Por: Romina Peralta, Jazmín Báez y Mauricio Narváez, Club de Economía.
La transición de los negocios tradicionales a los digitales no solo aumenta la eficiencia y la productividad, sino que también crea nuevas oportunidades laborales, impulsando así el crecimiento económico.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023, la población joven, compuesta por individuos de 15 a 29 años de edad, representaba el 24,5% de la población total. En cuanto al uso de internet, se observó que el 88,5% de los jóvenes de 15 a 19 años lo utiliza, seguido por el 94,7% en el grupo de 20 a 24 años y el 94,9% en el de 25 a 29 años.
Por tanto, si se adoptan las medidas adecuadas, Paraguay podría consolidarse como un competidor destacado en este sector emergente, con beneficios concretos en tres áreas esenciales: el aumento del empleo, el crecimiento del PIB y el impulso de energías alternativas
INCENTIVO A LA ECONOMÍA DIGITAL
El proyecto de Ley de incentivo a la economía digital en el Paraguay, con número de expediente S-2401296, fue presentado por la Cámara de Senadores el 24 de julio de 2024 y actualmente, se encuentra en el primer trámite constitucional. Este proyecto busca promover el desarrollo de la economía digital en el país mediante la creación de un marco normativo favorable para las inversiones en tecnología y servicios digitales.
El incentivo a la economía digital tiene el potencial de generar empleo, principalmente entre los jóvenes, mediante programas de capacitación que reduzcan la brecha laboral en diversos sectores. Además, el PIB podría beneficiarse al atraer inversiones en infraestructura tecnológica y servicios digitales, lo que incrementaría la productividad y diversificaría la economía del país.
El proyecto de ley también impulsa los centros de datos y operaciones vinculadas a blockchain y las energías alternativas, permitiendo a la ANDE comercializar energía para negocios digitales de alto consumo energético, mientras promueve el uso de fuentes renovables con tarifas competitivas. La ley garantiza energía a precios competitivos para proyectos intensivos en electricidad, asegurando su operación y estabilidad de precios.
CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA DIGITAL
Cabe mencionar que la economía digital cobró relevancia en nuestro país, especialmente desde la pandemia del COVID-19, la cual aceleró la necesidad de adaptarnos rápidamente a la tecnología. Desde entonces, se avanzó significativamente en áreas como e-commerce y fintech.
Actividades como las transacciones bancarias mediante aplicaciones; compras en línea; facturación electrónica; y digitalización de trámites y documentaciones, se convirtieron en parte de la rutina de muchas personas. Un ejemplo de este crecimiento son las compras por internet, que aumentaron notablemente en los últimos años.
En el gráfico 1 se indica que, según el Banco Central del Paraguay, las compras a través de internet realizadas con tarjetas de crédito y tarjetas de débito en total pasaron de ser aproximadamente 120.000 compras por un valor de más de G. 35.000 millones en el primer semestre del 2020 a alrededor de 3.500.000 compras por un valor de más de G. 300.000 millones para el primer semestre del 2024.
Esto muestra que la cantidad de compras por internet actualmente es 30 veces más y por un valor 8 veces mayor con respecto hace 5 años.
Por su parte, conforme al reporte de Bancard publicado en el primer cuatrimestre de 2024, se observa un sostenido crecimiento en el uso de tarjetas de crédito, débito, pagos con QR y nuevos productos innovadores en el país.
Más aún, los resultados revelaron la alta preferencia de la población paraguaya por el sistema QR, el cual registró más de 25 millones de transacciones en todo el territorio nacional en los primeros cuatro meses del año en curso. Actualmente abarca el 43% de las operaciones realizadas en el territorio gracias a su accesibilidad.
Aunque hubo un aumento en la utilización de los productos digitales anteriormente mencionados, aún persiste una brecha que limita su acceso en varios sectores del país.
Para reducir esta desigualdad se debe fomentar la economía digital, ofreciendo incentivos para su adopción en comercios y regiones menos desarrolladas, lo que no solo potenciaría habilidades tecnológicas, sino que también permitiría el aprovechamiento de oportunidades en diversas áreas.
ACCIONES QUE IMPULSAN A ESTE SEGMENTO
Actualmente existen herramientas como el Sipap (Sistemas de Pagos del Paraguay) que facilita las transferencias y el acceso a cuentas bancarias promoviendo los pagos digitales y la simplificación de procesos.
Es indispensable apuntar a un enfoque integral que considere las diversas dimensiones de la inclusión financiera como, por ejemplo, incluir el desarrollo de programas de educación financiera digital y la eliminación de barreras para el acceso a productos financieros.
En paralelo, la Dirección General de Innovación Productiva y Economía Digital, dependiente del Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicación (Mitic), lanzó una serie de programas como InnovandoPy, StartUps y Estrategia Nacional de Innovación (ENI), cuyo objetivo es promover políticas públicas que busquen contribuir al desarrollo del ecosistema emprendedor y mejorar la competitividad en este sector emergente.
Asimismo, el sector privado ha comenzado a desempeñar un papel clave en el asesoramiento y apoyo a nuevas empresas tecnológicas con organizaciones como Koga Impact Lab, brindando servicios de mentoría, inversión y capacitación a startups locales.
Estas colaboraciones entre el sector público y privado ayudan a construir un entorno más dinámico y propicio para el crecimiento de la economía digital en Paraguay.
OPORTUNIDADES
Por otro lado, es importante señalar que Paraguay es uno de los pocos países en el mundo que cuenta con un excedente de energía eléctrica, gracias a su destacada capacidad de generación hidroeléctrica, a través de las represas de Acaray, Itaipú y Yacyretã.
Este excedente representa una oportunidad estratégica para impulsar nuevos sectores económicos, especialmente en un mundo que cada vez depende más de la tecnología y la digitalización, siendo la ANDE capaz de capitalizar este recurso mediante su comercialización en el ámbito de negocios digitales como los centros de datos, los servicios en la nube y el procesamiento de inteligencia artificial, los cuales requieren grandes cantidades de energía para funcionar de manera efectiva.
Nuestro país, con el suministro energético a precios competitivos y su enfoque en la generación renovable, podría convertirse en un destino atractivo para empresas tecnológicas internacionales que buscan establecer operaciones en un entorno con costos energéticos reducidos.
La economía digital ofrece innumerables oportunidades a la sociedad tales como la ciberseguridad, los sistemas de pago, la protección de los datos e información personal, y la infraestructura tecnológica. Sin embargo, así como se ve reflejado en el caso de Chile, la economía digital aún se encuentra con una gran dificultad: la informalidad.
La informalidad puede presentarse en cualquiera de los estratos ya sea en la infraestructura, el negocio o el comercio electrónico. Esto podría darse, por ejemplo, en el caso de no encontrarse registrado el servicio de pago a través de medios electrónicos, o bien, no llevar un sistema de contabilidad separado de los gastos de los propietarios de la empresa.
Para luchar contra este fenómeno es necesario implementar medidas que realicen un acompañamiento a la adaptación de medios de pago digitales de las empresas que se encuentran incursionando en la economía digital.
Por ello, la implementación de esta ley tiene el potencial de transformar a Paraguay en un referente regional en economía digital, impulsando su desarrollo económico y social. Este avance requiere una colaboración activa entre el sector público y privado, los cuales pueden aprovechar la ventaja competitiva del país en el sector energético para acelerar la digitalización.
Mediante la promoción de cuentas digitales y la educación financiera digital, estas alianzas estratégicas están fomentando un cambio positivo. A medida que más ciudadanos se integren al sistema financiero, se fortalecerá la resiliencia económica y se mejorará el bienestar social, abriendo paso a un futuro más próspero y equitativo.
