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22 de noviembre de 2024

Concentración de poder contribuye a mantener la alta desigualdad y el bajo crecimiento, advierte el PNUD

El PNUD dice que América Latina y el Caribe se encuentra en una trampa de desarrollo y que mucho del progreso conseguido en las últimas décadas podría desaparecer con la pandemia de COVID-19.

En el caso de Paraguay, menciona que el 95% de la población cree que el país está gobernado por unos pocos grupos poderosos, lo que genera una alta frustración.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sacó un nuevo informe denominado “Atrapados: alta desigualdad y bajo crecimiento en Latinoamérica y el Caribe”, en el que habla sobre la concentración de poder, los elementos de diseño de los sistemas de protección social y las percepciones de desigualdad y justicia.

El informe menciona que la concentración de poder en manos de unos pocos que defienden el interés privado en lugar del bien común es uno de los factores que conectan la alta desigualdad y el bajo crecimiento, ya que a menudo resulta en políticas distorsionadas, miopes e ineficientes, así como en instituciones débiles. 

Enfatiza en que la concentración de poder en el mercado contribuye a mantener la alta desigualdad y el bajo crecimiento en la región. 

Reconoce al poder de monopolio y al poder político empresarial como dos caras de la misma moneda, porque las rentas de monopolio se traducen en un poder político que, en turno, aumenta el poder de monopolio y se crea un círculo vicioso. 

Agrega que, en efecto, los mercados de América Latina tienden a estar dominados por un pequeño número de empresas gigantes, y la región se ha caracterizado históricamente por un alto nivel de poder de mercado.

Así también, habla de que las percepciones de desigualdad y justicia también juegan un papel fundamental porque contribuyen a moldear las posturas políticas de las personas frente a diferentes medidas de política y pueden ser cruciales para respaldar reformas deseables.  

El PNUD dice que América Latina y el Caribe (ALC) se encuentra en una trampa de desarrollo y que a pesar de décadas de progreso, mucho del cual podría desaparecer con la pandemia de COVID-19, dos características de la región se han mantenido en gran medida inalteradas: la alta desigualdad y el bajo crecimiento. 

Además, advierte que la región sigue siendo la segunda más desigual del mundo, y los países de ALC tienen niveles de desigualdad más altos que los de otras regiones con niveles de desarrollo económico similares.

Percepción de la gente

En otra parte, el informe también habla sobre qué piensa la gente acerca de la desigualdad y cómo creen que debería ser la respuesta en materia de políticas.

En este punto señala que las medidas objetivas de la desigualdad (como el índice de Gini, la concentración de ingresos en la parte superior y los patrones de convergencia en varias capacidades, generalmente medidas con base en encuestas de hogares), sólo revelan una parte de la historia. 

Agrega que también es importante que se consideren medidas subjetivas de desigualdad relacionadas con cómo la percibe la gente. “Esto es esencial, porque las percepciones de la gente sobre la desigualdad moldean tanto sus posturas políticas (y por lo tanto su respaldo a diferentes enfoques de política) así como sus aspiraciones (y por lo tanto su esfuerzo por alcanzarlas)”, indica el informe. 

Enfatiza en que la gente se siente frustrada no solo por la injusticia en los resultados sino también en los procesos, en particular por la enorme influencia política de unos pocos grupos poderosos. 

“Existe un acuerdo abrumador entre la población latinoamericana de que sus países son gobernados en interés de unos pocos grupos poderosos y no por el bien de todos. En 2020, el 77% de la población de la región creía que esto era así, y la proporción alcanzó el 95% en Paraguay y el 91% en Chile y Costa Rica”, expresa el informe.

El informe menciona también que la gente en ALC es consciente de lo desigual que es actualmente la región y piensa que esto es injusto. Además, percibe injusticia no solo en la distribución del ingreso, sino también en el acceso a los servicios públicos y a las garantías de sus derechos.

Así también, sostiene que las percepciones de injusticia y desigualdad, junto con el

lugar donde las personas piensan que se encuentran sobre la distribución del ingreso, determinan las preferencias de la gente por las políticas redistributivas.

Por último, el PNUD relata que las percepciones de injusticia y desigualdad también pueden determinar diferentes proyectos de vida, porque afectan las aspiraciones de la gente.

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