Por Lucas Galeano – Estudiante investigador
Para entender mejor, necesitaremos un poco de historia….
Las calificadoras de riesgo surgieron de la necesidad de los inversores de contar con una entidad que recabara y procesara toda la información necesaria para emitir una opinión sobre el riesgo inherente de un activo financiero determinado. Y de esta manera nacen las agencias calificadoras de riesgos en Estados Unidos, debido al gran desarrollo que acogía en ese momento la industria ferroviaria.
Esto se debió a que la emisión de bonos cobró importancia en el siglo XIX para financiar los proyectos ferroviarios en EEUU, por lo que se crearon empresas dedicadas a estudiar la calidad de estos instrumentos.
En 1909, Moody’s empezó a calificar bonos corporativos de acuerdo con el riesgo de incumplimiento de las compañías emisoras. En 1916 y 1922 aparecieron dos jugadores que formarían a uno de los gigantes entre las agencias calificadoras: Standard Statistics Bureau y Poor’s Publishing Co, que más tarde se integrarían en Standard & Poor’s. Fitch apareció en 1924, como Fitch Publishing Co. Y son estas las que siguen vigentes en el rubro de la calificación con mayor respaldo a nivel mundial.
Las calificadoras llevan a cabo sus análisis con base en indicadores macroeconómicos, políticos e institucionales. En síntesis, representan el grado de confianza respecto a que las obligaciones de deuda que se tienen concertadas en un país sean cubiertas oportunamente, es decir, qué tan probable es que un país cumpla con pagar su deuda.
Y tienen como criterio u objeto de análisis cinco grandes áreas, al efectuar la evaluación del riesgo de crédito soberano:
1. Efectividad institucional y riesgo político, lo cual deriva en un “puntaje político”.
2. Estructura económica y perspectivas de crecimiento, reflejado en el “puntaje económico”.
3. Liquidez externa y posición de inversión internacional, reflejada en un “puntaje externo”.
4. Performance y flexibilidad fiscal, así como la carga de la deuda, reflejado en un “puntaje fiscal”.
5. Flexibilidad de la política monetaria, reflejado en un “puntaje monetario”.
Para reflejar la calificación, cuentan con una tabla donde se puede apreciar a través de una nomenclatura particular e intuitiva la situación crediticia de cada país.
¿Cuáles son los beneficios de un país con grado de inversión?
Los beneficios del grado de inversión son evidentemente el aumento del nivel de confianza y seguridad que se asume al obtener una calificación buena. A medida que se mejora la calificación, los beneficios también, por lo que se puede deducir que buscar el grado de inversión tiene un fin en sí mismo, que es buscar tanto la estabilidad económica como política e institucional, por lo que hay incentivos para seguir el ciclo en forma circular.
Algunos de los beneficios pueden ser:
- Vender bonos soberanos a tipos de interés más competitivos.
- Menos costo financiero a nivel doméstico, lo cual estimula la economía.
- Atraer capitales de los grandes fondos de inversión del mundo para que inviertan en el país, generando empleo y contribuyendo al crecimiento del país.
¿Paraguay, a un paso?
A nivel regional, Paraguay es uno de los países con mejores perspectivas debido a su siempre responsable manejo macroeconómico, pero estamos situados aún en la puerta del grado de inversión, según las calificadoras, debido a nuestra característica de debilidad tanto institucional como política.
Como se puede apreciar, tanto Fitch Ratings como Moody´s nos ubican un peldaño por debajo del grado de inversión, con una calificación de BB+. Standard & Poor’s, por su parte, también mantuvo nuestra puntuación en BB, dos peldaños por debajo del grado de inversión, pero con una mejora de las perspectivas.
Paraguay logró mantener la puntuación obtenida desde la última evaluación, a tener en cuenta debido a que la mayoría de los países aledaños de la región tuvieron tendencias a la baja. Estas confirmaciones se dan en medio de tres años de contexto internacional y nacional sacudidos por choques externos e internos, como caída de precios de las materias primas, pandemia de COVID-19 y sequía.