La inflación viene siendo el principal dolor de cabeza para nuestra economía desde mediados del año pasado y, así como en la pandemia se tuvo una histórica reducción de tasas de interés, desde agosto del 2021 se experimenta un también inédito incremento del costo del dinero.
Desde que adoptó al esquema de metas de inflación como su enfoque para la implementación de la política monetaria, en el año 2011, el Banco Central del Paraguay (BCP) se vale de las tasas de interés para estimular o desalentar la circulación de dinero en la economía. A través de condiciones para una mayor o menor concesión de créditos, según sea el caso, el objetivo es controlar la variación de precios a través de la intensidad de la demanda de productos y servicios.
Cuando estalló la pandemia de COVID-19, la actividad económica se paralizó por las restricciones sanitarias y ante un movimiento que quedó reducido a la supervivencia, los precios tuvieron un ínfimo dinamismo y la inflación tocó un piso histórico de 0,5% interanual en junio del 2020.
En este escenario, ante una población con prácticamente nula posibilidad de salir a consumir y volcada más bien a ahorrar mientras esperaba a que el panorama exhibiera alguna certeza, el Banco Central optó por reducir su tasa de interés con la intención de que el sistema financiero replicara esta tendencia y ofreciera créditos más baratos, para de alguna forma dinamizar el mercado.
La tasa de política monetaria (TPM) retrocedió así a 0,75% en junio del 2020 y permaneció en ese nivel hasta julio del 2021. Cuando el coronavirus finalmente dejó respirar a la sociedad y ya no fueron necesarias las medidas de restricción, la economía recobró su movimiento y los precios reaccionaron en consecuencia.
A este resurgir de la actividad económica se sumaron los nuevos elementos de incertidumbre provenientes del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, ya este año, y la inflación se vio aun más alimentada por una escalada de precios de alimentos y combustibles.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) anotó un incremento interanual récord de 11,8% en abril (la cifra más elevada en catorce años) y la política monetaria revirtió el perfil que había adoptado hasta solo meses antes: la TPM se incrementó hasta 8,50% en septiembre del 2022, nivel que se mantiene hasta la fecha.
El Banco Central optó por esta decisión de suba de tasas a pesar de que se sabía que la economía no crecería este año. El impacto de la sequía resultaría en una de las peores campañas agrícolas de la historia reciente de nuestro país y se espera que el producto interno bruto (PIB) cierre el año con un crecimiento de apenas 0,2%, aunque en el sector privado se contemplan proyecciones inclusive de contracción económica.
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En esta oportunidad, el impulso a un mayor dinamismo económico ya no fue posible, pues los precios no dieron el espacio que sí otorgaron en el 2020 (año en que el PIB cayó 0,8%) y, como recordamos al comienzo del artículo, la prioridad del BCP es controlar la inflación.
¿Y ahora qué se viene?
El panorama nuevamente está cambiando, ya con miras al 2023, pues la inflación está retrocediendo y las condiciones climáticas llevan a esperar una campaña agrícola exitosa.
El encarecimiento de la canasta básica se situó en 8,1% interanual en octubre de este año y las autoridades económicas prevén que la convergencia a la meta de 4% de inflación se alcance en el segundo semestre del 2023. Por otra parte, las expectativas de crecimiento económico para el año que viene se encuentran en torno al 4% y 5%.
Es de prever que, en estas condiciones, la tasa de interés del BCP se reduzca desde el actual 8,50%. Recordemos que otra ocasión en que la TPM se ubicó en este nivel fue solo de agosto a octubre del 2011, cuando se empezaba a operar con el esquema de metas de inflación y la variación de precios rondaba el 9%.
Con una inflación retornando a los niveles considerados saludables para nuestra economía, ¿hasta cuánto se podría esperar que baje la tasa de interés de referencia del mercado? Hicimos esta pregunta a Humberto Colmán, miembro del Directorio del BCP, en una entrevista que nos concedió en el marco de su participación en la Expo Paraguay Brasil, recientemente celebrada.
A criterio de Colmán, la TPM debe permanecer elevada por unos meses más debido a que las expectativas de inflación todavía están desancladas. Esto significa que los agentes económicos aún no confían en que la variación del IPC sea de 4% en los próximos 18 a 24 meses.
Para el año que viene sí es posible que la tasa baje, pero ya no hasta los niveles que se observaron durante la pandemia porque la economía tendrá un dinamismo creciente.
Cuando el mercado se está moviendo y las personas están en condiciones óptimas para adquirir productos y servicios, unas tasas de interés muy bajas pueden llevar a sobreestimular la demanda, es decir, abaratar tanto el crédito que el ánimo de endeudarse para consumir se incremente a niveles ya exagerados y esto lleve a compras masivas que generen una mayor suba de precios. Este fenómeno se conoce como sobrecalentamiento del mercado.
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Para evitar esta situación, Humberto Colmán explicó que la tasa de interés considerada neutral para la política monetaria paraguaya -que no estimule ni desaliente la demanda- se encuentra en alrededor de 5%. Entonces, el margen que tiene el BCP para bajar sus tasas de interés está entre el actual 8,50% y la mencionada tasa neutral de 5%.
De hecho, estimaciones del sector privado como las de Investor contemplan una TPM de 6,50% para el 2023, mientras que el banco Itaú prevé una tasa de 7,75%. Por su parte, los agentes económicos manifestaron un pronóstico de 6,75% para la TPM, en 2023, según las encuestas de Expectativas de Variables Económicas (EVE) realizadas por el BCP en octubre último.
De esta manera, tampoco es de esperar que la TPM retroceda hasta niveles pre-pandemia, de 4%, pues en ese entonces también había disminuido para enfrentar la caída de 0,4% que tuvo el PIB en el 2019 debido a factores como las condiciones climáticas adversas, los menores precios de commodities, el cambio de gobierno, entre otros. Previo a esto, la tasa de referencia se mantuvo en 5,25% durante un año y medio.
«La tasa de interés neutral es la que no te acelera la inflación ni te la baja, sino que te la mantiene en torno a tu objetivo. De acuerdo a los últimos análisis del Banco Central, con una expectativa de inflación anclada en 4%, estaríamos hablando de una tasa de política monetaria (neutral) de más o menos 5% nominal», explicó Colmán.
«El año que viene podría bajar la inflación, pero podríamos tener una economía que esté creciendo a un mayor ritmo y quizás una demanda interna, consumo, que esté creciendo a un mayor ritmo y eventualmente pueda afectar también a la inflación. Lo que digo sobre la tasa actual y la tasa natural, 8,5% versus 5%, (es que) tengo un espacio para bajar tasas en algún momento, probablemente, sin que eso necesariamente me afecte el objetivo de inflación», agregó el director del BCP.
Panorama alentador
El ministro de Hacienda, Óscar Llamosas, también participó de la 12ª Expo Paraguay Brasil. Durante la ponencia que brindó ante empresarios y asociados de la Cámara de Comercio Paraguay Brasil, destacó que las perspectivas de crecimiento para el próximo año son positivas, sustentadas principalmente en la recuperación del sector agrícola y el mantenimiento de los niveles de inversión pública.
Hizo énfasis en que, pese al escenario complejo e incierto que se vive a nivel mundial, las perspectivas de Paraguay para el próximo año son positivas. “Creemos que la economía del país volverá a sus tasas de crecimiento positivo enfocado principalmente por la recuperación del sector agrícola, el cual ha iniciado su campaña para el próximo año con números muy importantes. La economía podría estar creciendo por encima del 4% según el último reporte del Fondo Monetario Internacional”, explicó.
En cuanto a este año, dijo que los datos publicados recientemente por el BCP evidencian una recuperación en la actividad económica de agosto y septiembre, lo que demuestra que se están superando los números negativos del primer semestre gracias a una mayor actividad económica en el segundo semestre.
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Respecto a las obras públicas, destacó que se registra una dinámica importante en la inversión del Estado y que desde el año 2020 se ha hecho un esfuerzo importante para que este sector pueda tener un impacto contra cíclico en la economía.
“El sector de las construcciones ha sido uno de los pilares que ha sostenido la economía en el 2020 y 2021, a pesar de algunas reducciones que se han visto respecto al Producto Interno Bruto (PIB), la inversión pública aún sigue siendo importante y proyectamos que siga siendo un actor dinamizador dentro de la economía”, enfatizó.