El ecosistema industrial paraguayo es altamente promisorio, especialmente si se sigue avanzando hacia políticas públicas que promuevan la formalización del reciclaje, el fortalecimiento de la infraestructura y la inclusión de recicladores como actores clave de una economía circular, según Andrés Agnello, director comercial de Ball Argentina y Paraguay.
Destacó también que Paraguay demostró que posee condiciones únicas para consolidarse como un polo industrial competitivo y sostenible. Además, su matriz energética, predominantemente renovable, representa una base sólida para operaciones con baja huella de carbono.
En este sentido, resaltó que en el caso de Ball, la planta ubicada en Guarambaré opera hoy con 100% de electricidad renovable, cumpliendo con uno de los principales compromisos de su estrategia climática global.
Acotó además que, el alto índice de reciclaje de latas de aluminio en el país -96% según datos de la Fundación Moisés Bertoni- evidencia la existencia de una cadena de recuperación activa, aunque todavía informal.
“Este contexto, sumado a una fuerza laboral comprometida y dispuesta a adoptar buenas prácticas industriales, permite que implementemos procesos de clase mundial en eficiencia, calidad, seguridad y trazabilidad”, detalló.
ENVASES DE ALUMINIO EN LA ECONOMÍA CIRCULAR
Cabe mencionar que Ball Corporation, fundada en 1880 en Estados Unidos, es líder global en soluciones de envases de aluminio sostenibles para bebidas, cuidado personal y productos del hogar. Su propósito es impulsar una economía circular a través del aluminio y promover un mundo sin residuos.
“Desde Ball, vemos al aluminio como un protagonista indiscutible de la economía circular. Se trata de un material que puede reciclarse muchas veces sin perder calidad, con un proceso de recuperación altamente eficiente desde el punto de vista energético -requiere solo un 5% de la energía del aluminio primario-, y con un valor de mercado que incentiva naturalmente su recolección”, refirió Agnello.
Agregó también que más allá de sus cualidades técnicas, el aluminio representa una oportunidad estratégica para construir sistemas de consumo responsables y de bajo impacto ambiental.
En este punto comentó que, de una economía circular real, donde cada envase puede volver a las estanterías como una nueva lata en apenas 60 días, el aluminio ofrece un modelo tangible de cómo diseñar productos pensando en su ciclo completo de vida.
Enfatizó que por todo esto, desde la empresa trabajan con sus clientes para promover envases cada vez más livianos, eficientes y responsables. “Y a nivel de políticas públicas, abogamos por marcos normativos que fomenten la circularidad, la infraestructura de reciclaje y la educación ambiental”.
Asimismo señaló que desde Ball “Creemos firmemente que el envase de aluminio no solo es parte de la solución: es también un catalizador para acelerar la transición hacia un sistema sin residuos”, señaló.
CONSTRUIR UN MODELO REALMENTE CIRCULAR
El director comercial de Ball Argentina y Paraguay fue contundente al afirmar que construir un modelo circular requiere cooperación multisectorial. No obstante, destacó que Paraguay tiene una ventaja significativa, ya que según datos de la Fundación Moisés Bertoni, el 96% del aluminio de envases ya se recicla en el país.
“Este indicador supera ampliamente los promedios regionales e incluso a mercados con sistemas más formalizados, lo que demuestra que ya existe un ecosistema funcional de recuperación”, manifestó.
En esta línea, añadió que el próximo paso es convertir este logro en una plataforma estructural, avanzando hacia un modelo de circularidad plena. Para ello, dijo, es clave fortalecer la articulación entre todos los actores de la cadena: reconocer y capacitar a los recicladores de base, mejorar la infraestructura disponible, incentivar el ecodiseño y promover políticas públicas que aseguren la trazabilidad del aluminio desde su recolección hasta su reincorporación al ciclo productivo.
“El desafío está en escalar ese impacto, integrando conocimiento, tecnología y compromiso institucional para consolidar un sistema que transforme cada lata en una nueva oportunidad”, comentó.
No obstante, Agnello aseguró que desde Ball entienden que la eficiencia del sistema depende de la articulación de todos los eslabones de la cadena. Por eso, apoyan iniciativas que reconocen y fortalecen el rol de los recicladores de base, promoviendo alianzas multisectoriales para mejorar la infraestructura de recolección y clasificación, y participación activa en foros y espacios de discusión sobre políticas públicas para el sector.
“Nuestra meta es avanzar hacia una cadena de valor donde cada actor -desde quien consume hasta quien recupera- sea parte de un mismo ecosistema articulado, justo y trazable, que permita cerrar completamente el ciclo del aluminio y maximizar su valor ambiental, económico y social”, refirió.
Por otra parte, a su criterio, la sostenibilidad está dejando de ser un diferencial para convertirse en un requisito básico. Según explicó, para países en transición, representa una oportunidad estratégica para atraer inversiones, desarrollar infraestructura verde y formar capital humano alineado a las nuevas demandas globales.
PRINCIPALES RESULTADOS
En el primer trimestre de 2025, Ball registró ganancias operativas comparables de USD 216 millones y un crecimiento en los envíos globales de envases de aluminio del 2,6%.
En América del Sur, el segmento alcanzó USD 69 millones en ganancias operativas comparables sobre ventas de USD 544 millones, reflejando una mejora en volumen y mix de producto.
En 2025, la compañía está posicionada para avanzar en el uso de empaques de aluminio sostenibles, aumentar las ganancias diluidas comparables por acción en el rango del 11-14 por ciento, aumentar el valor económico añadido, generar un fuerte flujo de caja libre y continuar con el retorno de valor a largo plazo para los accionistas.