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22 de noviembre de 2024

Pozos de cooperación española para el acceso al agua potable en Paraguay

Dos realidades, una en el campo y otra en la ciudad, que se han visto mejoradas con la instalación de pozos artesianos, dentro de un proyecto para el que la Aecid ha aportado un total de 60 millones de dólares.

Asunción, 30 oct (EFE).- La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) ha fijado entre sus objetivos en Paraguay garantizar el acceso universal y equitativo al agua potable, un reto doble en un año marcado por el coronavirus y la sequía que se refleja en los ríos del país.

Mientras las comunidades rurales trataban de salvar sus cosechas en zonas hasta las que hace poco no llegaba el agua, los hospitales paraguayos tampoco podían prescindir de su suministro, no siempre garantizado, para hacer frente a una situación desconocida.

Dos realidades, una en el campo y otra en la ciudad, que se han visto mejoradas con la instalación de pozos artesianos, dentro de un proyecto para el que la Aecid ha aportado un total de 60 millones de dólares.

3 DE FEBRERO RECUPERA LA ALEGRÍA

En el Distrito 3 de Febrero, en el departamento de Caaguazú, a unos 200 kilómetros de Asunción, los caminos de tierra colorada llevan hasta las comunidades más alejadas del asfalto de las rutas principales.

Belén Martínez, vecina de 3 de Febrero, bromea con esa alejada ubicación y con el nombre de su comunidad, Ko’e Rory, que en guaraní significa «Amanecer con una alegría».

Una alegría que la falta de agua estaba empezando a robar a sus pobladores, hasta que el Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (Senasa), con fondos de la Aecid y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), construyó un pozo que beneficiará a unos 450 habitantes.

«Nosotros perdíamos ya prácticamente la esperanza, no teníamos agua, nuestros pozos se secaban, ya eran muy bajas las expectativas que teníamos… y ahora con esta agua sí que vamos a criar más animales, vamos a cultivar más plantas…», dijo Martínez a Efe a la sombra del tanque de agua.

El optimismo de Belén Martínez lo comparten el resto de vecinos de la zona, que desde que viven allí recuerdan problemas para acceder al agua.

Muchos de ellos viven del autoconsumo, con animales y pequeños huertos que costaba mantener por la carencia de agua, explicó a Efe el presidente de la Junta de Saneamiento, Jorge Flamínez Salinas.

«Sufríamos mucho por la falta, por la escasez de agua, especialmente en este tiempo de sequía y ahora estamos necesitando mucho, porque hay personas que necesitan, que no tienen agua. Para nosotros es muy importante porque vamos a recibir en nuestras casas, vamos a tener en la cocina. Es un beneficio muy importante para cada hogar en nuestra comunidad», dijo con orgullo.

La perspectiva ahora es «muy buena», reconoció Romelio Martínez, otro de los vecinos, que confía en que los problemas del pasado «se van a solucionar».

Martínez piensa en las mujeres de su distrito, que van a estar «muy contentas porque les va a acelerar el trabajo», ya que quizá sean ellas las que más notan la falta de agua en su día a día, como añadió Ireneo Calastro, otro poblador.

«Las amas de casa son siempre las que perciben esta necesidad. Nosotros nos sentimos muy conformes porque el sistema de agua es mecanizado y va a solucionar el problema de agua contaminada que estábamos utilizando. Nuestros hijos ahora van a usar agua pura», agregó Calastro.

En datos técnicos, su alegría procede de un pozo de 104 metros de profundidad, con un caudal de 3,5 metros cúbicos por hora y con un tanque de 20 metros cúbicos, explicó el ingeniero Juan Óscar Huerta, supervisor de Senasa.

Huerta destacó la implicación de las familias con el proyecto y el cambio en sus vidas «antes y después» del funcionamiento del pozo.

«Tener el pozo cambia mucho en la parte sociosanitaria, porque también el proyecto prevé la construcción de unidades sanitarias. Cambia su vida porque pasan de la letrina a un baño moderno y cambia mucho en la salud de las familias», subrayó.

UN POZO EN EL MOMENTO JUSTO

El Hospital de Clínicas, ubicado en la ciudad de San Lorenzo, aledaña a Asunción, llevaba tiempo reclamando mejoras en el suministro de agua, mermado por el crecimiento comercial y urbanístico de los alrededores.

Tras varios intentos infructuosos para conseguir nuevas fuentes de abastecimiento, encontraron la solución para la construcción de un pozo mediante el Senasa, Aecid y el BID.

Pero, en marzo, la pandemia de coronavirus les sorprendió con el pozo por construir y con déficit de agua cuando más se necesitaba, dijo a Efe el director general asistencial de la institución, Jorge Giubi.

Las obras tuvieron que acelerarse y «se pudo salvar esa situación» con un pozo de 185 metros de profundidad ubicado en el predio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción, a poco más de un kilómetro del Hospital.

«El agua hoy día es algo con lo que podemos contar, no estamos teniendo situaciones», aseguró Giubi, y recalcó que el pozo llegó «justo en el momento» para que el Hospital pudiera seguir funcionando durante la pandemia o, de lo contrario, se habrían visto obligados a pedir la ayuda de camiones cisterna.

Para Giubi, el pozo es «una muestra de la solidaridad institucional y de la cooperación de los amigos del Paraguay», y recalcó el beneficio de esa obra para la ciudadanía.

«Al que no le falta, probablemente no dimensiona la necesidad de esta situación pero realmente es una muestra de que no estamos solos», subrayó.

Tras la construcción contrarreloj del pozo y los trámites burocráticos, el Hospital de Clínicas cuenta con lavaderos de manos en todos sus pasillos y se garantizó su funcionamiento dentro de la normalidad que permite la pandemia.

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