La renta variable continúa siendo un instrumento con un importante desafío por delante en el mercado de valores paraguayo. A pesar de su potencial como vía de financiamiento y alternativa de inversión, su participación dentro del total de operaciones aún es reducida. De acuerdo con los datos publicados por la Bolsa de Valores de Asunción (BVA), durante el último período analizado, la negociación de acciones alcanzó un total de G. 130.000 millones, lo que equivale a aproximadamente USD 16,3 millones.
Las acciones representan una fracción del capital de una empresa. Es decir, su comercialización se da cuando un propietario o accionista decide vender parte de la compañía por un valor y una cantidad determinados, permitiendo así que nuevos inversores se conviertan en socios y participen de los resultados de la empresa.
Este segmento del mercado todavía es limitado en comparación con la renta fija, que continúa siendo la principal protagonista del sistema bursátil paraguayo. De hecho, la renta fija representa actualmente el 98% del volumen total de operaciones. Para dimensionar esta diferencia, basta con observar que solo en el mes de abril, el mercado de valores movilizó un total de USD 615 millones, en su mayoría a través de instrumentos como bonos corporativos y financieros.
Dentro de la renta variable también se encuentran los fondos de inversión, que son productos emitidos por sociedades administradoras con el objetivo de captar recursos del público y destinarlos a proyectos específicos, como desarrollos inmobiliarios, infraestructuras u otras iniciativas privadas. La rentabilidad de estos fondos está estrechamente ligada al desempeño de las inversiones que se realicen con el dinero recabado. Por lo general, se establece una tasa objetivo, que representa el rendimiento esperado con base en los análisis del administrador y la estrategia del fondo.
A diferencia de los fondos mutuos, los fondos de inversión cotizan en bolsa y sus cuotas o títulos pueden ser vendidos en el mercado secundario. Esta característica los convierte en instrumentos con mayor flexibilidad de salida, ya que no contemplan el rescate directo por parte del emisor, lo que también puede generar oportunidades de liquidez para el inversor en caso de necesidad.