El desarrollo del capital humano en Paraguay se encuentra prácticamente a la mitad del nivel máximo que puede alcanzar un país y se constituye en uno de los frentes más débiles en lo que respecta a nuestro potencial de crecimiento económico. Con el estallido de la pandemia de COVID-19, la situación puede incluso empeorar, principalmente por los efectos en salud y educación.
Según la medición del Banco Mundial (BM), en la escala de 0 a 1 obtuvimos una puntuación de 0.53 en el Índice de Capital Humano (HCI, por sus siglas en inglés) del 2020, con un reducido avance desde el 0.51 que el organismo multilateral nos asignó en el 2010
Esto significa que una persona nacida hoy en Paraguay, cuando crezca, tendrá el 53% de la productividad que podría haber tenido si disfrutara de una educación y una salud plenas. Este nivel es menor al promedio de la región de América Latina y el Caribe, y el promedio mundial se encuentra en 56%.
De esta manera, Paraguay se encuentra en el puesto 101 del ranking de 174 países que son analizados en este indicador.
En la región de Sudamérica, el mejor posicionado es Chile, con una puntuación de 0.65; le sigue Perú, con un índice de 0.61; mientras que Colombia, Argentina y Uruguay comparten la puntuación de 0.60. Más cerca de Paraguay se encuentran Ecuador (0.59) y Brasil (0.55).
El ranking mundial está liderado por Singapur (0.88), Hong Kong (0.81), Japón, la República de Corea y Canadá, estos últimos con 0.80 puntos cada uno. Los peor posicionados son la República Centroafricana, Chad, Sudán del Sur, Nigeria y Mali, con puntuaciones que van de 0.29 a 0.32
En ocasión de la actualización de estos indicadores, a partir de datos recolectados hasta marzo del 2020, el BM lanzó la advertencia de que la pandemia de COVID-19 amenaza a los logros que “con tanto esfuerzo” se pudo conseguir durante la última década alrededor del mundo. Los riesgos se presentan principalmente en las áreas de salud y educación, y en los países de menores ingresos.
El capital humano incluye a los conocimientos, las habilidades y la salud que las personas acumulan durante el transcurso de su vida, recuerda el BM. La inversión en estos factores son fundamentales para que los niños puedan desplegar su potencial y para incrementar el crecimiento económico de los países, agrega.
“La pandemia pone en peligro los avances en la creación de capital humano logrados a lo largo de una década, incluidas las mejoras en salud, tasas de supervivencia y matriculación escolar, y la reducción del retraso del crecimiento”, afirmó David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial.
“El impacto que la pandemia ha tenido sobre la economía ha sido especialmente fuerte para las mujeres y las familias más desfavorecidas, muchas de las cuales han quedado en situación de vulnerabilidad frente a la inseguridad alimentaria y a la pobreza. Es fundamental que los países protejan a las personas e inviertan en ellas como parte de sus esfuerzos por sentar las bases para una recuperación sostenible e inclusiva y para el crecimiento futuro”, añadió.
¿Cómo estamos en Paraguay? Nuevamente en la escala de 0 a 1, la puntuación es de 0.98 en el análisis de la probabilidad de que los niños en Paraguay sobrevivan hasta los 5 años de edad. Esto significa que 98 de cada 100 niños nacidos en nuestro país sobreviven los 5 años de edad.
En el caso de los adultos, la puntuación en el ratio de supervivencia es de 0.86; este indicador es calculado como un complemento del ratio de mortalidad de 15 a 60 años de edad. En otras palabras, el 86% de las personas de 15 años de edad en Paraguay sobrevivirán hasta la edad de 60 años; aquí se tienen en cuenta los riesgos de salud que un niño nacido hoy experimentaría como adulto bajos las condiciones actuales.
En el país con mayor HCI, Singapur, estos índices se encuentran en 1 y 0.95, respectivamente.
En el ámbito de la educación, la cantidad de años de escolarización que se espera en Paraguay no alcanza a la totalidad del periodo de enseñanza primaria y secundaria, pues un niño que empieza la escuela a los 4 años puede esperar a completar 11,3 años para su cumpleaños número 18, explica el informe del BM.
Sin embargo, son solo 7 los años en que los estudiantes en Paraguay realmente aprenden, en la expectativa de años según los ajustes de aprendizaje – información combinada entre cantidad y calidad de la educación –. La cantidad es medida como el número de años de escolaridad que un niño puede esperar tener hasta los 18 años y la calidad de la educación refleja el trabajo del BM por armonizar los resultados de tests aplicados a nivel internacional.
El líder, Singapur, tiene puntuaciones de 13.9 y 12.8, en estos apartados.
En cuanto a las diferencias del índice de Capital Humano en grupos socioeconómicos y de género, el ratio entre los más ricos y los más pobres en Paraguay es de 1.28 (por debajo del promedio global de 1.35), y el HCI para niñas es similar al HCI para niños, sostiene el organismo.
El impacto de la pandemia. La economista Verónica Serafini considera que la experiencia vivida durante estos seis meses en que la pandemia de COVID-19 viene acaparando la atención de la ciudadanía en Paraguay empezará a mostrar las vías por las cuales los déficits de las políticas públicas incidirán en el desarrollo futuro del país.
En el artículo denominado “Lo barato salió caro: El financiamiento del sistema de salud” – publicado en el último número de la revista Economía y Sociedad del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep) –, la profesional recuerda que la emergencia sanitaria sorprendió a nuestro país como uno de los peor posicionados en la región en materia sanitaria, debido a la baja inversión pública en salud.
Relata que esta situación trae aparejado un alto gasto de bolsillo, con un 23% de la población que se encuentra en riesgo de gasto de bolsillo catastrófico: en caso de una enfermedad, deberá recurrir a un alto nivel de gastos con respecto a sus ingresos (30% o más) para enfrentarla.
Por otro lado, recalca que Paraguay invierte alrededor de 4,1% del producto interno bruto (PIB) en salud pública – muy por debajo del 12% anual que se observa en los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) – y los gastos privados en salud son de los más elevados en la región: 3,9% del PIB, solo superado por Brasil (5,2%) y Honduras (4,3%).
Al tener un sistema de salud que considera “inexistente por los altos niveles de fragmentación y segmentación”, Serafini destaca que el gobierno paraguayo debió implementar medidas altamente costosas de atención a la pandemia, que ascendieron a 4,6% del PIB (cerca del 4,8% de Brasil y muy lejos del 0,7% de Uruguay).
Advierte que los altos niveles de informalidad de nuestra economía, la ausencia de un seguro de desempleo y la escasez de políticas para las mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas) se sumaron a los elementos que profundizaron los efectos de la pandemia en Paraguay.
“El rezago en materia sanitaria durante tantos años tendrá altos costos financieros y de endeudamiento, sin considerar los costos económicos para la mayor parte de las familias paraguayas y de las mipymes. Esperemos que la experiencia de 2020 nos ayude a comprender la importancia que revisten las políticas de salud y de protección social para el bienestar económico de las familias y la sostenibilidad del crecimiento inclusivo”, aseveró.
Además de mejorar la eficiencia del sistema de salud, a través de un funcionamiento efectivo y la reducción de la corrupción, señala que también se requiere de aumentos de cobertura y calidad de la atención, lo que demanda recursos adicionales. Al respecto, menciona la necesidad de incrementar la inversión en salud a un mínimo de 6% del PIB.
¿Qué pueden hacer los gobiernos? A nivel global, el BM cita a la ampliación de la cobertura y la calidad de los servicios de salud en las comunidades marginadas, la promoción de los resultados de aprendizaje y la matriculación escolar, y el apoyo a las familias vulnerables con medidas de protección social adaptadas a la magnitud de la crisis que ha representado el coronavirus, entre las principales necesidades de los tiempos actuales.
“La aplicación de medidas normativas ambiciosas y basadas en datos empíricos en las áreas de salud, educación y protección social puede permitir recuperar el terreno perdido y allanar el camino para que los niños de hoy superen los logros en capital humano y los niveles de calidad de vida de las generaciones que los precedieron. Nunca ha sido más importante que hoy cumplir plenamente la promesa creativa que representa cada niño”, concluye la entidad.