ANÁLISIS
Meses atrás, tras la última subasta local de bonos del Tesoro del 2020, el vicepresidente de Investor, Federico Callizo, nos explicaba que las tasas de interés resultantes de la puja por los títulos habían arrojado el fenómeno de la “curva invertida de tasas”.
Esto implicaba que los bonos de menor plazo – específicamente a 10 y 15 años – pagaban rendimientos superiores a los de 20 años, lo cual invierte la lógica.
En términos generales y condiciones normales, las tasas de interés por instrumentos de corto plazo suelen tener un rendimiento menor a aquellos de largo plazo, por la incertidumbre de no saber lo que puede llegar a pasar al cabo de una mayor cantidad de años.
La mencionada “curva invertida”, sin embargo, ya se corrigió con la primera subasta del Ministerio de Hacienda del 2021. Esto, debido a que los bonos emitidos con plazo a 20 años permanecieron en esta ocasión en 9,9%, mientras que los instrumentos a 7 años tuvieron un rendimiento del 4,6% y para los de 10 años estuvo en 6,4% .
De esta manera, el mercado de bonos públicos se ajustó a la lógica convencional del riesgo, con los rendimientos ascendentes en función al tiempo.
En la subasta anterior, los inversionistas se habían volcado hacia el largo plazo como prioridad ante la incertidumbre para los siguientes meses – que persistía con la pandemia – . Ese fue el motivo por el cual, ante una baja demanda, los bonos de corto plazo se vieron obligados a pagar más para tener una colocación inmediata.
Callizo recalcó que esta situación ya fue revertida y el principal motivo fue el gran nivel de liquidez que existe en los mercados como producto de las bajas tasas de interés a nivel general.
Con el relativo despeje de la incertidumbre, los inversores buscaron dónde colocar estos recursos y resulta natural que los bonos oficiales del gobierno sean confiables y aparezcan como una opción importante.
“Ocurrió por la liquidez que hay en el mercado, se ofertó por G. 943.800 millones y la adjudicación fue por G. 363.000 millones, que fue lo subastado, o sea la cantidad de ofertas fue mucha y la liquidez es mucha, y ese fue el principal motivo por el cual bajaron estas tasas, lo cual era obvio porque no había motivo para que los bonos de Hacienda a 4 años estén en 6% si el mercado hoy está pagando hasta 5%”, apuntó.
En la serie más corta de la emisión – que vence en el 2025 – el total ofertado por Hacienda era de G. 60.000 millones y hubo posturas por G. 226.000 millones (más de 3 veces la oferta), lo que demuestra claramente que el interés estuvo fijado en los papeles más cortos, por encima de los largos.
En el caso de de la partida con vencimiento en el 2028, las posturas alcanzaron un total de G. 464.725 millones, ante una oferta de Hacienda de solamente G. 140.000 millones, por lo que también se nota una preferencia de los inversores hacia los plazos más cortos.
Por su parte, los bonos a 20 años tuvieron una demanda de G. 225.500 millones, que ni siquiera alcanzó a representar el doble de los G. 163.774 millones ofertados; dato con el cual se termina de cerrar la idea de la opción de los inversores hacia el papeles de menor plazo.
“Las dos demandas más fuertes estuvieron en los dos tramos más cortos, que son los dos tramos que tenían la tasa menos adecuada para la situación en el mercado porque tenían tasas altas en la última subasta (del 2020) y ya habían tenido tasas menores en subastas anteriores, ahora volvieron a niveles de mediados del año pasado”, agregó Callizo, sobre el asunto.