Datos de la Superintendencia reportan que los valores operados en el Sistema de Pagos del Paraguay (SIPAP) ascienden a unos USD 59.000 millones hasta el mes de julio, superando incluso el valor nominal del PIB en un 40%.
Desde el sector bancario, explican que este dinamismo podría estar relacionado con la gratuidad del servicio, en comparación con otros instrumentos que actualmente cuentan con tarifas, como es el caso de las Empes.
En relación a este tema, el presidente del Banco Familiar, Alberto Acosta Garbarino, mencionó que la alta demanda de este servicio se debe directamente a su gratuidad, lo que ha ocasionado un marcado crecimiento en el último periodo. Sin embargo, señaló que mantener este servicio sin costo de manera sostenida no es económicamente viable, a menos que las nuevas cuentas se conviertan en canales para ofrecer créditos.
«La sostenibilidad económica no es posible a menos que estas cuentas se conviertan en algún esquema de crédito; esta es una de nuestras principales preocupaciones», destacó el ejecutivo bancario.
Acosta también resaltó que la Constitución Nacional establece en su artículo 107 la garantía de la libertad de precios, pero lo que preocupa al sector es cómo el regulador está manejando este aspecto, ya que actualmente obliga a los agentes económicos a ofrecer estos servicios de forma gratuita.
«Nos preocupa el avance de la regulación en los últimos años, tanto en el Congreso como en el Banco Central, que presiona para que todo sea gratuito. Esta es claramente una intervención en los precios. Ahora se permitirá cobrar algo, pero aún queda por verse. La inclusión debe ser económicamente sostenible, de lo contrario, no perdurará».
Alberto Acosta Garbarino, presidente de Banco Familiar.
«Nos preocupa el avance de la regulación en los últimos años, tanto en el Congreso como en el Banco Central, que presiona para que todo sea gratuito. Esta es claramente una intervención en los precios. Ahora se permitirá cobrar algo, pero aún queda por verse. La inclusión debe ser económicamente sostenible, de lo contrario, no perdurará», advirtió.
El presidente del Banco Río, en la misma línea, afirmó que la gratuidad en el SPI tampoco es sostenible, ya que proporcionar un servicio las 24 horas al día, los siete días de la semana, tiene costos asociados para cada entidad.
«Pensar que el servicio de transferencia es algo sencillo que no requiere más que una conexión es una ilusión, una fantasía, ya que implica costos en todos los sentidos, algunos de ellos bien explícitos y otros ocultos. Esto se acentúa aún más a medida que aumenta el volumen de operaciones, ya que se requiere conciliación. Los sistemas no son perfectos ni aquí ni en ninguna parte del mundo», argumentó.
En efecto, aunque se reconoce que la gratuidad es atractiva para la economía , se destaca que los costos que se aplicarán en el futuro no serán un obstáculo significativo para el crecimiento, ya que serán mínimos y contribuirán a mantener e incluso mejorar el sistema en lugar de restringirlo.