Si evaluamos el historial económico y social de los últimos tres años, la tarea no ha sido fácil. Los impactos que tuvimos no solo se dan desde el ámbito nacional, sino que también desde el internacional, sumado a otros factores. Los distintos países, de acuerdo a su etapa de desarrollo, tuvieron que sacar sus armas y evaluar impactos sociales y económicos que tendrían en el mediano plazo
2020
En el año 2020, los desafíos provenían desde el contexto internacional, en donde el inicio de la Pandemia marcó un antes y un después para todas las naciones: subsidios al consumo, exoneración de pago de créditos para las empresas, apoyo y préstamos para hacer frente a una emergencia sanitaria, y disminución de la tasa de política monetaria y el encaje legal como medida para incentivar al sistema financiero.
2021
En el 2021, con la apertura gradual de las actividades sociales, vimos que nos acercábamos a una recuperación gradual (los indicadores de actividad económica mostraron un aumento del consumo e inversión en varios sectores).
La esperanza se disparó con la implementación de las vacunas y el inicio de la normalización del ajuste de la tasa de política monetaria. Estos ajustes en la tasa de referencia eran una señal para los agentes económicos de que las cosas comenzaban a mejorar desde los números macroeconómicos.
2022
Luego de esa lenta recuperación y la pequeña esperanza instalada, nos enfrentamos a dos escenarios que presentaron un desafío importante para Paraguay: en el marco internacional, un conflicto bélico que generaba un impacto directo al bolsillo de las personas; y shocks climáticos nacionales (aunque también se dio en varios países de la región como Argentina y Brasil), lo cual repercute directamente en el sector agro/ganadero (importante eslabón dentro de la cadena productiva del país).
¿Y por qué el conflicto bélico afectaba directamente al bolsillo de las personas?
Porque se trata de una guerra que afecta a los mayores productos dentro de la cadena de suministros, tanto del sector de combustibles (que permite la movilidad mundial) y de fertilizantes (que afecta directamente al sector de agricultura), pero también a la cadena de suministros mundial.
Posterior a estos shocks, nos enfrentamos a alzas en los precios de commodities y eso tenía un mayor efecto en países como Paraguay, en donde productos como combustibles (productos importados) tienen la mayor incidencia en nuestra canasta básica.
En este contexto, en las decisiones de política monetaria tuvimos que tomar la posición contraria de la que tomábamos en Pandemia: tuvimos que elevar la tasa de interés de referencia para contener la inflación dentro del rango establecido por el Banco Central del Paraguay, contexto que se daba desde el ámbito internacional.
En los últimos meses, tuvimos otro efecto: el alza de tasas de la FED (Reserva Federal de Estados Unidos) repercutió en la cotización del dólar, agregando mayor volatilidad, escenario que se veía desde el primer ajuste en la tasa.
Pero no olvidemos que desde el plano local, hasta el segundo trimestre del 2022, observamos una caída de más del 30% del sector primario, debido a factores climáticos.
Esta menor entrada de dólares, debido a la baja en las exportaciones a causa de la menor cantidad de granos de soja y el menor nivel de faenamiento, se enfrentaba a la par al escenario de una mayor importación por el aumento de la cotización de los precios internacionales y los mayores costos de logística, que también terminaron afectaron en términos macro nacionales.
¿Y por qué mencionamos todas estas dificultades a las que se fue enfrentando nuestro país?
Desde un punto de vista macroeconómico, la solidez y estabilidad, así como la confianza en la institución del Banco Central, hicieron que estos shocks se puedan contener desde un ámbito monetario y macroeconómico, pero debemos de cambiar nuestras perspectivas e interesarnos en todos los ámbitos.
La confianza depositada por los agentes económicos en el Banco Central se logró en el largo plazo. Lo que nos falta es establecer esa estabilidad y confianza a largo plazo en todos los sectores, debido a que toda estabilidad y confianza económica repercute en los indicadores sociales y los datos microeconómicos
Debemos de aprovechar el contexto de que el 2023 es un año político, en donde los planteamientos deben realizarse para el largo plazo, no solo tener una mirada en el corto plazo. Es el momento justo en que debemos de exigir que pasemos de conversar sobre la estabilidad macro a otorgar mayor seguridad a todos los agentes económicos de nuestra sociedad.
En este contexto, las personas que se encuentran mayormente expuestas (y lo estuvieron en estos últimos tres periodos) son el mayor porcentaje de nuestra población, con las siguientes características:
- Los micro emprendedores, que intentan sobrevivir a cada baja económica.
- El 70% del total de la población que se encuentra trabajando, que es informal, ya que no posee un seguro médico ni seguridad social.
- Las personas que no acceden a una billetera electrónica y menos a una cuenta bancaria, es decir, no están incluídos en el sistema financiero, debido a la alta informalidad dentro del mercado de trabajo.
- Y el mayor porcentaje en el Paraguay, una mujer como cabeza de hogar y sostén económico del País. La necesidad de políticas específicas que acompañen la formalización de estas cabezas de hogar, su introducción al sistema financiero con productos adaptados a sus necesidades.
Teniendo en cuenta todas estas variables, todos estos efectos en donde vimos a estas personas hace tres periodos de seguido enfrentarse en primera fila a una baja económica, un menor circulante de dinero, una pandemia, un conflicto bélico, etc., ¿seguiremos pensando en el corto plazo, sin políticas que verdaderamente nos preparen como país para seguir creciendo, fomentando la inversión en tecnología, inclusión financiera, productos adaptados al sostén de la familia del Paraguay?
Esa estabilidad macroeconómica que atrae a los nuevos inversionistas a Paraguay debe de atraer con el combo completo: tecnología, educación, infraestructura, acceso al crédito y menores tasas de informalidad.
Y eso solo se logra si tenemos personas que piensen en metas y objetivos a largo plazo.