El informe “Panorama Social de América Latina 2020”, publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), arroja estimaciones sobre el avance de la pobreza y la pobreza extrema en la región durante 2020, el primer año de la pandemia de COVID-19.
Según el documento, la pobreza extrema en Paraguay habría cerrado el año pasado en el orden del 6,2%. Este porcentaje es el mismo que se había registrado en el 2019 y, según Cepal, este freno al avance del deterioro en la calidad de vida de muchos paraguayos fue posible gracias a las transferencias realizadas por el Gobierno durante ese periodo. De lo contrario, considera que la cifra se hubiera ubicado unos 0,7 puntos porcentuales más arriba, en 6,9%.
Sin tener en cuenta a Venezuela, Honduras y Nicaragua serían los países con mayores niveles de pobreza extrema en la región, llegando a una proporción del 26% y el 21% respectivamente, a pesar de las transferencias de ayuda social realizadas por sus gobiernos en 2020. En lo que respecta a Sudamérica, Colombia y Bolivia presentan los números más altos, con 19,6% y 14,7%.
“Durante 2020, en 32 países se han adoptado 263 medidas no contributivas de protección social, entre las que se incluyen las transferencias monetarias, la entrega de alimentos y medicamentos y el aseguramiento del suministro de servicios básicos. Se estima que las transferencias monetarias y en especie llegarían, en promedio, al 49,4% de la población de los países de la región”, explica Cepal.
El documento puntualiza que, entre la gran variedad de medidas no contributivas adoptadas para proteger el ingreso de los hogares afectados por la crisis, se destacan las transferencias monetarias y en especie.
“El esfuerzo tanto en términos de recursos adicionales como de ajustes presupuestarios por parte de los países de América Latina y el Caribe para financiar estas medidas se estima en cerca de 86.214 millones de dólares durante 2020”, se lee en el informe.
Se explica, además, que la pandemia también ha tenido efectos diferentes en la subocupación de los distintos países, que se refiere a los trabajadores que tienen la necesidad y disponibilidad de trabajar más tiempo de lo que su ocupación actual demanda.
Esta dinámica de subocupación, la cual está ligada también a la caída en pobreza extrema de las familias, está vinculada, entre otros factores, con las posibilidades de seguir trabajando durante la pandemia, la recepción de ayuda del gobierno, la existencia de programas de desempleo y la extensión de la informalidad.
“Mientras en Brasil, Paraguay y República Dominicana la subocupación muestra una reducción interanual, en el caso del Estado Plurinacional de Bolivia, Costa Rica y México, se observan incrementos importantes”, apunta el informe.