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23 de abril de 2025

Comercio global, endurecimiento financiero y volatilidad cambiaria ponen en riesgo el crecimiento 2025

Advierten que el crecimiento del 4% previsto para 2025 podría verse afectado por shocks externos como la desaceleración del comercio global, el posible endurecimiento de la política monetaria en EE.UU. y la volatilidad en el tipo de cambio, factores que aún no están plenamente incorporados en el escenario base del BCP.

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El Banco Central del Paraguay, en su Informe de Política Monetaria de marzo, actualizó sus proyecciones para 2025, elevando la estimación de crecimiento del PIB a 4,0% y ratificando una trayectoria descendente de la inflación hacia el centro de su nueva meta. Si bien estas previsiones se encuentran respaldadas por los datos recientes, existen factores exógenos que podrían generar desvíos en los próximos trimestres, asegura Wildo González, el economista de Basa Capital.

El profesional refiere que desde el punto de vista externo, el IPoM identifica un entorno global con menor crecimiento, pero sin eventos disruptivos inmediatos. No obstante, algunos elementos emergentes como la evolución del comercio global y los flujos financieros internacionales podrían generar tensiones adicionales no plenamente incorporadas en el escenario base.

González cita tres factores de riesgo y desvíos potenciales, como por ejemplo, el creciente deterioro del comercio internacional. En este punto explica que la intensificación de conflictos arancelarios entre las principales economías, sumada a medidas proteccionistas en sectores clave como la tecnología, manufactura y agroindustria, comenzaron a repercutir en las cadenas de valor globales y en las expectativas de crecimiento.

A criterio del economista de Basa Capital, para Paraguay, cuya economía mantiene una alta exposición a mercados externos, este tipo de shocks puede afectar principalmente a través de dos vías:

-El canal de precios internacionales, con implicancias directas sobre productos clave como la soja y la carne, y 

– el canal de volumen exportado, ante una demanda global más débil.

Sin embargo, González menciona que diversos estudios apuntan a un rezago de entre 8 y 12 meses entre la materialización de estos shocks y su impacto efectivo sobre economías exportadoras de commodities como la paraguaya. Afirma que este horizonte coincide con el segundo semestre de 2025, por lo que resulta crucial monitorear de cerca la evolución de los flujos comerciales, especialmente con China, Brasil y Argentina, que son los principales destinos de exportación.

Otro foco de riesgo se vincula a un eventual endurecimiento de las condiciones financieras internacionales. González señala que si bien los mercados financieros globales muestran cierta estabilidad, el ciclo de política monetaria de la Reserva Federal se mantiene en un punto incierto, con una pausa en la reducción de tasas debido a la persistencia en la inflación en Estados Unidos, y al incremento sustancial en las expectativas de inflación, resultado de las tarifas a las importaciones. “Esto ha generado episodios de volatilidad en los mercados emergentes, presionando sobre monedas y tasas de interés locales”.

A la opinión del profesional, uno de los efectos para Paraguay podrían ser un menor acceso a financiamiento externo a tasas favorables, tanto para el sector público como privado. Así también, incremento en los spreads soberanos y corporativos y mayor sensibilidad del tipo de cambio ante movimientos en tasas globales o cambios en el apetito por riesgo.

“Un entorno financiero externo más restrictivo puede no solo encarecer el costo del capital, sino también inducir ajustes en portafolios que afecten la liquidez doméstica, especialmente en un mercado financiero aún poco profundo”, advierte el economista.

Finalmente, la evolución reciente del tipo de cambio plantea un riesgo adicional sobre el proceso inflacionario. Aunque el IPoM señala que hasta el momento no se observaron efectos significativos en la inflación subyacente, la depreciación acumulada del guaraní desde finales de 2024 ha sido mayor a lo anticipado.

En este contexto, según Gónzalez, es posible que se esté subestimando la magnitud y persistencia del traspaso cambiario a los precios internos, especialmente considerando el perfil importador de varios bienes esenciales (energía, fertilizantes, tecnología). “Si bien la credibilidad del esquema de metas de inflación permanece sólida, un entorno de inflación SAE ( que excluye componentes de la canasta como alimentos, combustibles y las tarifas) al alza podría retrasar la convergencia al nuevo objetivo”.

Este riesgo se acentúa considerando que el cambio en la meta inflacionaria se realizó en un contexto aún incierto. Si las presiones externas persisten y se prolonga la volatilidad cambiaria, podrían requerirse ajustes en la comunicación o en el ritmo de política monetaria para evitar desanclar expectativas.

González sostiene que si bien el contexto descrito sugiere que, si bien el escenario base delineado en el IPoM de marzo 2025 es consistente con los datos observados hasta ahora, existen riesgos relevantes que podrían modificar su trayectoria en los próximos trimestres. En ese marco, a su criterio, resulta clave que las políticas macroeconómicas mantengan un enfoque preventivo, flexible y coordinado, de modo a mitigar impactos potenciales y preservar la estabilidad.