Por Univ. Rocío Britos – Investigadora
En el año 2000, el índice de masculinidad -un indicador de la cantidad de hombres respecto a cada 100 mujeres- fue de 102,25; para el 2022, se estimó su disminución a 101,24 y para el 2025 se proyecta que será de 101,06. A partir del grupo etario de 30-35 años hallamos que la predominancia de población masculina se invierte y esta diferencia se acentúa conforme avanza la edad. Podemos entonces hablar de que tendemos a proporciones iguales de ambos géneros.
La tasa bruta de natalidad, que es la cantidad de nacidos vivos por cada 1.000 habitantes, pasó de 26,28 al año 2000 a 19,46 al 2022; y se proyecta a 18,97 para el año 2024. Es conocida la fuerte correlación negativa entre esta tasa y la participación femenina en la Fuerza de Trabajo, por lo que esta reducción se interpreta como aumento de mujeres que han desplazado parcial o totalmente su tiempo de dedicación a tareas del hogar por realizar trabajos remunerados.
En Jefatura de Hogar:
El Jefe de Hogar es aquel reconocido por los miembros del hogar como tal, que posee mayor responsabilidad económica, o quien se encarga de administrar el mismo y, en última instancia, la persona con más edad.
Según datos del último Censo de Población y Vivienda, de un total de 1.232.617 Jefes de Hogar, 448.345 son mujeres, esto es, el 36,37%. De estas, 171.098, es decir, el 38,16%, son ocupadas.
Mujeres dentro de la Fuerza de Trabajo
Al cuarto trimestre del año 2017, el 57,4% de las mujeres se encontraban dentro de la Fuerza de Trabajo, de las cuales un 54% estaba ocupada.
Al cuarto trimestre del año 2022, el 57,7% se hallaba dentro de la Fuerza de Trabajo, y un 53,6% estaba ocupada. Cabe resaltar el contexto pospandemia y las cifras de desocupación destacablemente inferiores a la del 12,4% de América Latina y el Caribe, que se han mantenido en dos cifras desde el 2020 hasta el 2021, y disminuido según el último Informe de la OIT: Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2022.
Según las cifras provistas por el INE (Instituto Nacional de Estadística), la participación femenina en el mercado laboral se ha impulsado de tal manera que ha podido contrarrestar parte del shock negativo generado por la pandemia.
Según González Burgos, A. y Salinas, D. (2017). Análisis de las causas que influyen en la diferencia entre la tasa de inactividad de mujeres y hombres en el periodo de 2011-2016 según la EPH: “En las actividades con mayor empleo femenino a nivel país se mantiene la mayor participación de las mujeres en los servicios comunales y personales, seguidos del comercio, en donde las mujeres representan el 66% y 47% de las personas ocupadas en la actividad para el año 2016”.
Esto se ha reforzado en los últimos años, pero a su vez se incrementa la participación en sectores no tradicionales, como el manejo de máquinas pesadas, trabajos de construcción y otros.
El Emprendimiento y las Mujeres – Algunas Cifras y Programas a marzo 2023
La Asociación de Emprendedores del Paraguay (ASEPY) ha indicado que, al mes de marzo del 2023, el 48% de sus socios emprendedores son mujeres.
El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS), en el marco de la política del Gobierno de impulsar el empoderamiento de las mujeres, desde el 2018 a la fecha 08 de marzo del 2023 capacitó a 534.768 mujeres en diversas áreas, de las cuales 31.121 se formaron en oficios no tradicionales, a través de la estrategia “Emplea Igualdad”.
El proyecto Capital Semilla para Mujeres Emprendedoras «REEMUJERPY» del MIPYMES ha beneficiado al cierre del 2021 a cuatro instituciones públicas con infraestructura óptima, ocho centros regionales de apoyo al emprendedor creados, 1.890 personas capacitadas, 1.080 mujeres emprendedoras capacitadas y 250 emprendimientos asistidos con Capital Semilla.
ONU Mujeres, Fundación Paraguaya y el Ministerio de la Mujer trabajan de manera sostenida para fomentar el empoderamiento femenino, en conjunto con muchas otras organizaciones.
¿Podría afirmarse que ha disminuido la brecha de desigualdad de género en cuanto al empleo?
La pandemia nos ha mostrado que gran porcentaje de las mujeres ocupadas se desempeña dentro del sector informal; y el MIPYMES, que el 98% de los empleos son generados por microempresas, muchas de ellas en proceso de formalización.
¿Qué significa esto?
Significa que la eficacia de las regulaciones del mercado laboral es limitada, los programas de protección laboral no logran alcanzar a los sectores más vulnerables y hasta podría decirse que ensanchan la brecha de desigualdad. Pero también muestra que la incertidumbre económica ha llevado a una reestructuración del mercado de trabajo, que apunta hacia la autonomía.
El informe de la OIT 2020 reza lo siguiente: “Las mujeres constituyen gran parte de la mano de obra en algunos de los sectores que más han acusado la crisis de la COVID-19. Por ejemplo, las mujeres representan más del 70 por ciento del personal de las instituciones de salud y asistencia de todo el mundo (OIT 2020c). Una amplia proporción de las mujeres de las economías en desarrollo dependen del empleo vinculado directa o indirectamente a las cadenas de suministro. Las perturbaciones de la cadena de suministro han tenido una notable repercusión negativa en el empleo femenino. Además, cuando hay confinamientos y los hombres y los niños están en casa, trabajando unos y estudiando los otros, aumentan las tareas de cuidado del hogar, de las que las mujeres asumen una parte mucho mayor (OIT 2020a). Dado que las mujeres son más propensas que los hombres a gastar recursos para mantener a sus familias y comunidades, un efecto adverso en el empleo de las mujeres tiene repercusiones en serie en el bienestar de los hogares, las comunidades y las economías (Banco Mundial 2012).”
Puede concluirse que, en forma atemporal, la participación femenina en la economía se da en contextos de incertidumbre, desigualdad e inestabilidad, pero en Paraguay hemos aprendido que la capacidad de emprender e impulsarnos hacia la constante superación no tiene género: es inherente al Ser Humano. Por ello, son indispensables las acciones, estrategias y programas que permitan garantizar la inserción y permanencia de las mujeres en el mercado de trabajo, fortalecer su autonomía y brindar herramientas oportunas que fomenten el empoderamiento, apuntando a la equidad de género.