alga invasora que afecta a la principal zona turística del país, donde ahora él la utiliza para mejorar la calidad del pasto forrajero.
Chico aceptó hace unos años la petición de un grupo de hoteleros para depositar en su rancho «Nohoch Balam» varias toneladas de sargazo.
Los primeros cuatro camiones dejaron las algas en un lugar alejado donde el fuerte olor no molestaba a nadie, pero meses más tarde y por casualidad descubrió que sobre el sargazo crece pasto forrajero con mejores características que las que él tenía para alimentar a sus borregos.
Durante un recorrido en el que el ganadero mostró que ha procesado miles de toneladas de sargazo de forma sustentable, recordó cuando en redes sociales anunció que recibían sargazo y, de un momento a otro, llegaron hasta 40 o 50 volquetes por día.
“A nosotros nos llegan cuatro camiones por casualidad aquí en el rancho, hace tres, cuatro años (…) salió un pasto muy, muy bueno», comentó.
«Ya empezamos a hacerlo ahora en una forma definitiva y entonces abrimos una página en Facebook. Dijimos: ¿Saben qué señores? Recibimos sargazo. Pusimos un letrero en la carretera, seguimos recibiendo sargazo y nos llenamos de sargazo”, añadió.
SOLUCIÓN A UN PROBLEMA DEL CARIBE
El sargazo, conocido también como la maleza del Golfo, es una macroalga que proviene del «mar de los sargazos» del Atlántico que es hábitat de muchas especies, pero desde hace una década llegada de forma atípica al Caribe mexicano por cambios en la temperatura y en las corrientes del mar y los vientos.
Científicos advirtieron en febrero pasado que la llegada del sargazo se adelantó tres meses en esta temporada y se prevé que sea el año más agudo de este fenómeno, lo que afectaría al turismo del Caribe mexicano.
En este contexto, además de empresas privadas y hoteles, el Gobierno local empezó a llevar el sargazo al rancho y trabajadores de la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat) comenzaron un plan para recuperar la mayor cantidad de arena y devolverla a las costas de Playa del Carmen, una de las más visitadas de México.
Chico trabajó con el sargazo ya seco y empezó a enriquecerlo con nutrientes y minerales, que incluían utilizar el estiércol que sacaba todos los días.
También experimentó con lombrices hasta encontrar la variedad que soportaba las altas temperaturas del Caribe mexicano, la salinidad y la composición del sargazo.
Para este empresario, quien a sus más de 60 años cría borregos en la Riviera Maya aunque le decían que estaba loco porque no es una zona apta para pastizales, la llegada del sargazo fue una bendición.
“Creo que ya llevamos unos 4.000 o 5.000 camiones metidos aquí en el rancho, mi rancho ha aumentado de capacidad extraordinariamente, ahorita nos sobra pasto, tenemos una capacidad forrajera grandísima, es una bendición, no lo satanicemos», consideró.
UN BENEFICIO AMBIENTAL
La secretaria de Medio Ambiente Sustentable y Cambio Climático del municipio de Solidaridad, Lourdes Várguez Ocampo, señaló que el método de trabajo que establecieron en este rancho contribuye a reducir el impacto ambiental del sargazo en las playas.
«Nohoch Balam» es ahora uno de los puntos de acopio de sargazo más grandes en toda la Riviera Maya.
«Aquí tenemos alrededor de unos 10.000 volquetes de sargazo que han seguido su proceso de secado», indicó la funcionaria.
Dentro de la propiedad hay varias hectáreas para diversas etapas del proceso.
Por un lado, está la zona de pastizales de más de un metro de altura, los corrales con cerca de 100 borregos y otros que se construyen para recibir en los próximos meses otros 200 animales.
También tienen una extensa zona donde se empezó a sembrar pastizal nuevo y un terreno donde se formó una duna de sargazo y arena en la que planean un cocotal.
Durante el proceso se descubrió que el sargazo retiene grandes cantidades de agua y esa característica permite que los pastos tengan raíces más fuertes que ayudan a regenerar el suelo.
“Esas oportunidades son las que se nos presentan, hay que verle la parte positiva. Si todos nos ponemos a llorar y a lamentarnos de la desgracia que son en nuestras playas, no vamos a ver las bendiciones que son en nuestro campo”, destacó la funcionaria.