Lima, 17 may (EFE).- Hace 170 años, Perú echó a andar oficialmente el primer tren de la Suramérica hispana, al inaugurar la línea entre Lima y el Callao, en un gran paso hacia la modernidad que hoy ha sido prácticamente olvidado por la historia.
El tren Lima-Callao comenzó a operar el 17 de mayo de 1851, tan solo 30 años después de la independencia de Perú, tras haber sido construido por capitales privados ingleses con el patrocinio del Gobierno de Ramón Castilla, aunque fue inaugurado por el régimen de José Rufino Echenique.
«Definitivamente fue un punto de quiebre en el transporte público, porque introdujo el servicio ferroviario en el Perú; le siguieron otras líneas, pero esta fue la primera», detalló a Efe el investigador peruano Elio Galessio, autor del libro «Ferrocarriles del Perú. Un viaje a través de su historia».
EL PRIMER TREN
El primer ferrocarril de Latinoamérica unió desde 1837 La Habana con Güines, en Cuba, y aunque diversas publicaciones indican que la línea Lima-Callao fue la primera de Suramérica, ya en 1848 había entrado en operaciones otro tren entre Georgetown y Plaisance, en la entonces Guyana Británica.
Perú puede asegurar, sin embargo, que sí tuvo el primer tren de carga y pasajeros de la Suramérica hispana, ya que antecedió a otro de carga inaugurado a fines de diciembre de 1851 entre las localidades chilenas de Caldera y Copiapó.
Galessio reveló que, incluso, en su país hubo un antecedente en las Islas Chincha, en la región sureña de Ica, donde durante la década de 1840 se instaló una vía férrea de 500 metros para transportar guano en coches movidos por tracción animal.
«Hasta donde sabemos el primero sería el de Chincha, sería un ferrocarril guanero de tracción animal», comentó.
LA ENTRADA EN OPERACIONES
El tren recorría 14 kilómetros desde una «bellísima estación» ubicada cerca al mar en el puerto del Callao hasta la de San Juan de Dios, que fue demolida a inicios de la segunda década del siglo pasado, cuando se comenzó a construir la imponente Plaza San Martín, actualmente la más importante del centro histórico de Lima.
Sus pruebas de servicio empezaron de abril de 1851 con la locomotora «Callao», una de las tres fabricadas en los talleres ingleses de los Stephenson, considerados los «padres de los ferrocarriles».
A pesar de las discrepancias sobre la fecha de entrada en operaciones, Galessio y fuentes documentales, como una publicación aparecida en la edición vespertina del diario El Comercio, confirman que estas comenzaron oficialmente el 17 de mayo de 1851.
DE LA MODERNIDAD AL OLVIDO
Este tren fue un gran salto a la modernidad, porque reemplazó a las antiguas carretas y permitió unir a Lima, aún rodeada por una muralla, con el puerto del Callao en tan solo 28 minutos, un tiempo difícil de conseguir en la actualidad en medio del caótico tráfico de la capital peruana.
A pesar de su importancia, la posterior entrada de los tranvías llevó a que pasara a operar solo para transportar carga y saliera de servicio definitivamente a fines de los años treinta del siglo XX.
Aunque marcó una época de transformación en pleno inicio de la segunda revolución industrial, la historia de este tren es recordada por pocos estudiosos y, como señaló Galessio, solo quedan pocas evidencias en las calles de Lima.
LOS RESTOS ABANDONADOS
Estas se encuentran, precisamente, en una zona industrial cercana a la actual avenida Oscar R. Benavides, conocida popularmente como «Colonial», donde aún se puede ver una parte de los rieles de la antigua vía, según pudo constatar Efe.
«Todo ese bagaje histórico ferroviario puso al Perú en otra etapa del transporte público, pero desgraciadamente el ferrocarril creció hasta los años 30 del siglo pasado, para decaer pronunciadamente en épocas posteriores», acotó el investigador.
Ante el limitado servicio de ferrocarriles que tiene actualmente su país, Galessio remarcó que «el desarrollo necesariamente pasa por tener una buena red de transporte público», en la que se debe incluir «trenes hechos para la época, para el transporte rápido, tanto de pasajeros como de carga».
Mientras eso sucede, del tren Lima-Callao solo quedan los rieles abandonados y algunas fotografías tomadas por el famoso estudio Courret, en las que se puede ver la antigua estación y la vieja locomotora que transportó durante décadas a los limeños en un salto a la modernidad que el Perú no llegó a conservar.
David Blanco Bonilla