En la actualidad en la sociedad paraguaya existe una mayor conciencia sobre el reciclaje, en línea con lo que sucede en el mundo entero donde cada vez más se llevan adelante acciones que buscan reducir el daño al medio ambiente. De hecho, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente el 12, se centra en la producción y el consumo responsable y que a su vez es apoyado por las grandes industrias.
A raíz de esto ha surgido la economía circular -gran aliado del reciclaje- un sistema que busca un mayor aprovechamiento de los recursos a través de las cuatro “R”: Reducir, Reutilizar, Reparar y Reciclar.
En otras palabras, la economía circular pretende superar el modelo productivo tradicional, basado en el uso de grandes cantidades de recursos, por una alternativa viable y eficiente que logre minimizar el impacto medioambiental.
Con este modelo de gestión de los recursos y los residuos, la economía circular establece un ciclo circular para evitar el despilfarro de recursos que se sucede en la industria productiva.
Sin duda alguna, uno de los productos que desde hace algunas décadas ha venido sosteniendo toda una cadena de producción y de reutilización son las latas de aluminio, que albergan en ella no solo el cuidado del medio ambiente, sino también un modelo de negocio, en donde se ven beneficiados desde el recolector, el acopiador y por último a la empresa.
En la Semana Mundial del Reciclaje, Ball Corporation, destaca la importancia de la circularidad de las latas de aluminio y su impacto positivo en el medioambiente. La mencionada empresa trabaja en iniciativas de concientización para fomentar el reciclaje de las latas que producen.
La compañía, para 2030, tiene la meta de lograr una tasa del 90% de reciclaje global, con 85% de contenido reciclado en todas las latas, aproximándose a la circularidad real de los productos.
Estevão Braga, director de Sustentabilidad para Ball Sudamérica, explicó que es necesario hablar de circularidad real, en donde las tasas de reciclaje sean efectivas de reciclaje del material en la cadena, y no de recolección.
“Esta debe ser eficiente, con pocas o casi ninguna pérdida de calidad en el proceso, garantizando así que pueda ser reciclado y reintroducido en la cadena de valor como el mismo producto o aún como un producto superior, y no como uno nuevo de menor valor agregado. Solo la lata de aluminio cumple con todos estos aspectos”, explicó el directivo.
Por eso, Ball Corporation, empresa líder en fabricación de envases sustentables de aluminio, busca reflexionar acerca del impacto positivo que tiene reciclar estos envases para el medioambiente.
El reciclaje de las latas
La empresa dió a conocer los puntos por los cuales la lata de aluminio es el envase que más contribuye a la economía circular:
1. Este material tiene uno de los procesos más eficientes y sostenibles que existen: La lata de aluminio es 100% reciclable y se puede reciclar infinitas veces sin perder sus propiedades.
De hecho, si es descartada correctamente, vuelve a las tiendas renovando su ciclo dentro de 60 días. La lata de aluminio es el envase más reciclado de todo el mundo, con 71% de tasa de reciclaje promedio.
2. El proceso de reciclaje es uno de los más simples: Por lo general, las latas de aluminio llegan a una planta de reciclaje, donde se las separa de otros elementos y son tratadas y convertidas en grandes bobinas que se distribuyen para generar otros productos posteriormente.
Se estima que casi el 75% de todo el aluminio producido históricamente continúa en uso hasta el día de hoy, lo que demuestra que es un material completamente circular.
3. Ahorro de energía y de agua: El proceso de reciclaje del aluminio requiere de una temperatura 50% menor a la necesaria en el procesamiento del aluminio virgen. Esto equivale a un ahorro de energía de entre 90% y 95% y un ahorro significativo en la cantidad de agua utilizada, comparado con el proceso convencional de crear latas a partir de materia prima virgen.
Es decir que, si llevamos la cuestión energética a términos cotidianos, al reciclar una lata podemos mantener encendido un televisor durante tres horas.