Río de Janeiro, 7 jun (EFE).- La inflación de Brasil se ubicó en el 0,23 % en mayo y acumuló un 3,94 % en los últimos doce meses, gracias a la caída de los precios de los combustibles y de artículos para el hogar, informó este miércoles el Gobierno.
Y es que en mayo la tasa de aumento de los precios del gigante suramericano desaceleró 0,38 puntos porcentuales frente a abril, cuando la inflación fue de 0,61 %, según el informe divulgado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Ibge).
Con el resultado, Brasil acumula una inflación de 2,95 % en los primeros cinco meses de 2023 y de 3,94 % en el último año. Para abril, el alza de los precios sumaba 4,18 % en el interanual.
Los datos divulgados señalan que en mayo solo dos de los nueve grupos de productos y servicios registraron bajas, siendo las de transporte las más acentuadas (-0,57 %) por la caída en los precios de los pasajes aéreos (-17,73 %) y de los combustibles (-1,82 %), especialmente el diésel (-5,96 %).
En la desaceleración del mes pasado también pesó el grupo alimentos y bebidas -el de más fuerte peso en el índice- que pasó del 0,71 % en abril al 0,16 % en mayo.
Las mayores caídas se registraron en los precios de las frutas (-3,48 %), el aceite de soja (-7,11 %) y las carnes (-0,74 %).
Ya en los otros seis grupos los precios subieron, particularmente los relacionados con salud y cuidado personal (+0,93 %) y los de vivienda (+0,67 %).
La inflación en Brasil continúa con tendencia a la baja y aunque la tasa sigue por encima de la meta establecida para este año, que es de 3,25 %, se encuentra dentro del margen de tolerancia de 1,5 puntos establecido por el Banco Central, que permite que el índice llegue a un máximo de 4,75 % para ser cumplido.
La previsión de los economistas del mercado es que Brasil termine el año con una inflación del 5,69 %, por lo que superará la meta por segundo año consecutivo.
Para combatir la subida de los precios el Banco Central mantiene desde hace varios meses la tasa básica de intereses en el 13,75 % anual, su nivel más alto desde 2016, pese a las presiones del Gobierno para que la reduzca por el fuerte efecto negativo del costo del dinero en el crecimiento económico.
