Montevideo, 19 mar (EFE).- Para Mónica Castellanos, una uruguaya que saltaba de un empleo a otro sin encontrar estabilidad, empezar a crear artesanías de cuero con las manos -que ella llama sus «antenas» de control emocional- fue un giro definitivo hacia una forma de «lucharla» día a día con algo que le apasiona.
En diálogo con Efe, la emprendedora y artesana afrouruguaya, oriunda del modesto barrio Curva de Maroñas, en el noreste de Montevideo, revela que todo comenzó hace unos doce años como parte de una búsqueda de «sanar y calmar el dolor» tras la pérdida de un hijo.
UNA TERAPIA ESPECIAL
En ese complejo proceso, y luego de haber pasado por varios trabajos, Castellanos terminó creando el emprendimiento MC Cueros, una línea de accesorios en cuero que abarca carteras, llaveros, monederos, riñoneras y aretes que consiste para ella en una «labor terapia».
«En mi caso utilizo mis manos como antenas; cuando tengo muchas emociones o cuando estoy pensando mucho es la forma que tengo de vaciar la mente y quedarme desde ese lugar de satisfacción armando mis cosas», expresa.
Castellanos, no es, sin embargo, la única que ha visto cómo animarse a convertir un pasatiempo en un emprendimiento puede dar sus frutos, y así se observa en la Feria de Mujeres Emprendedoras que organiza la Intendencia (gobierno regional) de Montevideo (IM) en el marco del mes de las mujeres.
Entre las más de 30 emprendedoras que acoge una carpa con puestos decorada con telas violetas en la céntrica explanada de la IM, está también Alicia Olascoaga, que ofrece al público las coloridas artesanías en madera que hace más de seis años elabora junto a su hermana y su cuñado.
El proyecto Paz Para La Vida surgió, según la artesana, motivado por el trabajo de su hermana, una artista plástica que, en la misma línea de lo expresado por Castellanos, siente la pintura como una actividad terapéutica.
«Ella pintaba por pintar, los bancos de casa, las paredes o lo que fuera, como un poco de terapia y cuando se pudo ver que podía funcionar empezamos con banquitos, mesitas, cosas así pequeñas y pocas cantidades hasta que se vio que había que producir más», detalla Olascoaga.
APROVECHAR LAS OPORTUNIDADES
Rodeada de pequeñas plantas en macetas de colores, está también bajo la carpa de la feria, que culmina este viernes, la creadora de Florarte, Ana Paula Rocca, quien asegura que su negocio surgió en 2018 en un impulso por hacer algo más que «trabajar para vivir».
«Se creó un invernadero pequeño en mi casa, después surgió la necesidad de dónde vender las plantas y ahí empezó a surgir todo lo que es artesanía en maderas, que me gusta mucho, la cerámica, las pinturas, los colores. Me encanta la fotografía», destaca así la uruguaya, quien recalca la importancia de contar con apoyos.
Es que, para Rocca, fue fundamental asistir a un taller en la unidad Mypes (Micro y pequeñas empresas) de la IM donde diversos técnicos apoyaron su emprendimiento y le ofrecieron comercializar sus creaciones en espacios como el de la feria.
De forma similar, Olascoaga señala que fue con la ayuda de la ahora extinta marca Provas del Ministerio de Desarrollo Social que logró regularizar el emprendimiento como una empresa y dio un salto comercial que le permitió seis años después ya poder vivir de estas ganancias.
Para Rocca el apoyo de las instituciones es clave, ya que, acota, orientan en conocimientos puntuales como el diseño de un logo, la publicidad y todos los trámites administrativos para formar la empresa.
Por su parte, Castellanos asegura que conseguir los insumos para las artesanías cuesta pero siempre hay «una puertita» que se abre y señala que en un contexto complejo como el de la pandemia lo importante es «adaptarse y seguir», sea por redes sociales o con oportunidades como las que brindan las ferias.
SORORIDAD E INICIATIVA
Una clave a la hora de emprender está, para Olascoaga, en la autoestima, y es sobre ese punto que enfatiza a la hora de animar a otras mujeres a recorrer un camino como el suyo.
«Yo sé que cuesta (…), por ejemplo a mi hermana lo que le pasa es pensar que el producto de ella no sirve para vender. Eso fue lo que la limitó muchísimo tiempo para que pudiéramos empezar, no pensaba que a nadie más que a nosotros le iba a gustar lo que hacía, y sin embargo la gente acompaña, la gente ayuda y te apoya», recalca.
Castellanos, que formó hace unos diez años un grupo con otras artesanas afro para unir esfuerzos por dar visibilidad al aporte de una población que, dice, es a menudo asociada con el carnaval o los deportes y no con el éxito a nivel empresarial, subraya la importancia de la solidaridad entre mujeres o sororidad.
«Entre las mujeres siempre nos ayudamos, más cuando tenemos grupos. Uruguay es muy chico, nos conocemos todas y siempre hay lugares donde las mujeres nos podemos dar la mano, y salir adelante con los emprendimientos. Hay que lucharla, así que las mujeres que estén por realizar algún emprendimiento, que lo hagan», concluye.